sábado, noviembre 22

Héroes en la guerra

« Enseña a tus hijos que no hay gloria o héroes en la guerra.

Que la gloria viene de las acciones que previenen las guerras 
y los héroes son los que implementan esas acciones »




jueves, noviembre 20

Salvemos a las mujeres


« 1. Alimentación correcta: Nadie vive de la brisa. Mujer vive de cariño. Dele en abundancia. Besos matinales y un “yo te amo” al desayuno las mantienen bellas y perfumadas durante todo el día. Un abrazo diario, hablar con ellas es como el agua para los helechos. No la deje deshidratarse. Si su hombre no hace eso, búsquese uno que lo haga.

2. Flores: También hacen parte del menú. Mujer que no recibe flores se marchita rápidamente y adquiere rasgos masculinos como la brusquedad y el trato áspero.

3. Hábitat: La mujer no puede vivir en cautiverio. Si está enjaulada, huirá o morirá por dentro. No hay cadenas que las aten y las que se someten a la jaula pierden su ADN.

4. Respete la naturaleza: ¿No soporta la TPM (tensión pre-menstrual)? Cásese con un hombre. Las mujeres menstrúan, lloran por cualquier cosa, les gusta hablar de cómo les fue en el día, de discutir sobre la relación. Si quiere vivir con una mujer, prepárese para eso.

5. No restrinja su vanidad: Es propio de la mujer pintarse las uñas, los labios, estar todo un día en el salón de belleza, coleccionar zarcillos, comprarse muchos zapatos y carteras, pasar horas escogiendo ropa en un centro comercial. Comprenda todo esto y apóyela.

6. El cerebro femenino no es un mito: Mujer sin cerebro no es mujer, sino un simple objeto decorativo. Algunas le mostrarán que tienen más materia gris que usted.

7. No haga sombra sobre ella: Si usted quiere ser un gran hombre tenga una mujer a su lado, nunca atrás. De esa forma, cuando ella brille, usted se bronceará. Sin embargo, si ella está atrás, usted se llevará una patada en el trasero.

8. Acepte: Las mujeres también tienen luz propia y no dependen de un hombre para brillar.

Mi amigo, si usted piensa que la mujer es demasiado costosa, fastidiosa o complicada ¡Es un pobre hombre! Las Mujeres son una Bendición »



Luis Fernández





Revolución mexicana


miércoles, noviembre 19

Las 5 heridas que impiden SER uno mismo: Rechazo.

« Cuando un bebé nace, sabe en lo más profundo de su ser que la razón por la que  ha llegado es la de ser él mismo al vivir diversas experiencias. Al nacer nos concentramos principalmente en las necesidades de nuestra alma, la cual desea que nos aceptemos junto con nuestras experiencias, defectos, potenciales, debilidades, deseos, personalidad…Todos tenemos esas necesidades. Sin embargo, poco después de nacer, nos damos cuenta de que cuando nos atrevemos a ser nosotros mismos, alteramos el mundo de los adultos o el de los que están cerca de nosotros. Y de ello deducimos que no es bueno ni correcto ser naturales. Este doloroso descubrimiento provoca, sobre todo en el niño, crisis de ira, las cuales llegan a ser tan frecuentes que, nos vemos obligados a creer que son normales. El niño que actúa naturalmente, que es equilibrado y que tiene el derecho a ser él mismo no pasa por este tipo de crisis. Por desgracia, este tipo de niño «natural» casi no existe. He observado más bien que la mayoría de los niños pasan por las siguientes cuatro etapas: después de conocer la alegría de ser él mismo en la primera etapa de su existencia, conoce el dolor de no tener el derecho de ser él mismo, que es la segunda etapa. Llega enseguida el período de crisis, de rebeldía, que es la tercera etapa. Con objeto de reducir el dolor, el niño se resigna y termina por crearse una nueva personalidad para transformarse en lo que los demás quieren que sea. Algunas personas permanecen estancadas en la tercera etapa durante toda su vida, es decir, reaccionan continuamente, están enojados o en permanente situación de crisis. En la tercera y cuarta etapa es cuando creamos numerosas máscaras (nuevas personalidades) que sirven para protegernos del sufrimiento. Estas nuevas personalidades o «defensas» son cinco, y corresponden también a cinco grandes heridas fundamentales que vive el ser humano. Todos los sufrimientos del ser humano pueden resumirse en cinco heridas.

