sábado, febrero 29

Rayuela (1963)

"– Te podías dejar de joder –rezongó Etienne que parecía haberlo reconocido en seguida–. Sabés que a esta hora trabajo como un loco.

–Yo también –dijo Oliveira–. Te llamé porque justamente mientras trabajaba tuve un sueño.

–¿Cómo mientras trabajabas?

–Sí, a eso de las tres de la mañana. Soñé que iba a la cocina, buscaba pan y me cortaba una tajada. Era un pan diferente de los de aquí, un pan francés como los de Buenos Aires, entendés, que no tienen nada de franceses pero se llaman panes franceses. Date cuenta de que es un pan más bien grueso, de color claro, con mucha miga. Un pan para untar con manteca y dulce, comprendés.

–Ya sé –dijo Etienne–. En Italia los he comido.

–Estás loco. No tienen nada que ver. Un día te voy a hacer un dibujo para que te des cuenta. Mira, tiene la forma de un pescado ancho y corto, apenas quince centímetros pero bien gordo en el medio. Es el pan francés de Buenos Aires.

–El pan francés de Buenos Aires –repitió Etienne.

–Sí, pero esto sucedía en la cocina de la rue de la Tombe Issoire, antes de que yo me mudara con la Maga. Tenía hambre y agarré el pan para cortarme una tajada. Entonces oí que el pan lloraba. Sí, claro que era un sueño, pero el pan lloraba cuando yo le metía el cuchillo. Un pan francés cualquiera y lloraba. Me desperté sin saber qué iba a pasar, yo creo que todavía tenía el cuchillo clavado en el pan cuando me desperté.

–Tiens –dijo Etienne.

–Ahora vos te das cuenta, uno se despierta de un sueño así, sale al pasillo a meter la cabeza debajo del agua, se vuelve a acostar, fuma toda la noche… Qué sé yo, era mejor que hablara con vos (…)

–Hiciste bien –dijo Etienne–. Parece un sueño de chico. Los chicos todavía pueden soñar cosas así, o imaginárselas. Mi sobrino me dijo una vez que había estado en la luna. Le pregunté qué había visto. Me contestó: «Había un pan y un corazón». Te das cuenta que después de estas experiencias de panadería uno ya no puede mirar a un chico sin tener miedo (…)

–Era solamente eso –dijo Oliveira– pero lo malo no es el sueño. Lo malo es que eso que llaman despertarse… ¿A vos no te parece que en realidad es ahora que yo estoy soñando? (…) disculpame si insisto un poco. Yo quisiera que te imaginaras un mundo donde podés corta un pan en pedazos sin que se queje.

–Es difícil de creer, realmente –dijo Etienne.

–No, en serio, che. ¿A vos no te pasa que te despertás a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increíble equivocación?

–En medio de esa equivocación –dijo Etienne– yo pinto magníficos cuadros y poco me importa si soy una mariposa o Fu–Manchú (…)

–No. Lo triste es que para vos eso es una broma, y en realidad no es una broma. La verdad es que no quiero entender nada, si por entender hay que aceptar eso que llamábamos la equivocación".


Julio Cortázar

Soneto de lo imposible

"Puede ser que una vez/ 
en un desvelo, 
descubramos que el mundo 
es una fiesta
y encontremos al fin esa respuesta
que desde siempre nos esconde el cielo. 

Puede ser que una noche / 
en algún vuelo
ganemos sin querer alguna apuesta
y advirtamos que un alma está dispuesta
a servirnos de paz y de consuelo. 

Puede ser que el transcurso de los años
nos vaya proponiendo otra corriente
dejándonos con suerte y sin extraños. 

Y aunque en la piel 
nos queden cicatrices, 
desde el viejo pasado 
hasta el presente, 
puede ser que logremos ser felices".


Mario Benedetti

viernes, febrero 28

On the road

"Tenía clavada en la pared una fotografía de una vieja casa muy fea de Cape Cod. Sus amigos le decían:

– ¿Por qué tienes colgada ahí esa cosa tan fea?

– Me gusta precisamente porque es fea -respondía Bull.

Toda su vida seguía esta línea. Una vez llamé a la puerta de su casa en la calle 60 en los bajos fondos de Nueva York y me abrió llevando un sombrero hongo, un chaleco sin nada debajo, y unos pantalones a rayas totalmente destrozados; en la mano tenía un cazo lleno de alpiste y estaba tratando de liarse unos pitillos con él. También experimentó calentando jarabe de codeína para la tos hasta convertirlo en una masa negra… pero no funcionó excesivamente bien. Pasaba largas horas con Shakespeare -«El Bardo Inmortal», como él le llamaba -sobre las rodillas. En Nueva Orleans había empezado a pasar horas con los códices mayas sobre las rodillas y, aunque hablara, el libro seguía allí abierto todo el tiempo.

– ¿Qué será de nosotros cuando muramos? -le pregunté en cierta ocasión.

