jueves, febrero 21

Cartas a Eva Haldimann

« Budapest, 16 de febrero de 1990 

Estimada Eva: 

La he recibido, gracias por la carta. Me da la sensación de que tengo que contestarla, puesto que me afecta profundamente su pregunta: ¿Por qué le llegan exclusivamente voces quejumbrosas de los ámbitos literarios y qué inspira tanto pesimismo a las personas? Es realmente asombroso que aquí, no ya la libertad, sino la liberación se viva como derrumbamiento. Aunque yo no conozco la respuesta precisa, le recomiendo que no olvide que aquí no han frecuentado la escuela de la seriedad: la intelectualidad era mantenida en un estado de dependencia infantil del padre; en vano sabían los intelectuales que la vara de medir que les ponían delante no daba una medida real, pero vivían según ella, era su existencia. Ahora se ha adueñado de ellos el horror vacui, ésa es mi impresión. A regañadientes, echan un vistazo al precipicio, no el que tienen delante, sino el que está detrás; y ese abismo es su vida. Pues sí: aunque no haya que temer que los valores y la verdad recuperen su poder, lo cierto es que el sistema de vida falso y la mentira ya no funcionan, y eso resulta temible para muchos. No olvide usted la frase de Sándor Márai: «La mentira nunca ha sido una fuerza tan creadora de historia como en el siglo veinte». A mi juicio, ni siquiera la situación económica es tan catastrófica como la pintan; y con el antisemitismo, los manipuladores—más allá de la realidad—juegan un juego feo y peligroso con el propósito de conseguir el poder. Por eso mismo crean un ambiente de catástrofe sin perspectivas y, de forma deliberada o no, minan el espíritu constructivo que se ha conservado. El hecho es que los cuarenta años sumieron a este país en una espantosa situación moral, espiritual y material, pero considero un juego desalmado e irresponsable que ahora se despoje a la gente de la escasa autoconfianza que le queda; para colmo, no aparece por ninguna parte esa «personalidad carismática» que pueda ofrecer cierto apoyo anímico en medio del vaivén o, mejor dicho, del tambaleo generalizado. A lo lejos, las elecciones limpian el ambiente. A lo mejor, cuando venga a finales de verano, la recibe una atmósfera más animada. Me temo que ya la aburro. Cuando se publique Kaddish (me lo han prometido para la semana del libro, esto es, principios de junio), yo mismo se lo enviaré a usted, no me dejaré sustraer esa alegría. si me permite, le daré dos números de teléfono: 15-64-190, el de mi piso en la Pasarétiút. Y 11-50-117, el de mi despacho en la Török utca, donde trabajo entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde aproximadamente; este último número se encuentra también en la guía telefónica. Le saluda con amistad y afecto » 


Imre Kertész