Somos humanos, y aceptar nuestras limitaciones es lo que nos hace humildes y nos permite descubrir nuestra herencia divina.

Las cinco heridas del alma más comunes son:

- El rechazo.
- El abandono.
- La humillación.
- La traición.
- La injusticia.

No necesariamente tenemos las cinco heridas. Con humildad y sinceridad cada cual puede reconocer sus heridas. Reconocer nuestra limitación humana es el primer paso en el proceso de sanación. Si nos cuesta identificar nuestras heridas es porque nos ocultamos tras una máscara, que se construyó para no ver ni sentir esa herida. Las máscaras de cada herida son las siguientes:

Herida------Máscara
Rechazo----------Huidizo
Abandono-------Dependiente
Humillación-----Masoquista emocional y mental
Traición---------Controlador
Injusticia--------Rígido


HERIDA DE RECHAZO


El adulto que tiene esta herida vivió experiencias de rechazo en su niñez y tenderá a rechazarse a sí mismo y a los demás, también rechazará experiencias placenteras y de éxito por el profundo sentimiento de vacío interno y por tener la creencia errónea de ser ”poco merecedor”. Culpa a los demás de ser rechazado y sin ser consciente de ello, es él quien se aísla creando así su círculo vicioso.

Veamos, primero qué significa  la palabra "rechazo" o "rechazar". El diccionario nos proporciona varias definiciones: despedir; refutar; rehusar; no ceder; no atender; negar.

Para muchas personas resulta difícil distinguir entre rechazar y abandonar. Abandonar a alguien quiere decir distanciarse de él por algo o por alguien más, mientras que rechazar a alguien es rehusarlo, no desear tenerlo cerca o no desear tenerlo en la vida. Quien rechaza  utiliza la expresión : "No quiero", en tanto que  quien abandona usa el término: "No puedo".

El rechazo  es una herida muy profunda ya que quien la sufre se siente rechazado en su interior y, sobre todo, siente rechazo con respecto a su derecho de existir. De las cinco heridas, esta es la primera que se manifiesta, está presente desde muy temprana edad en la vida de las personas.

Tomemos el ejemplo del bebé no deseado, el que llega, como suele decirse; "por accidente". Otro ejemplo elocuente es el caso del bebé que nace del sexo contrario al que han deseado sus padres. Sin duda, hay muchas razones por las cuales uno de los padres rechaza a su hijo. También es común que el progenitor no haya tenido la intención de rechazar a su hijo, y que él mismo se sienta rechazado, manifestándolo a la menor oportunidad, ya sea al escuchar comentarios descorteces o cuando vive en la impaciencia o la ira.  Mientras la herida no sane por completo, se reactivará fácilmente. 

La persona que se siente rechazada no es objetiva, ya que interpreta lo que sucede a su al rededor a través de los filtros de su herida y se siente rechazada, aún cuando no lo sea.

Desde el instante en que el bebé comienza a sentirse rechazado, empieza a crear una máscara de huida. Utilizaré el término "Huidizo" para  designar a la persona que sufre rechazo. La máscara huidiza es la personalidad o el carácter que se desarrolla precisamente para evitar el rechazo.

Esta máscara se reconoce físicamente en el cuerpo del huidizo. En otras palabras, es un cuerpo, o una parte de este, que parece querer desaparecer. Debido a que el cuerpo es muy estrecho o restringido, le es fácil simular que desaparece o que no está muy presente o visible en un grupo. Es un cuerpo que no desea ocupar mucho luchar, un cuerpo que intentará toda la vida no ocupar demasiado espacio. Mientras más pegada esté la piel al cuerpo, podemos deducir que la herida de rechazo es muy grande.

El huidizo es aquel que duda de su derecho a existir y parece no estar completo.  Es como si le faltara un trozo o como si los pedazos de su cuerpo no encajaran en un conjunto. Por ejemplo, el lado derecho del cuerpo o del rostro puede ser muy diferente al izquierdo. Todo esto es observable con facilidad. 