– Cuando uno muere se muere, eso es todo -respondió.

En su habitación tenía una colección de cadenas que decía utilizar con su psicoanalista; experimentaban con el narcoanálisis y descubrieron que Bull Lee tenía siete personalidades diferentes; cada una de ellas iba empeorando progresivamente hasta que finalmente sería un idiota rabioso que necesitaría ser sujetado con cadenas. La personalidad de más arriba era la de un lord inglés, el summum de la idiotez. Hacia la mitad estaba un viejo negro que esperaba su turno y decía:

– Unos son hijoputas, otros no lo son, eso es lo que hay."



En el camino, Segunda parte VI, 1951.

Jack Kerouac

jueves, febrero 27

Viajes

“He descubierto que no hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien 
que hacer un viaje con él.”

Mark Twain

miércoles, febrero 26

White winter hymnal

- I was following the pack
all swallowed in their coats
with scarves of red
 tied 'round their throats
to keep their little heads
from fallin' in the snow
and I turned 'round
 and there you go... 

And, Michael, you would fall
and turn the white snow red as strawberries
in the summertime -

Versión Fleet Foxes

Somos lo que hacemos

"Siempre existen diferentes opciones entre las que elegir, tanto de manera consciente o inconsciente, el sujeto elige algo perdiendo otra cosa u opción, y eso tiene consecuencias sobre sí. Siempre hay una alternativa, a la vez que una pérdida, afirmaba Soler.

Cuando sucede algo que se impone, así sea desarrollado por otro, el sujeto tiene la elección de decidir el modo de reaccionar y de procesarlo, esto conlleva responsabilidad propia en tanto está en juego nuestra constitución como sujetos y también nuestra cura.

En la cura el sujeto debe asumir la responsabilidad por la elección de su síntoma, sus defensas, su elección de objeto, la repetición de goce, así como también su elección de profesión y proyectos de vida. Además, es necesario responsabilizarse de las elecciones que dijo que iba a hacer pero que postergó y nunca hizo: cuando uno elige hacer nada, de todos modos está eligiendo.

Reconocer la propia responsabilidad en nuestras elecciones conscientes e inconscientes nos da la oportunidad de un nuevo saber hacer con ellas, para dejar de sufrir y de repetir. Es a partir del análisis de nuestras elecciones, a partir del saber sobre nuestro modo de goce, nuestra defensa y nuestra posición subjetiva en relación al Otro, que es posible obtener un nuevo saber hacer con nuestro síntoma, nuestro deseo, con la falta estructural propia del ser hablante.

Elegir la cura es aguantarse la angustia que genera la pérdida de ciertas creencias e ilusiones propias y de los otros, así como la caída de ciertos significantes fijos que nos definían como sujetos, para elegir escribir nuestra propia historia, nuestro propio destino, siendo el principal protagonista.

Sartre decía así: "Somos lo que hacemos, con lo que hicieron de nosotros”" .

Ana Suy

Carta a Estela Canto


« Wednesday morning (miércoles por la mañana).

Querida Estela:

No hay ninguna razón para que dejemos de ser amigos. Te debo las mejores y quizá las peores horas de mi vida y eso es un vínculo que no puede romperse. Además, te quiero mucho

En cuanto a lo demás..., me repites que puedo contar contigo. Si ello fuera obra de tu amor, sería mucho; si es un efecto de tu cortesía o de tu piedad, I can't decently accept it.

Loving or even saving a human being is a full time job and it can hardly, I think, be successfully undertaken at odd moments. Pero... ¿A qué traficar en reproches, que son mercancía del infierno? 

Estela, Estela, quiero estar contigo, quiero estar silenciosamente contigo. Ojalá no faltes hoy a Constitución.

Georgie. »

Jorge Luis Borges 

martes, febrero 25

Najda (1928)

