lunes, octubre 22

Nieve

« —Antiguamente aquí éramos todos hermanos —le dijo Serdar Bey como si le contara un secreto—. Pero en los últimos años todo el mundo comenzó a decir que si era azerí, que si era kurdo o que si era terekeme. Por supuesto aquí hay gente de todos los pueblos. Los Terekemes, también los llamamos Karapapak, son hermanos de los Azeríes. Los Kurdos, nosotros decimos que son una tribu, antes no sabían lo que era ser kurdo. En tiempos de los otomanos ningún ciudadano iba por ahí diciendo orgulloso "Soy de tal sitio". Turcomanos, posofos, alemanes desterrados de Rusia por el zar, había de todo y nadie se enorgullecía por lo que era. Todo ese orgullo lo extendieron las radios comunistas de Erivan y Bakú, que querían dividir Turquía y destruirla. Ahora todo el mundo es más pobre pero más orgulloso.

Cuando decidió que había impresionado a Ka lo suficiente, Serdar Bey pasó a otro tema: —Los fanáticos religiosos van de puerta en puerta, se meten en grupos en nuestras casas, les dan a las mujeres cazos, sartenes, exprimidores de naranjas, jabones por cajas, trigo y detergente, se crean amistades rápidas en los barrios pobres, se hacen íntimos de las mujeres, ponen moneditas de oro con un imperdible en el hombro de los niños. Votad al Partido de la Prosperidad, al que llaman el Partido de Dios, les dicen, toda esta pobreza, esta miseria en la que nos encontramos es porque nos hemos alejado del camino de Dios, les dicen. Con los hombres hablan hombres, con las mujeres, mujeres. Se ganan la confianza de desocupados furiosos con el orgullo herido, alegran a las esposas de los desempleados que no saben qué van a poner a hervir esa noche en la cazuela y luego, prometiendo regalos, les hacen jurar que votarán por ellos.
Se ganan el respeto no sólo de los desocupados más pobres, humillados de la mañana a la tarde, sino también de estudiantes universitarios en cuyos estómagos apenas entra una cucharada de sopa al día, de orde nanzas, incluso de los comerciantes y artesanos, porque son más trabajadores, honestos y humildes que cualquiera que conozco.

El propietario del Diario de la Ciudad Fronteriza le dijo que el asesinado alcalde anterior era odiado por todos, no porque hubiera decidido quitar de las calles los coches de caballos con la excusa de que no eran "modernos" (de hecho, el intento se quedó a medias porque fue asesinado), sino porque era un corrupto que aceptaba sobornos. Pero los partidos republicanos de izquierda y derecha, que habían iniciado una competencia destructiva y que estaban divididos por antiguos ajustes de cuentas familiares, el separatismo étnico y el nacionalismo, eran incapaces de presentar candidatos sólidos a la alcaldía ».