« —Por más que diga, la mayoría de la gente no piensa más que en sí misma —proseguí—. Con que yo coma bien, vale. Con que yo pueda comprarme lo que quiera, vale. Pero enamorarse de alguien significa pensar primero en el otro. Si yo sólo tuviera un poco de comida, querría dártela a ti. Si tuviera muy poco dinero, antes que comprarme algo que me gustara a mí, te lo compraría a ti. Y, sólo con que tú me dijeras que estaba bueno, ya se me quitaría el hambre y, si tú estuvieras contenta, también lo estaría yo. El amor es esto ¿Crees que hay algo más importante que eso? A mí no se me ocurre alguna otra cosa.
Las personas que encuentran dentro de sí mismas la facultad de enamorarse hacen un descubrimiento más importante que los que han ganado el Premio Nobel. Y si no se da cuenta, o si no quiere darse cuenta, el ser humano es mejor que se extinga. Que haya una colisión con un planeta, o algo por el estilo, y que desaparezca pronto...
—¡Saku-chan! —Aki dijo mi nombre con la intención de calmarme.
—... Y las personas que, sólo porque tienen dos dedos de frente, se creen mejores que los demás, ésos son unos imbéciles. A esos tipos me entran ganas de decirles: «¡Pues mátate estudiando si es lo que quieres!» »
Kyoichi Katayama