jueves, octubre 11

Esos locos furiosos increíbles

« Llegan apresurados
y nunca dicen para qué
ni de dónde proceden.

Y enseguida te piden dos mil francos
que casi siempre te han de devolver
o te quitan la toalla sin respeto
cuando te estás duchando,
se ponen la colonia, los polvos, el masaje
la loción de tu novio o de tu hija,
te arrastran a lugares espantosos o bellos
y ni siquiera piden tu opinión.

Y beben prodigiosamente,
se ponen a cantar en cualquier parte
o arman la del "gran dios"
en un bar miserable
y por motivos nimios.

Siempre, siempre avasallan,
te compran un sombrero o unas flores
y un día salen al galope,
quizá hacia los infiernos,
qué desastre.

Señora, caballero, muchachita asustada
militante de un partido ecologista:
Si se tropieza usted con uno de esos
locos furiosos increíbles
no le deje escapar, llévelo a casa;
 
Son tiernos como niños,
a veces tienen frío
quién sabe si es porque les han pegado duro
duermen poco, se lavan todo el rato
y son muy besucones y mirones.

Pero cuidan los libros,
sacan todas las noches
el cubo con basura a la escalera
y están sólo pendientes de tener siempre
un cenicero al lado.

Tienen por fin el gran inconveniente:
se van, más vuelven pronto,
duran toda la vida

Esos que le leyeron,
pero no le entendían,
esos que siempre andaban
tomando apuntes mudos,
más que desde hoy se creen
que fueron sus discípulos
y han de emplear su nombre
para reafirmarse, deberían saber;

Que además de maestro
y además de poeta
este hombre fue en vida
un marginado auténtico
que odiaba los rituales
y despreciaba los mitos,
un solitario erguido
entre la muchedumbre
de estupidez unánime
que ahora y sin su permiso
querrá mitificarle ».




José Agustín Goytisolo