« Dicen, dijeron luego, cuando la historia del librero asesino de Barcelona se hizo leyenda y hasta el maricón insomne de Gustave Flaubert lo narró en su primer relato, que lo último que musitó fue: “¿por qué me abandonaste?”, como si el hijo de puta fuera un Cristo en la cruz.
-Nunca, jamás, fue abandonado »
-Nunca, jamás, fue abandonado »
Raúl Argemí