lunes, marzo 11

El cocodrilo rojo

« Me arrecha que me miren, ¿qué me ven?, ¿nunca habían visto un cocodrilo? Todo el mundo viene y me molesta, me jalan por la cola, me meten un dedo en la nariz. Sí, lo hacen ahora después que se me cayeron los dientes. Algunos dicen que estoy loco, eso me desquicia y les grito: cocodrilo, cocodrilo, cocodrilo. Yo estaba bien en la playa con Amatista, ella me cortaba las uñas, me cepillaba las escamas, me lustraba la cola. Tenía un cuerpo calientito y yo la tranquilizaba con la cola cuando las rodillas le comenzaban a temblar, ella me decía Ramón, y yo, ningún "Ramón", cocodrilo, cocodrilo, cocodrilo. Cuando estaba en la playa estaba bien, a veces me escamaba o me volteaba panza arriba para ver el cielo; era un cielo rojito, se iba incendiando, incendiando, hasta que el diablo metía sus barbas en el agua. Yo con el diablo siempre me he entendido, es como un compadre, nos sentamos, conversamos de las almas envenenadas y de los cuernos que le pone su mujer con un autobusero; es un pobre diablo, él me dice: "Mira, Ramón, éste sí es el infierno" » .

Eduardo Liendo