"Desde hacía mucho tiempo yo había dejado de entenderme con Nadja. En verdad, tal vez no nos entendimos nunca, por lo menos sobre la manera de considerar las simples cosas de la existencia. Ella había decidido de una vez por todas no tomarlas en cuenta, no preocuparse de la hora, no establecer ninguna diferencia entre las conversaciones ociosas que a veces sostenía y las otras que me interesaban tanto, no inquietarse en absoluto por mis estados de ánimo pasajeros y de la mayor o menor dificultad con que yo toleraba sus peores distracciones. Como dije, me contaba tranquilamente, sin ahorrarme ningún detalle, las más lamentables peripecias de su vida, se entregaba, aquí y allá, a algunas coqueterías desplazadas, me obligaba a esperarla, con las cejas fruncidas, hasta que se le antojara pasar a otros ejercicios, porque había poca duda acerca de que se volviese natural. ¡Cuántas veces, incapaz de aguantar más, desesperado de poder conducirla de nuevo a una concepción real de su valor, casi huí de ella, a riesgo de encontrarla al día siguiente tal como sabía ser cuando no estaba desesperada, y entonces yo me reprochaba mi rigor y le pedía perdón! A propósito de todo esto, tan deplorable, debo confesar, sin embargo, que ella tenía cada vez menos miramientos conmigo, lo que suscitaba violentas discusiones, que ella enconaba atribuyéndoles causas mezquinas que no existían. Todo lo que hace que se pueda vivir de la vida de un ser, sin desear nunca obtener de él más de lo que da, que baste ampliamente verlo moverse o permanecer inmóvil, hablar o callar, velar o dormir, en cuanto a mí no existía, nunca había existido, no cabía la menor duda de ello. Y no podía ser de otro modo, teniendo en cuenta el mundo que era el de Nadja, donde todo cobraba muy pronto el aspecto de la ascensión y de la caída. Pero juzgo esto a posteriori y me arriesgo a decir que no podía ser de otro modo. Aunque sintiera cierta inclinación a ello, acaso también alguna ilusión, tal vez no estuve a la altura de lo que ella me proponía. Pero ¿qué me proponía? No importa. Sólo el amor en el sentido en que lo entiendo —y entonces el misterioso, el improbable, el único, el aturrullador, el indudable amor y, finalmente, el que soporta todas las pruebas— hubiera podido realizar el milagro.



Hace algunos meses me dijeron que Nadja estaba loca. Tras algunas excentricidades suyas cometidas, parece, en los pasillos de su hotel, tuvo que ser internada en el manicomio de Vaucluse. Otros, no yo, criticarán inútilmente este hecho, que no dejarán de considerar como el desenlace fatal de todo lo que precede. Los más avisados se apresurarán a buscar la parte que conviene deslindar, en lo que he relatado de Nadja, de las ideas ya delirantes y tal vez atribuirán a mi intervención en su vida, intervención prácticamente favorable al desarrollo de estas ideas, un valor terriblemente determinante. Por lo que respecta a los que dicen: «¡Ah, entonces…!» O bien: «¡Ya lo ve usted!» «Yo pensaba también…», «En tales condiciones…», en cuanto a esos cretinos de baja estofa, ni que decir que prefiero dejarlos en paz. Lo esencial es qué para Nadja no creo que pueda haber una gran diferencia — entre el interior de un manicomio y el exterior. Sin embargo, debe de haber, desgraciadamente, una diferencia, a causa del irritante chirrido de una llave al girar en la cerradura, de la contemplación del feo jardín, del aplomo de las personas que interrogan cuando uno desearía que no se acercara ninguna ni siquiera para limpiarle los zapatos, como el profesor Claude, en Sainte-Anne, con su frente de ignaro y aquel aire obstinado que lo caracterizan (» Le tienen inquina, ¿no es verdad?» «No, señor.»  «¡Miente usted! La semana pasada me dijo que le tenían inquina.» O bien: «Usted oye voces. Está bien. ¿Se trata de voces como la mía?» «No, señor.» «Bueno, hay alucinaciones auditivas, etc.»), del uniforme abyecto, como todos los uniformes, del esfuerzo necesario para adaptarse a tal medio, ya que, después de todo, es un medio y, como tal, exige en cierta medida que se adapten a él. No es necesario haber estado alguna vez en un manicomio para saber que allí hacen a los locos, de la misma manera que en los correccionales hacen a los bandidos […]"



André Breton

lunes, febrero 24

Tus zonas erróneas

“La gente siempre le echa la culpa a sus circunstancias por lo que ellos son. Yo no creo en las circunstancias. La gente a la que le va bien en la vida es la gente que va en busca de las circunstancias que quieren y si no las encuentran, se las hacen, se las fabrican.”

Wayne Dyer

domingo, febrero 23

Aurora (1881)

"Se nos dice que nos dejemos llevar por nuestro corazón o nuestros sentimientos. Pero resulta que los sentimientos no son algo definitivo ni originario, tras ellos se encuentran juicios y apreciaciones que nos son transmitidas en forma de sentimientos (preferencias, antipatías). La inspiración que surge de un sentimiento es nieta de un juicio (y muchas veces de un juicio falso), y, en cualquier caso, de un juicio que no es nuestro. Dejarnos llevar por nuestros sentimientos equivale a obedecer a nuestro abuelo, a nuestra abuela y a los abuelos de éstos, y no a esos dioses que habitan en nosotros y que son nuestra razón y nuestra experiencia".

sábado, febrero 22

Detalles

"Hogar: me gustan los discos de vinilo pero me gusta más el brillo de tus ojos cuando me ves llegar."

viernes, febrero 21

Reason, season or lifetime

"Cuando una persona llega a tu vida por una RAZÓN, es para cumplir con algún deseo o necesidad que tengas o hayas expresado.

Llega para ayudarte a atravesar una dificultad, para hacer de guía y soporte, ya sea tanto físico, mental o espiritualmente. 

Es por esa razón que tú los necesitas y ellos llegan.

