« La mayoría de las mujeres puede sentir el más mínimo cambio en el temperamento de otro; puede leer rostros y cuerpos —a lo cual se le llama intuición— y a partir de una abundancia de pequeñas pistas que se congregan para darle información, con frecuencia sabe lo que tienen en mente. A fin de utilizar estos dones salvajes, las mujeres permanecen abiertas a todas las cosas. Pero es esta misma apertura lo que hace vulnerables sus límites, exponiéndolas por lo tanto a las heridas del alma ».
Clarissa Pinkola