« Es simpático, agradable, e invariablemente dan ganas de invitarlo a las reuniones. Su más o menos fino sentido del humor se manifiesta a la primera oportunidad. Por ejemplo, alguien cuenta un chiste o menciona alguna anécdota graciosa de algún personaje público y entonces él ríe a carcajadas. Su risa contagia. En el acto las mujeres reparan en él. Algo tiene diferente, quizá es más distinguido, o ha corrido más mundo. Pero la vida la tiene en un puño. Piensan. Acepta la primera copa. Su garganta no reconoce preferencias. Le da lo mismo si le ofrecen vino, tequila, ron o whisky. Apura el contenido y pide la segunda. Para enseguida consumir la tercera. Se ha agudizado su inteligencia, su sensibilidad ahora es más fina. Comenta con certeza y gracia algún acontecimiento próximo, la última película que ha visto o el descubrimiento de algunas ruinas. Utiliza el sarcasmo con maestría. No es excesivo en sus apreciaciones. Más de un hombre lo escucha con interés. La verdad, con dos copas y media es mucho más interesante. Deja que los demás charlen, que la conversación tome el rumbo dictado por el azar. Porque respeta el azar. Piensa que la mitad de la vida de los hombres la construye la suerte, justo aquello que está en las manos de nadie »
Eusebio Ruvalcaba