Después, sin que algo malo suceda o sin que ocurra ningún inconveniente específico, esta persona hace o dice algo para que la relación no continúe y se rompa.

A veces se mueren. A veces se alejan.

Y a veces hacen algo para que tú te alejes.

Lo que debemos entender es que nuestra necesidad fue satisfecha, nuestro deseo se cumplió, su trabajo está hecho.

La súplica que pediste fue escuchada y cumplida, y ahora es tiempo de seguir adelante.


Por una ESTACIÓN:

Cuando una persona llega a nuestra vida por una ESTACIÓN, es para compartir, crecer y aprender.

Esa persona puede traernos un período de paz, o simplemente coincide para alegrarnos. 

Esas personas deben enseñarnos algo que nunca hemos aprendido ni hecho.

Generalmente nos brindan un tiempo de gran diversión. Pero  sólo por una temporada.


De POR VIDA:

Las relaciones de POR VIDA enseñan lecciones de vida.

Cosas que debemos establecer para crecer con una sólida base emocional.

Tu trabajo es aceptar la lección, querer a esa persona y usar eso que aprendiste en todas las amistades y ámbitos de la vida.

Se dice que el amor es ciego, pero la amistad es clarividente."


El mito de Sísifo


«No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía. Las demás, si el mundo tiene tres dimensiones, si el espíritu tiene nueve o doce categorías, vienen a continuación. Se trata de juegos; primeramente hay que responder. Y si es cierto, como pretende Nietzsche, que un filósofo, para ser estimable, debe predicar con el ejemplo, se advierte la importancia de esa respuesta, puesto que va a preceder al gesto definitivo. Se trata de evidencias perceptibles para el corazón, pero que se debe profundizar a fin de hacerlas claras para el espíritu.

Si me pregunto en qué puedo basarme para juzgar si tal cuestión es más apremiante que tal otra, respondo que en los actos a los que obligue. Nunca vi morir a nadie por el argumento ontológico. Galileo, que defendía una verdad científica importante, abjuró de ella con la mayor facilidad del mundo, cuando puso su vida en peligro. En cierto sentido, hizo bien. Aquella verdad no valía la hoguera. Es profundamente indiferente saber cuál gira alrededor del otro, si la tierra o el sol. Para decirlo todo, es una cuestión baladí. En cambio, veo que muchas personas mueren porque estiman que la vida no vale la pena de vivirla. Veo a otras que, paradójicamente, se hacen matar por las ideas o las ilusiones que les dan una razón para vivir (lo que se llama una razón para vivir es, al mismo tiempo, una excelente razón para morir). Opino, en consecuencia, que el sentido de la vida es la pregunta más apremiante. ¿Cómo contestarla? Con respecto a todos los problemas esenciales, y considero como tales a los que ponen en peligro la vida o los que decuplican el ansia de vivir, no hay probablemente sino dos métodos de pensamiento: el de Pero Grullo y el de Don Quijote. El equilibrio de evidencia y lirismo es lo único que puede permitirnos llegar al mismo tiempo a la emoción y a la claridad. Se concibe que en un tema a la vez tan humilde y tan cargado de patetismo, la dialéctica sabia y clásica deba ceder el lugar, por lo tanto, a una actitud espiritual más modesta que procede a la vez del buen sentido y de la simpatía.

Siempre se ha tratado del suicidio como de un fenómeno social. Por el contrario, aquí se trata, para comenzar, de la relación entre el pensamiento individual y el suicidio. Un acto como éste se prepara en el silencio del corazón, lo mismo que una gran obra. El propio suicida lo ignora. Una noche dispara o se sumerge. De un gerente de inmuebles que se había matado, me dijeron un día que había perdido a su hija hacía cinco años y que esa desgracia le había cambiado mucho, le había “minado”. No se puede desear una palabra más exacta. Comenzar a pensar es comenzar a estar minado. La sociedad no tiene mucho que ver con estos comienzos. El gusano se halla en el corazón del hombre y en él hay que buscarlo. Este juego mortal, que lleva de la lucidez frente a la existencia a la evasión fuera de la luz, es algo que debe investigarse y comprenderse.

Muchas son las causas para un suicidio, y, de una manera general, las más aparentes no han sido las más eficaces. La gente se suicida rara vez (sin embargo, no se excluye la hipótesis) por reflexión. Lo que desencadena la crisis es casi siempre incontrolable. Los diarios hablan con frecuencia de “penas íntimas” o de “enfermedad incurable”. Son explicaciones válidas. Pero habría que saber si ese mismo día un amigo del desesperado no le habló con un tono indiferente. Ese sería el culpable, pues tal cosa puede bastar para precipitar todos los rencores y todos los cansancios todavía en suspenso.

Pero si es difícil fijar el instante preciso, el paso sutil en que el espíritu ha apostado a favor de la muerte, es más fácil extraer del acto mismo las consecuencias que supone. Matarse, en cierto sentido, y como en el melodrama, es confesar. Es confesar que se ha sido sobrepasado por la vida o que no se la comprende ».