Cuando hablo de un cuerpo fragmentado o incompleto, me refiero a una parte del cuerpo a la que aparentemente le falta algo, como los glúteos, los senos, el mentón, las mejillas; a unos tobillos mucho más pequeños que las pantorrillas o a un hueco en la región de la espalda, el pecho, el vientre, etcétera.

Puede decirse que el cuerpo está contraído, pues parece que la persona se contrae a sí misma. Sus hombros están echados hacia adelante y los brazos se encuentran con frecuencia pegados al cuerpo. También se tiene la impresión de que el crecimiento del cuerpo o una de las partes, se obstruyó. Parecería que una parte del cuerpo no tuviera la misma edad que el resto y cuando el cuerpo está contraído, podría pensarse que se trata de un adulto en el cuerpo de un niño.

El rostro y los ojos del huidizo son pequeños. Los ojos parecen ausentes o vacíos, debido a que la persona afectada por esta herida tiene la tendencia a huir fácilmente de su mundo o "estar en la luna". Con frecuencia los ojos están llenos de temor. Al observar la mirada de una persona huidiza, podemos tener la impresión de que vemos una máscara, sobre todo al rededor de los ojos, ya que debajo de ellos hay ojeras.

Mientras más características posea la persona su herida de rechazo es más profunda. Cuando el cuerpo de la persona muestra el 50 por ciento de las características físicas, puede deducirse que porta su máscara de huidizo para protegerse del rechazo cerca del 50 por ciento del tiempo. Este sería el caso, por ejemplo, de la gente cuyo cuerpo es grande, con un rostro pequeño y los ojos pequeños del huidizo, o cuyo cuerpo es muy grande y sus tobillos muy pequeños. Cuando sólo una parte del cuerpo corresponde a las características, la herida es menor.

Portar una máscara significa no ser ya uno mismo. Adoptamos una actitud diferente elaborada desde muy jóvenes, creyendo que esta actitud nos protegerá. La primera reacción que tiene la persona que se siente rechazada es huir. Cuando el niño en vías de crearse una máscara de huidizo, se sienta rechazado, vivirá con más frecuencia en un mundo imaginario. Esta es la razón por la cual, a menudo, será un niño prudente y tranquilo, que no causará problemas ni hará ruido.

Este tipo de niño se divierte solo en su mundo imaginario y se construye castillos fantásticos. Puede incluso creer que sus padres se equivocaron de bebé en el hospital o los adultos con los que vive no son sus verdaderos padres. Es también el tipo de niño que inventa diferentes formas para huir de casa, entre ellas, su deseo tenaz de asistir a la escuela. Sin embargo, una vez que llega a ella, sobre todo si siente rechazo o él se rechaza a sí mismo, está todo el tiempo "en otro lugar", en su propio mundo.

Sin  embargo, este tipo de niño desea que se percaten de su existencia, aún cuando él no crea mucho en su derecho a existir.  Tal es el caso de una pequeñita que se ocultaba tras un mueble cuando sus padres tenían invitados en casa. Cuando se percataban de su ausencia, todos se apresuraban a buscarla, pero ella no salía de su escondrijo, pues sabía que los adultos se preocuparían cada vez más. La niña se decía a sí misma: "Quiero que me encuentren. Quiero que se den cuenta de que existo". Esta persona creía tan poco en su derecho a existir que debía crear situaciones para intentar comprobarlo ante sí misma.

Cuando se trata de un niño cuyo cuerpo es más pequeño que el promedio, parece frágil y por lo tanto, la madre reacciona protegiéndolo en exceso.  Para él, ser amado se transforma entonces en "sentirse sofocado". Más adelante, su reacción consistirá en rechazar o huir cuando alguien lo ame, por el persistente temor a esta asfixia. El niño sobre protegido se percibe a sí mismo como rechazado, puesto que no se siente aceptado por lo que es, se siente rechazado por sus capacidades, ya que todos quieren hacer las cosas por él, al verlo tan "indefenso".

