« —¿Y no tenéis miedo? Puede que los dioses os envíen a un infierno espantoso por todo el mal que habéis hecho.
—¿Qué mal? —Se echó a reír— ¿Qué dioses?
—Los dioses que nos hicieron a todos.
—¿A todos? —se burló—. Dime, pajarito, ¿Qué clase de dioses hacen a un monstruo como el Gnomo o a una retrasada como la hija de Lady Tanda? Si hay dioses, hicieron a las ovejas para que los lobos pudieran comer carne y también hicieron a los débiles para que los fuertes jugaran con ellos.
—Los verdaderos caballeros protegen a los débiles.
—No hay verdaderos caballeros —soltó el Perro con un bufido—, igual que no hay dioses. Si no puedes protegerte a ti misma, muérete y apártate del camino de los que sí pueden. Este mundo lo rige el acero afilado y los brazos fuertes, no creas a quien te diga lo contrario.
—Sois odioso. —Sansa retrocedió un paso.
—Soy sincero. Es el mundo el que es odioso. Venga, pajarito, vete volando. Ya estoy harto de que me mires ».
George R.R Martin