Albert Camus

Ligeia

"No hay sensación más irritante entre las mil anomalías de la mente que el hecho, a que jamás se ha prestado atención en los colegios, según creo, de que en el esfuerzo para rememorar cualquiera cosa olvidada por largo tiempo, llegamos a menudo hasta el borde mismo de la reminiscencia, sin poder al cabo traer a la memoria lo que deseamos. Así, ¡cuán frecuentemente durante el curso de un intenso escrutinio de los ojos de Ligeia, sentía que me aproximaba al conocimiento pleno de su expresión, lo sentía cerca, pero no en mi poder aún, y al fin volvía a escaparse por completo! Y (¡oh, extrañeza! ¡oh, misterio entre todos!) encontraba en los objetos más comunes del universo un círculo de analogías con esta expresión. Quiero decir que en el período subsecuente a la toma de posesión de mi espíritu por la hermosura de Ligeia, que reinaba allí como en un trono, experimentaba al contacto de muchas existencias del mundo material un sentimiento semejante al que me producían siempre sus inmensas y luminosas pupilas. No me es posible, sin embargo, definir ni analizar este sentimiento, ni siquiera observarlo con claridad. Reconocía su expresión algunas veces, permitid que lo repita, en el rápido desarrollo de una vid, en la contemplación de una falena, una mariposa, una crisálida, un arroyo de agua corriente. La he sentido en el océano, en la caída de un meteoro. La he encontrado en la mirada de personas de mucha edad. Y hay en los cielos una o dos estrellas, una especialmente, de sexta magnitud, doble y cambiante, que se encuentra cerca de la estrella mayor de Lira, en la cual, en medio de un examen telescópico, me di cuenta también de este sentimiento. Me he sentido lleno de su fuerza al escuchar ciertos sones de instrumentos de cuerda, y muchas veces leyendo determinados pasajes de algunos libros. Recuerdo muy bien un trozo de una obra de Jóseph Glánvill que, quizá simplemente en razón de su originalidad (¿quién podría decirlo?), nunca dejaba de inspirarme el mismo sentimiento. "La voluntad está allí yacente, mas no muerta. ¿Quién conoce los misterios de la voluntad en todo su poder? Porque Dios es solamente una inmensa voluntad dominando todas las cosas por virtud de su intensidad. El hombre no es vencido por los ángeles, ni siquiera por la muerte completamente, sino en razón de la flaqueza de su frágil voluntad".

Edgar Allan Poe


jueves, febrero 20

Invierno, Vincent van Gogh, 1885

"A veces hace tanto frío en el invierno que uno dice: "El frío es demasiado horrible para que me importe si se acerca el verano o no; el daño supera al bien". Pero con o sin nuestra aprobación, el mal tiempo finalmente llega a su fin y una buena mañana el viento cambia y se produce el deshielo. Cuando comparo el estado del tiempo con nuestro estado mental y nuestras circunstancias, sujetas a cambios y fluctuaciones como el clima, todavía tengo alguna esperanza de que las cosas mejoren."

Fragmento de carta de Van Gogh a su hermano Theo.

El principito


“Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas. Se pasa el día diciendo, como tú: “¡Soy un hombre serio! ¡Soy un hombre serio!”, lo que le hace hincharse de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!”

El lobo estepario

"Imagínese un jardín con cien clases de árboles, con mil especies de frutas y otros tantos géneros de hierbas. Pues bien: si el jardinero de este jardín no conoce otra diferenciación botánica que lo "comestible" y la "mala hierba", entonces no sabrá que hacer con nueve décimas partes de su jardín, arrancará las flores más encantadoras, talará los árboles más nobles, o los odiará y mirará con malos ojos. Así hace el lobo estepario con las mil flores de su alma".

miércoles, febrero 19

Ensayo sobre la ceguera

"Si antes de cada acción pudiéramos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras, se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que esto es la inmortalidad de la que tanto se habla..."




Jose Saramago 

Crimen y castigo (1866)

"El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor".

Fiódor Dostoievski

martes, febrero 18

Y bueno, somos otro nivel


Amor platónico

"¿Qué es el amor platónico? ¿Utilizamos bien la expresión? ¿Es un amor que nos inspira o nos frustra? ¿Podemos distinguirlo de otros tipos de amores? ¿Es cierto que se trata de un amor imposible? ¿Y si al final resultase que todo amor, siempre es platónico?