El huidizo prefiere no apegarse a las cosas materiales, ya que estas le impiden huir a sus anchas. Pareciera ser que ve todo lo material de lejos. Se pregunta qué hace en este planeta y le es difícil creer que aquí podría ser feliz. Todo lo que se relaciona con el espíritu y con el mundo intelectual le resulta atractivo. No suele utilizar lo material para obtener placer, ya que considera a las cosas superfluas. El huidizo reconoce que el dinero es necesario, pero que no le causa placer alguno.

Su desapego por las cosas materiales puede traerle dificultades en su vida sexual, porque puede llegar a creer que la sexualidad interfiere con la espiritualidad. Les resulta difícil pensar que pueden necesitar la sexualidad como cualquier ser humano común.  Muchas veces incurren en situaciones en las que son objeto de rechazo en el plano sexual por su pareja, o ellas mismas evitan su sexualidad.


La herida del rechazo radica en el progenitor del mismo sexo.


Si te reconoces en la descripción de la persona que se siente rechazada, siginifica que has vivido rechazo por tu progenitor del mismo sexo que tú.  Este es el progenitor que ha sido el primero en contribuir a tu herida ya existente. Es sin embargo normal y humano no aceptarlo y guardar cierto resentimiento, hasta el punto de odiar, quizá.


El progenitor del mismo sexo tiene el papel 
de enseñarnos a amar, a amarnos y a darnos amor. 
El progenitor del sexo opuesto nos enseña a dejarnos amar 
y a recibir amor.


Al no aceptar al progenitor que ha contribuido a causar tu herida, también es normal tomar la decisión de no tomarlo como modelo. Si te ves con esta herida, esta no aceptación explicará las dificultades que tienes para aceptarte y amarte.

El huidizo se considera "nulo", sin valor. Por este motivo intenta utilizar cualquier medio para ser perfecto y adquirir valor ante sus propios ojos o ante los de los demás. A menudo utilizan la palabra "nada" en sus conversaciones.


"Mi jefe me decía que mi trabajo era nada y por eso renuncié".
"Mi madre no sirve para nada en el trabajo doméstico".
"Mi padre nada le dio a mi madre".


En casos semejantes, se describe a sí mismo utilizando el mismo término:


"Sé que no valgo nada; que los demás son más interesantes que yo".
"Poco importa lo que haga, no vale nada".
"Haz lo que quieras, no me afecta en nada".


Con respecto a sí mismo, un hombre huidizo en un taller, confesó  que se sentía nulo y bueno para nada ante los ojos de su padre. Dijo: "Cuando me habla, me siento humillado, agobiado y no pienso más que en huir, porque pierdo todas mis capacidades cuando estoy con él. Su presencia me oprime". Una mujer, por su parte, contó que a los 16 años decidió que su madre era ya  "nadie" para ella; en respuesta su madre le dijo entonces que podía desaparecer para siempre, incluso morir y que se las arreglaría sola. Para huir de su madre, la joven cortó completamente la relación con ella.

Es interesante notar que particularmente el progenitor del mismo sexo es quien fomenta la huida del niño que se siente rechazado. Una situación que es frecuente es la del niño que desea escapar de casa, ante lo cual el progenitor le responde: "Buena idea. Vete". Además de vivir el rechazo, el niño siente aún más resentimiento hacia ese progenitor. Suele darse este tipo de situaciones con el progenitor que también sufre la herida del rechazo y por ello incita la huida, pues este recurso le es familiar, aún cuando no tenga consciencia de ello.

La palabra "inexistente" también forma parte del vocabulario del huidizo.  El huidizo tiende a dar esta respuesta a preguntas, tales como; "¿Cómo es tu vida sexual?" o "¿Cómo son tus relaciones amorosas?"; "Inexistentes". Mientras que para la mayoría de las personas la respuesta usual sería que no marchan bien.

Los huidizos también acostumbran usar la palabra "desaparecer". Suelen decir, por ejemplo: "Mi padre decía que mi madre era una... Y yo quería desaparecer", "Yo quería que mis padres desaparecieran", "Me voy a desaparecer de tu vida".

El huidizo prefiere la soledad, ya que si recibe mucha atención teme no saber qué hacer. Parecería ser que su existencia fuera excesiva. En familia y en cualquier otro grupo, desaparece. Cree que debe sufrir circunstancias desagradables, como si no tuviera derecho a protestar.

