« He aquí una preciosa frasecita latina, sumamente rara (nunca se será lo bastante recherché en latín, pues se está volviendo tan vulgar...): ignoratio elenchi. Fulano ha cometido una ignoratio elenchi, es decir, que ha entendido las palabras de lo que usted decía, pero no la idea. Se entiende que a dicho personaje hay que presentarlo como a un tonto, un pobre diablo a quien se dirigió usted mientras se estaba ahogando con el hueso de pollo y que no comprendió exactamente lo que usted quería decirle. Arrójele a la cara su ignoratio elenchi y con eso lo liquidará para siempre. Si se atreve a replicar, siempre puede decirle con Lucano (aquí está) que sus discursos son menos anemonœ verborum, palabras como anémonas. La anémona, a pesar de su brillo, no tiene olor. Y si se pone a bravuconear, derríbelo con insomnia Jovis, ensueños de Júpiter, frase que Silius Italicus (¡véalo aquí!) aplica a los pensamientos pomposos e hinchados. Esto lo herirá en lo más hondo del corazón. No le quedará más que morirse ¿Quiere tener la amabilidad de escribir? »
Edgar Allan Poe