En su uso cotidiano la expresión “amor platónico” remitiría a una situación paradójica, ya que se trataría de un amor que combinaría al mismo tiempo lo ideal, lo inalcanzable y lo irrealizable. Nos enamoramos de alguien que representa nuestro más puro ideal de vínculo perfecto. Claro que por tan ideal, se revela imposible en sus dos facetas: suele ser alguien fuera de nuestro alcance y al mismo tiempo fuera de toda posibilidad. Lo paradójico reside en que sin embargo anhelamos ese amor como si fuera posible. Es más, muchas veces lo damos por real (en esa frontera difusa entre lo real y lo espectral) y ese amor platónico se vuelve una fuerza motora para nuestra existencia cotidiana. Casi como si lo que importara en definitiva, no fuera tanto el vínculo concreto sino lo que provoca y transforma en uno. De allí que el amor platónico tiene mucho de religioso, pero en ese lugar donde lo religioso se corporizó en idolatrías de todo tipo: desde héroes del deporte o del espectáculo hasta valores como el dinero, el placer o el consumo. O en ese lugar, como sostiene Marx, donde la religión y sus trascendencias nos confirman las miserias de un mundo del que por ello queremos todo el tiempo escapar.

Es que si nos remitimos a la teoría platónica del amor (que tiene algo que ver con el amor platónico, pero también difiere notablemente), se ama lo que no se tiene, esto es, el amor es la búsqueda de aquello que me completa. La idea de una naturaleza humana carente, finita, en falta, encuentra en el amor la posibilidad de su propia trascendencia. Y en el otro el medio justo y necesario para que mi propia falencia se plenifíque. El problema es que muchas veces el otro no encaja exactamente en la figura abierta de mi propio deseo. El problema en realidad es que el otro nunca encaja. El problema es que el amor es con un otro. O peor, el problema es que esta estructura revela el carácter espectral de todo vínculo, preocupados más por encontrar a alguien que se constituya en el otro ideal para mi propia realización. Y de este modo, el ideal obtura la diferencia que el otro trae. Y el vínculo se vuelve una relación con uno mismo, con lo que uno proyecta de sí en el otro.

Así, la idealización se vuelve una estrategia propia de quienes disuelven al otro para proyectar su propia necesidad, su propia carencia. Pero entonces, ¿no es todo amor platónico? ¿No estamos siempre idealizando y haciendo del otro lo que nosotros necesitamos para potenciarnos a nosotros mismos? Nuestro modelo ideal de pareja siempre surge de nosotros, pero sin embargo el vínculo siempre es con otro, y esa otredad –por suerte- nunca viene a coincidir efectivamente con nuestras idealizaciones. Por eso un auténtico amor con el otro nunca cierra, ni trae paz, ni es seguro, ni estable. Es más, se vuelve una revolución permanente que socava los cimientos de nuestros dogmas y prejuicios. Nos subvierte. Nos saca de nosotros mismos. Nos destierra".

Dario Gabriel Sztajnszrajber

El otro yo

"No he dejado de pensar en ti, me gustaría decirtelo. Me gustaría escribirte que me gustaría volver, que te extraño y lo pienso

Pero no te busco, 
ni siquiera te escribo, 
no sé dónde estás
y extraño saberlo. 

¿Tienes planes?
¿Has sonreido hoy?
¿Qué soñaste?
¿A dónde vas?
¿Tienes sueños?
¿Has comido?

Me gustaría poder encontrarte, 
pero no tengo la fuerza
y tú tampoco. 

Entonces nos quedamos esperando en vano
y pensando en ello
y recuérdame. 

Recuerda que pienso en ti, que no lo sabes pero te vivo todos los días, que escribo sobre ti. 

Y recuerda que buscar y pensar son dos cosas diferentes. 

Y yo te pienso pero no te busco".

Charles Bukowski

domingo, febrero 16

Historias inconscientes

“Por eso la comunicación, para el Psicoanálisis, es siempre fallida. No es posible comunicar porque no es cierto que utilicemos el mismo código y que las palabras puedan transmitir todo lo que se quiera decir. Siempre algo escapa a la voluntad del hablante y es ese lugar de malentendido el que nos importa. Ese instante en el que el lenguaje no sólo sorprende y deja perplejo al otro, sino al propio sujeto que se detiene, asombrado y dice: “No sé por qué dije eso” o “Mira lo que dije”… Y pretende desecharlo diciendo que no es lo que quiso decir, pero justamente eso que quiere tirar será lo que nosotros tomaremos. En este sentido, podemos decir que los analistas trabajamos con el basurero del lenguaje.”

Gabriel Rolon 

Kafka en la orilla


sábado, febrero 15

Hojas de ruta

"Leer un libro es como encontrarse con otra persona. Hay libros sorprendentes y libros aburridos, libros para leer una sola vez y libros a los que uno siempre quisiera volver. Libros, al fin, unos más nutritivos que otros. Digo lo mismo desde otro lugar: encontrarse con otro es como leer un libro."

 Jorge Bucay

viernes, febrero 14

Feliz día del amor (propio)

"El amor es un vínculo que sana pero que sustentado en la humildad es capaz de reconocer cuando uno es nocivo para el otro y responsablemente comienza a trabajar para mejorar, cuando se sabe que no se revierte nada es capaz de soltar y hacerse a un lado: prefiero renunciar a la persona para que ésta sea feliz que aferrarme, poseerla y destruirla."