Tal es el ejemplo de una niña que le pide a su madre que le ayude en sus deberes escolares y a cambio obtiene la siguiente protesta: "Pídeselo a tu padre ¿No ves que estoy muy ocupada y que él no está haciendo nada?". Al sentirse rechazada, su primera reacción será decirse: "Lo que sucede es que no soy lo suficientemente amable"..., y buscará un lugar para estar sola.

El huidizo por lo general tiene pocos amigos en la escuela, al igual que le sucederá más adelante en su empleo. Se le considera solitario y se le deja solo. Mientras más se aísla más invisible parece volverse. De esta forma entra en un círculo vicioso: se coloca su máscara de huidizo para no sufrir cuando se siente rechazado, y se aleja de la gente a tal grado, que se vuelve imperceptible. Cada vez se encuentra más solo, y también cada vez se da a sí mismo más motivos para sentirse rechazado.

Hay gente con herida de rechazo que al participar en talleres pasa por desapercibida y cuando se le pregunta: "¿Pero dónde estuvo usted todo este tiempo?", invariablemente responden: "No tenía nada interesante que decir. Por eso no hablé". Uno puede darse cuenta inmediatamente que se trata de u huidizo pues tiene las características físicas mencionadas.

En efecto, por lo general el huidizo habla poco. Si decide hablar mucho, lo hará para intentar infundirse valor  y sus palabras pueden parecer altaneras ante los demás.

El huidizo a menudo desarrolla problemas cutáneos para evitar que los demás lo toquen. Al ser la piel un órgano de contacto, su aspecto puede atraer o repugnar a los otros. Para un huidizo es común decir: "Cuando me tocan, me imagino que me sacan de mi caparazón". Esta herida de rechazo provoca que la persona crea que si habita en su propio mundo no tendrá que sufrir más, ya que no se rechazará más a sí misma ni será rechazada por los demás. Por eso cuando está en grupo, prefiere eclipsarse: se sumerge en su caparazón.

Este es también el motivo por el cual el huidizo recurre fácilmente a lo astral.  Por desgracia, con frecuencia es poco consciente de que hace lo contrario de lo que cree. Por lo general se dispersa en sus ideas. En ocasiones dirá: "Necesito reencontrarme", porque tiene la sensación de estar roto en pedazos. También suelen decir: "Me siento cortado de los demás, como si no existiera".

Las mujeres huidizas tienden a cruzar las piernas al nivel del muslo cuando toman asiento y también prefieren sentarse en el piso. Al no tener los pies colocados sobre la tierra, pueden evadirse con mayor facilidad.

La persona que sufre la herida de rechazo busca sin cesar el amor del progenitor del mismo sexo, y en ocasiones, transfiere su búsqueda hacia otras personas, del mismo sexo también.  No se percibe como un individuo completo porque no ha conquistado el amor del progenitor en cuestión y es muy sensible al mínimo comentario que proceda de él; se siente fácilmente rechazado. Con el tiempo, puede volverse rencoroso y en ocasiones llegar al odio; porque su sufrimiento es verdaderamente intenso.  Recuerda que odiar exige mucho amor. Un gran amor que se vive con desilusión, se transforma en odio.

La herida de rechazo es tan profunda que, entre los cinco tipos de heridas y personas con dichos caracteres, el huidizo es el más propenso a odiar. Es posible que pase sin dificultad por una fase de gran amor hacia otra de gran odio. Esto implica un sufrimiento interior enorme.

En cuanto al progenitor del sexo opuesto, el huidizo teme más bien rechazarlo y por ello restringe sus actos y palabras hacia él. Hace todo lo posible por no rechazar a este progenitor porque teme de que se le acuse de no querer a alguien. Sin embargo, desea que el progenitor del mismo sexo haga algo para evitar sentirse rechazado. No quiere comprobar una y otra vez que su herida no sanada le causa el sentimiento de rechazo y que nada tiene que ver con ese progenitor.

Si vive una experiencia de rechazo con el progenitor o con cualquier otra persona del sexo opuesto se acusa a sí mismo de esta situación y se rechaza, diciéndose que es su culpa el que el otro lo haya rechazado.

