martes, febrero 12

Discusión de Edipo y Teresias

« TIRESIAS.- Aunque seas el rey, se me debe dar la misma oportunidad de replicarte, al menos con palabras semejantes. También yo tengo derecho a ello, ya que no vivo sometido a ti sino a Loxias, de modo que no podré ser inscrito como seguidor de Creonte, jefe de un partido. Y puesto que me has echado en cara que soy ciego, te digo: aunque tú tienes vista, no ves en qué grado de desgracia te encuentras ni dónde habitas ni con quiénes transcurre tu vida. Acaso conoces de quiénes desciendes? Eres, sin darte cuenta, odioso para los tuyos, tanto para los de allí abajo como para los que están en la tierra, y la maldición que por dos lados te golpea, de tu madre y de tu padre, con paso terrible te arrojará, algún día, de esta tierra, y tú, que ahora ves claramente, entonces estarás en la oscuridad. Qué lugar no será refugio de tus gritos!, qué Citerón no los recogerá cuando te des perfecta cuenta del infausto matrimonio en el que tomaste puerto en tu propia casa después de conseguir una feliz navegación! Y no adviertes la cantidad de otros males que te igualarán a tus hijos. Después de esto, ultraja a Creonte y a mi palabra. Pues ningún mortal será aniquilado nunca de peor forma que tú.

EDIPO.- Es que es tolerable escuchar esto de ése? Maldito seas! No te irás cuanto antes? No te irás de esta casa, volviendo por donde has venido?

TIRESIAS.- No hubiera venido yo, si tú no me hubieras llamado.

EDIPO.- No sabía que ibas a decir necedades. En tal caso, difícilmente te hubiera hecho venir a mi palacio.

Tiresias.- Yo soy tal cual te parezco, necio, pero para los padres que te engendraron

era juicioso.

EDIPO.- A quiénes? Aguarda. Qué mortal me dio el ser?

TIRESIAS.- Este día te engendrará y te destruirá.

EDIPO.- De qué modo enigmático y oscuro lo dices todo!

TIRESIAS.- ;Acaso no eres tú el más hábil por naturaleza para interpretarlo?

EDIPO.- Échame en cara, precisamente, aquello en lo que me encuentras grande.

TIRESIAS.- Esa fortuna, sin embargo, te hizo perecer.

EDIPO.- Pero si salvo a esta ciudad, no me preocupa.

TIRESIAS.- En ese caso me voy. Tú, niño, condúceme.

EDIPO.- Que te lleve, sí, porque aquí, presente, eres un molesto obstáculo; y, una vez fuera, puede ser que no atormentes más.

TIRESIAS.- Me voy, porque ya he dicho aquello para lo que vine, no porque tema tu rostro. Nunca me podrás perder. Y te digo: ese hombre que, desde hace rato, buscas con amenazas y con proclamas a causa del asesinato de Layo, está aquí. Se dice que es extranjero establecido aquí, pero después saldrá a la luz que es tebano por su linaje y no se complacerá de tal suerte. Ciego, cuando antes tenía vista, y pobre, en lugar de rico, se trasladará a tierra extraña tanteando el camino con un bastón. Será manifiesto que él mismo es, a la vez, hermano y padre de sus propios hijos, hijo y esposo de la mujer de la que nació y de la misma raza, así como asesino de su padre. Entra y reflexiona sobre esto. Y si me coges en mentira, di que yo ya no tengo razón en el arte adivinatorio ».

 Sófocles