(5)

Jonathan Ahumada

"No et quedis on no puguis florir."
(No te quedes donde no puedas florecer.)

El existencialismo es un humanismo

«El existencialista, por el contrario, piensa que es muy incómodo que Dios no exista, porque con él desaparece toda posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible; ya no se puede tener el bien a priori, porque no hay más conciencia infinita y perfecta para pensarlo; no está escrito en ninguna parte que el bien exista, que haya que ser honrado, que no haya que mentir; puesto que precisamente estamos en un plano donde solamente hay hombres.

Dostoievsky escribe: Si Dios no existiera, todo estaría permitido. Este es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta.

Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas.

Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. 

Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace».

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«El hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza; por lo tanto, no es otra cosa que el conjunto de sus actos, nada más que su vida. »

Jean-Paul Sartre 

La insoportable levedad del ser

“No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos. Si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento”. 

Milan Kundera

jueves, febrero 13

No te detengas


Posesión del ayer

"Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que ven. Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado. Cuando quiero escandir versos de Swinburne, lo hago, me dicen, con su voz. Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdimos. Ilión fue, pero Ilión perdura en el hexámetro que la plańe. Israel fue cuando era una antigua nostalgia. Todo poema, con el tiempo, es una elegía. Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujeto a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos."

Jorge Luis Borges 

miércoles, febrero 12

Poste restante


"Durante varios años, Verónica me había escrito una carta mensual. No diré que yo las olvidara, pero tal vez se hubieran quedado escondidas en el tedio del pasado de no sobrevenir la obligación de mi mudanza.

Estuve tres días vaciando roperos y armarios y de uno de éstos se desprendió una maleta que no tenía candado y en consecuencia se abrió al tocar el suelo. Y allí estaba el atado con las cartas que Verónica mandaba regularmente a mi casilla de correo. Quizá yo estaba cansado con tanta calistenia de traslado, pero al mismo tiempo me picó la curiosidad y me vinieron ganas de releer aquellas cartas de ayer y de anteayer. Aquí transcribo algunas:

Hola Martín: Aquí estoy en la terraza, sola, frente a la costa. No hay viento, el mar está quieto. Una confesión: la soledad ha dejado de herirme. Mejor aún: me permite revisar, casi diría descifrar, mi pasado sin gracia. En un platillo de la balanza coloco mis odios; en el otro, mis amores. Y he llegado a la conclusión de que las cicatrices enseñan; las caricias, también.

Ya hace dos meses que se fueron mi madre y mi hermana. Me gustó tenerlas conmigo, pero también sentí cierto alivio cuando me dijeron hasta pronto. Con mi hermana me llevo bastante bien. Pensamos diferente en muchos tópicos (ideología, política, cultura, y hasta deportes) pero por lo general evitamos los temas conflictivos. Lo esencial es el afecto y éste permanece. Mi madre, en cambio, es muy tozuda, y eso dificulta la relación, ya que es incómodo ser sincera con ella. Cuando puedas y quieras, ponme unas líneas.

Martín: Bueno, las vacaciones se terminaron y en estos días padezco eso que los nuevos psicólogos han bautizado como el trauma posvacacional. Por suerte, sé que no me dura mucho. La avalancha de trabajo barre con todas las melancolías.

Creo que no llegaste a conocer a mi jefe actual. Buena persona, pero más braguetero que Juan Tenorio. Las subordinadas tienen que andar con todas las alarmas encendidas, porque al menor descuido les toca el culo. Hay que reconocer que nunca va más allá de un acoso tan discreto. Al parecer, le alcanza con dejar esa constancia ambiental, algo que entre otras cosas le sirve al personal masculino para burlarse de las muchachas.

En mi caso particular, y en vista de que he alcanzado los cuarenta, mis nalgas ya están fuera de campeonato. Curiosamente, tal abandono me produce una doble sensación: una, por supuesto, de alivio, y otra, de cierta frustración, como si de pronto me hubieran jubilado del escrúpulo erótico y la lujuria abstracta. ¿Tú qué opinas? ¿También te jubilaste?

Hola Martín: El invierno siempre tuvo para mí un lado cavernoso, fantasmal, como si los vientos helados trajeran consigo las malas noticias y las lluvias implacables nos hicieran olvidar cómo era el sol. Abrigos no me faltan, pero debajo del sobretodo, la zamarra o los ponchos, sé que mi piel tirita y que un cierto destemple se me instala en el alma.

Este invierno, sin embargo, me llegó con otro ritmo. ¿Te acordás de Eusebio? ¿Aquel alto, de pelo revuelto, más bien parco, lector empedernido, que se complacía en rectificar al profesor de Historia? Bueno, me caso con él. La historia es más sencilla de lo que te imaginas, casi te diría que más sencilla de lo que yo misma podía haberla imaginado.