Si te ves con la herida de rechazo, es muy importante aceptar que, aún si tu progenitor realmente te rechaza, es tu herida que no ha sanado la que en realidad atrae hacia ti este mismo tipo de situaciones. Si continúas creyendo que todo lo que te sucede es culpa de los demás, no sanarás. A raíz de tu reacción con tus padres, te sientes fácilmente rechazado por las personas de tu mismo sexo y temes rechazar a las del sexo opuesto. A fuerza de temer rechazarlas, no debe sorprenderte que eso sea precisamente lo que acabes haciendo.  Mientras más alimentamos un temor, más rápido se concreta.

El huidizo se siente devaluado constantemente. Con frecuencia se compara con quienes son "mejores" que él, pues cree no ser tan bueno como los demás. No se percata de que puede ser mejor que cualquiera en muchos ámbitos, e incluso, le es difícil creer que alguien pueda elegirlo como amigo, como pareja, o que las personas realmente puedan amarle.

Por consiguiente, el huidizo vive en ambivalencia. Cuando es elegido, no lo puede creer y se rechaza a sí mismo, y en ocasiones llega incluso a sabotear situaciones. Y cuando no es elegido se siente fatal. Alguien que venía de una familia de varios hijos relató que su padre nunca lo escogía para nada, y por ello deducía que los demás eran mejores que él. No era de sorprender entonces para él, que los otros fueran favorecidos antes. Es un círculo vicioso.

No es raro que el hiudizo diga o piense que sus palabras carecen de valor. Cuando recibe demasiada atención, pierde la cabeza y teme ocupar mucho espacio, cree que molesta.  Ser molesto, significa para él ser rechazado por las personas a las que supuestamente perturba.

Cuando alguien habla y le quita la palabra, su reacción inmediata es pensar que sucedió porque no es importante; entonces, es habitual que deje de hablar y se aísle.  Para el huidizo también es difícil expresar su opinión cuando no es solicitada, porque considera que los demás se sentirán confrontados  con sus juicios y por lo tanto, lo rechazarán.

Si desea pedir algo a su progenitor del mismo sexo y esa persona está ocupada, lo dejará así y no dirá más. Cree que no es lo suficientemente importante para molestar a dicho progenitor.

Muchas mujeres huidizas confiesan que, después de la adolescencia, dejaron de confiar en sus madres por temor a no ser comprendidas. Consideraban que ser comprendidas era sinónimo de ser amadas. Ser comprendido no tiene algo qué ver con ser amado: Amar es aceptar al otro, aún cuando no se le comprenda.

A causa de esta forma de pensar, estas mujeres se vuelven evasivas al comunicarse. Intentan huir de un tema, al tiempo que temen abordar otro. Si es mujer, por consiguiente, actuará así con otras mujeres. Si el que huye es un hombre evadirá a su progenitor varón y a los otros hombres.

Otra característica es que el huidizo busca la perfección en todo lo que hace, ya que considera que, si comete un error será juzgado por ello. Ser juzgado equivale a ser rechazado. Como no cree en la perfección de su ser, lo compensa intentando alcanzar la perfección en todo lo que hace. Confunde el "ser" con "hacer". Esa búsqueda de perfección puede volverse obsesiva. Desea a tal punto "hacer" todo perfectamente que cualquier tarea tomará más tiempo del necesario y de este modo atraerá más situaciones de rechazo por parte de los demás.

El pánico es el temor más grande del huidizo. Tan pronto piensa que puede sentir pánico en una situación, su primera reacción será salvarse, ocultarse o huir. Prefiere desaparecer, porque sabe que el pánico simplemente lo paraliza. También piensa que al huir evitará una desgracia. Está tan convencido de no poder enfrentar el pánico, que acaba por creer fácilmente en una posibilidad de peligro futuro, aunque sea producto de su imaginación.

El huidizo atrae a menudo situaciones o personas que le pueden hacer sentir pánico. Todos los días encuentra buenas razones para justificar sus salidas y huidas.

El huidizo siente pánico y se paraliza. Esto le sucede especialmente con su progenitor del mismo sexo. A menudo usa la palabra "pánico" en su vocabulario: "Me da pánico dejar de beber". Cuando una persona común diría: "Me será difícil dejar de beber".


