« El inconsciente nos envía enfermedades como si fueran emisarios, para que, eludiendo la barrera moral que impide nuestras impulsiones básicas se hagan presentes, transmitan a nuestra parte racional informaciones preciosas. Más que luchar contra la enfermedad, viéndola como un funesto enemigo, es mejor imaginar que es una entidad respetable a la que es preferible adoptar y seducir, agradeciéndole que nos obligue a ocuparnos de nuestro cuerpo, liberándonos así de los espejismos mentales en los que nos sumergimos para no encarar valientemente los traumas y conflictos ».
Jodorowski