Una mañana se apareció en la oficina, no precisamente para hablar conmigo (ni siquiera sabía que yo trabajaba allí) sino con mi jefe querendón, pero como éste asistía a una reunión del Directorio que le iba a llevar varias horas, Eusebio me sugirió que nos fuéramos a almorzar, y de paso celebrar nuestro reencuentro.

Íbamos por la mitad del almuerzo cuando por fin nuestras miradas se encontraron. Y de pronto estuvo todo dicho. Tuvo la delicadeza de no llevarme a un hotel sino a su departamento de soltero. A mí, otra soltera. Aquí va la invitación. Ya sé que no podrás venir. El próximo viernes nos vamos a Río. No está mal, ¿verdad?

Martín: La última vez que te escribí (¿cuánto hace?, ¿dos años?) estaba dando el último toque a mi soltería. Ahora te escribo desde mi viudez recién inaugurada. Eusebio murió en un accidente carretero. Por favor, no me envíes ningún pésame. No corresponde. Iba con otra. La hija del gerente, su último amor, que también murió. Las dos noticias me llegaron juntas. Bah.

Hola Martín: Sólo para avisarte que no habrá más cartas. Gracias por los años y el vacío de tus silencios. Si alguna vez me hubieras contestado, te habría mandado un fax con dos o tres hurras. Pero no me contestaste. Paciencia. No sé si esto se acaba o si me acabo yo. Como avisan en el casino: No va más. Bien sabes que soy atea y que este mutis no servirá para evangelizarme".

Mario Benedetti

Calígula

«El amor no me basta: eso es lo que comprendí entonces. Es lo que comprendo también hoy, al mirarte. Porque amar a una persona es aceptar envejecer con ella.

No soy capaz de este amor. Drusila vieja era mucho peor que Drusila muerta. Es habitual la creencia de que un hombre sufre porque la persona a quien amaba muere un día.

Pero su verdadero sufrimiento es menos fútil: es advertir que tampoco la pena dura. Hasta el dolor carece de sentido. Ya ves, no tenía excusas; ni siquiera la sombra de un amor, ni la amargura de la melancolía.

No tengo coartada. Pero hoy soy más libre que hace años, libre del recuerdo y de la ilusión. (Ríe apasionadamente). ¡Sé que nada dura! ¡Saber esto! Sólo dos o tres en la historia hemos hecho esta experiencia, hemos realizado esta felicidad demente. Cesonia, has seguido hasta el fin una tragedia muy curiosa. Es hora de que caiga para ti el telón.

Pasa de nuevo tras ella y desliza el antebrazo en torno al cuello de Cesonia.

Cesonia: (con espanto). ¿Acaso es la felicidad esa libertad espantosa?

Calígula: (apretando poco a poco con el brazo la garganta de Cesonia). Tenlo por seguro, Cesonia. Sin ella hubiera sido un hombre satisfecho. Gracias a ella, he conquistado la divina clarividencia del solitario.

(Se exalta cada vez más, estrangulando poco a poco a Cesonia, quien se entrega sin resistencia, con las manos un poco tendidas hacia adelante. El le habla, inclinado, al oído). Vivo, mato, ejerzo el poder delirante del destructor, comparado con el cual el del creador parece una parodia. Eso es ser feliz.

Esa es la felicidad: esta insoportable liberación, este universal desprecio, la sangre, el odio a mi alrededor, este aislamiento sin igual del hombre que tiene toda su vida bajo la mirada, la alegría desmedida del asesino impune, esta lógica implacable que tritura vidas humanas (Ríe), que te tritura, Cesonia, para lograr por fin la soledad eterna que deseo.»

Albert Camus 
(Acto IV. Escena XII).

martes, febrero 11

Proyecto de vida

"No sólo es desear algo con intensidad, es mucho más importante luchar por aquello que deseas con intensidad. Una visión infantiloide es fantasear con que si simplemente lo deseas lo vas a obtener, por eso mismo estamos muy arruinados en muchas áreas de la vida: no sabemos luchar."

J. A. 

Viaje al centro de la tierra

“Mientras el corazón late, mientras el cuerpo y alma siguen juntos, 
no puedo admitir que cualquier criatura dotada de voluntad 
tiene necesidad de perder la esperanza en la vida”. 

Julio Verne

flōrēscere



"Si usted quiere milagros, no busque el Budismo. El supremo milagro para el Budismo es que usted lave su plato después de comer".



Coen Roshi

lunes, febrero 10

Creative

"Nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia. Cuando se separan el hombre deja de existir." 
                                                     
 Nikola Tesla

sábado, febrero 8

Contradanza a ciegas

"En los momentos en que me sentí desprotegida/ me di cuenta de que quien me cuidaba/ era yo./ Esa, de sonrisa rápida,/a quien tengo escondida en mí/ y le siguen brillando los ojos/cuando le sonrío."


Ilustración: Gilberto Andrés Mendoza Cantú.

lunes, febrero 3

Corazón

«La gente se ilusiona con el amar y ser amado sólo porque siente la necesidad de aferrarse a algo»

Alessio Puleo