Quienes nos rechazan están en nuestras vidas 
para mostrarnos hasta qué punto 
nos rechazamos a nosotros mismos.


El temor al pánico también hace que el huidizo pierda la memoria ante diversas situaciones. Es posible que crea que padece un problema de memoria, pero no es así. Si un huidizo se para frente a un grupo a exponer un tema, su temor se vuelve tan intenso, que aún cuando conozca perfectamente el tópico y esté bien preparado, su memoria quedará en blanco de último minuto. Incluso abandonará su cuerpo ante todos y se paralizará, dando la impresión de "estar en la luna".

El humano alimenta su cuerpo físico de la misma forma en que alimenta su cuerpo emocional y el espiritual. Nuestras heridas también afectan la forma en que nos alimentamos. En este plano, el huidizo prefiere porciones pequeñas y generalmente, pierde el apetito cuando siente temor o cuando vive emociones intensas. El huidizo es quien tiene más predisposición a la anorexia.

El anoréxico es aquel que prescinde casi totalmente del alimento, ya que se considera obeso cuando en realidad tiene un peso normal o es delgado. Esta es su manera de intentar desaparecer.

Cuando siente mucho temor, el huidizo prefiere lo azucarado, porque inconscientemente cree que por su temor pierde energía.

Nuestras heridas nos impiden ser nosotros mismos, pues crean un bloqueo y acaban por provocarnos enfermedades.

Estos son algunos malestares y enfermedades que pueden manifestarse con más frecuencia en un huidizo:

1) Sufre constantemente de diarreas, ya que rechaza los alimentos antes de que el cuerpo haya tenido tiempo de asimilar adecuadamente los elementos nutritivos, al igual que se rechaza a así mismo o rechaza cualquier situación que pudiera beneficiarle.

2) Algunos padecen arritmias, que es una irregularidad de la frecuencia cardiaca. Cuando su corazón comienza a latir a un ritmo desmedido, tienen la impresión de que se les sale del pecho y desean escapar de tal situación, generando un cuadro de pánico.

3) La herida de rechazo produce tanto daño que es lógico que el huidizo odie a su progenitor del mismo sexo y lo acuse de haberle hecho sufrir durante su infancia. Para él, es muy difícil perdonarse, pues guarda mucho resentimiento. Si no se permite odiar al progenitor de su mismo sexo, puede sufrir cáncer; enfermedad relacionada con el rencor, después del dolor que ha experimentado en el aislamiento.

El huidizo no se otorgó el derecho a ser niño. Se forzó a madurar, Es por eso que su cuerpo o una parte de este, es infantil.

4) Sufre de problemas respiratorios. Sobre todo, cuando experimenta pánico.

5) Así mismo, el huidizo es propenso a las alergias, las cuales reflejan el rechazo que vive.

6) También puede recurrir al vómito para desechar los alimentos que acaba de ingerir, como objeto de indicar su rechazo hacia una persona o una situación determinada. "Deseaba vomitar a mi madre o a mi padre", una forma de decir: "Me repugnas" o "Me repugna eso que haces".

7) Para el huidizo, desvanecerse o sufrir desmayos es otro medio del cual se vale para huir de una situación o una persona.

8) En los casos más serios, el huidizo utiliza el estado de coma para huir o evadirse.

9) La persona que padece agorafobia aprovecha esta alteración del comportamiento para huir de determinadas personas o situaciones que le podrían producir pánico.

10) Si el huidizo abusa del azúcar, puede ser objeto de enfermedades pancreáticas como la hipoglucemia o la Diabetes.

11) Si desarrolla odio intenso hacia uno de sus padres, a causa del dolor provocado por el rechazo que ha vivido y todavía vive, y que él cree lo ha llevado a sus límites emocionales y mentales, es posible que se vuelva depresivo o maniaco depresivo. Si piensa en el suicidio no hablará de él, y si decide consumarlo, hará todo lo posible por no fracasar. Aquellos que hablan con frecuencia de suicidarse y lo logran, son los que sufren la herida de abandono.

12) El huidizo que de joven tuvo dificultades para reconocerse como ser humano completo, intenta ser como cualquier otro y se pierde en la personalidad de quienes admira, pasando de un modelo a otro. Lo peligroso de este comportamiento extremo es que más adelante puede transformarse en psicosis.

