« Albert Einstein tenía en la pared de su estudio un retrato de Michael Faraday (1791-1867), y ningún otro hubiera podido ser más apropiado, pues Faraday fue el pionero y el profeta de la gran revisión que hizo posible la obra de Einstein. El mundo ya no sería un escenario newtoniano de «fuerzas a distancia», objetos mutuamente atraídos por la fuerza de la gravedad inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que hay entre ellos. El mundo material se convertiría en una tentadora escena de sutiles y omnipresentes «campos de fuerza». Esta idea era tan radical como la revolución newtoniana, e incluso más difícil de comprender para los legos en la materia ».
Daniel J. Boorstin