« Cuando estaba en casa, le robé libros a mi padre para comprar pan, libros que el amaba, que había reunido y por los cuales había pasado hambre cuando era estudiante... Libros por lo que había pagado el precio de veinte panes y que yo vendía al precio de medio pan: éste es el interés que recibimos, de menos doscientos a menos infinito....yo tomaba los libros al azar, los escogía tan sólo por su volumen. Mi padre tenía tantos, que yo creí que no se daría cuenta; hasta mucho más tarde no supe que conoce cada uno de sus libros como un pastor conoce su rebaño- y uno de aquellos libros era pequeño y mugriento, era feo, y yo lo vendí por el precio de una caja de cerillas... Y después supe que tenía tanto valor como un vagón de panes. Más tarde mi padre me pidió, y se ruborizó al hacerlo, que le confiase a el la venta de los libros, y él mismo los vendía, me mandaba el dinero y yo compraba pan ».
Heirich Böll