Si has reconocido en ti la herida de rechazo, es más probable que el progenitor de tu mismo sexo a su vez, se haya sentido rechazado por su propio progenitor del mismo sexo. Además, es muy posible también que se sienta rechazado por ti.

Recuerda que el origen de cualquier herida proviene de la incapacidad de perdonar lo que nos hacemos o lo que los demás nos han hecho. 


Reprochamos a los demás 
lo que nos hacemos a nosotros mismos 
y lo que no queremos ver.


La vergüenza es otra forma de conciencia de que nos rechazamos o rechazamos a otros, cuando queremos ocultarnos u ocultar un comportamiento. Es normal que nos parezca vergonzoso tener conductas que reprochamos a otros, pero también es normal desear especialmente que los demás no descubran que actuamos como ellos.

El huidizo puede usar su máscara por minutos en un día, pero también hay quienes la usan de manera permanente. Los comportamientos del huidizo son dictados por el temor de revivir la herida de rechazo.

Es probable que te reconozcas en algunas de las características y no en todas las que se han descrito. Es casi imposible que una persona se encuentre en todas las conductas. Cada una de las heridas tiene sus propios comportamientos. Las formas de pensar, sentir, hablar y actuar, correspondientes a cada herida, indican una reacción a lo que sucede en la vida.

Al reaccionar, una persona no está centrada y no puede estar bien ni sentir alegría. Este es el motivo por el cual es tan útil percatarse de los momentos en que eres tú mismo o estás reaccionando. Al hacerlo, podrás convertirte en el dueño de tu vida, en lugar de dejar dirigirte por tus temores.

Es posible tener sólo una pequeña herida de rechazo y eso genera influencia en algunos aspectos de nuestro vivir y al tomar decisiones.

Si identificas esta herida en otras personas que conoces, no intentes cambiarlas, utiliza esta lectura para ser más comprensivo (a) con ellos o invítalos a leer este capítulo. Es preferible que ellos mismos se den cuenta.

CARACTERÍSTICAS DE LA HERIDA DE RECHAZO

Surgimiento de la herida: De la concepción al primer año de vida. No sentir el derecho de existir.

Máscara: Huidizo

Tipo de cuerpo: Contraído, angosto, delgado o fragmentado.

Ojos: Pequeños, atemorizados o con la impresión de llevar un antifaz.

Vocabulario: "Nulo", "Nada", "Inexistente", "Desaparecer".

Carácter: Desapego a lo material, perfeccionista, intelectual. Pasa por fases de gran amor a fases de odio profundo. No cree en su derecho de existir. En algunos casos hay dificultades sexuales. Se cree inexistente, carente de valor. Procura la soledad. Se contrae. Se encierra. Tiene la capacidad de hacerse invisible. Busca diferentes medios para huir. Se deslinda del mundo. Se siente incomprendido. Tiene dificultades para dejar vivir a su niño interno.

Temor más grande: El pánico.

Alimentación: Pérdida de apetito por las emociones o el temor. Ingiere porciones pequeñas. Para huir consume azúcar, alcohol o alguna droga. Tiene predisposición a la anorexia.

Enfermedades posibles: Cutáneas, diarrea, arritmia, cáncer, problemas respiratorios, alergias, vómito, desmayos, estado de coma, hipoglucemia, diabetes, depresión suicida, psicosis »



Lise Bourbeau


Aprender a aceptar nuestras heridas es aprender a ser responsables y a amarnos incondicionalmente; esa es la llave para la transformación y la sanación del alma.


¿Te has dado cuenta que 
cuando acusas a alguien de algo, 
esa persona te acusa a ti de lo mismo?






Lise Bourbeau (Quebec, 1941) es una autora y conferenciante de renombre internacional. Después de 16 años en el mundo de los negocios, en 1982 decidió dedicarse a motivar a las personas a conseguir sus objetivos en la vida, ayudando a la gente a conocerse a sí misma escuchando a sus cuerpos. Es la fundadora de la mayor escuela de crecimiento personal de Quebec: Centre Écoute Ton Corps. Sus libros han sido publicados en doce idiomas.

El amor de Gabriel García Márquez