domingo, octubre 21

American Psycho

« "Te dejaré marchar..."-Y le acaricio suavemente la cara, que está resbaladiza, debido a las lagrimas y al pulverizador, y me reconcome que durante un momento crea que tiene esperanzas antes de que vea la cerilla encendida que tengo en una mano y que he arrancado de un sobre que cogí en la barra de Palio's donde estuve tomando unas copas con Robert Farrell y Robert Pretcher el viernes pasado, y la bajo hacia sus ojos, que ella cierra instintivamente, quemándole las pestañas y las cejas, luego utilizo un encendedor Bic y le sujeto los párpados con los dedos, asegurándome de que los tiene abiertos, quemándome el pulgar y el meñique en el proceso, hasta que le estallan los globos oculares.

Mientras ella está todavía conciente me echo encima de ella y, separándole las nalgas, le clavo un consolador que he atado a un palo, en el recto, utilizando la clavadora automática. Luego, volviendo a darle la vuelta, mientras el cuerpo le tiembla de miedo, le corto toda la carne alrededor de la boca y, utilizando la taladradora eléctrica con una broca desmontable enorme, le hago más grande ese agujero mientras ella tiembla, protestando, y una vez más quedo satisfecho con el agujero que he hecho-su boca está lo más abierta posible; es un túnel rojizo oscuro con una lengua retorcida y dientes arrancados- fuerzo la mano dentro, hundiéndosela en el fondo de la garganta, hasta la muñeca-durante todo esto mueve incontrolablemente la cabeza, pero no puede morder porque la taladradora eléctrica le ha arrancado todos los dientes de las encías-, y agarro las venas que tiene allí y se las suelto con los dedos y cuando consigo arrancárselas bien, tiro con fuerza por la boca abierta, hasta que el cuello se hunde, desaparece, la piel se tensa y se rompe aunque sale poca sangre. La mayor parte de las entrañas, incluida la yugular, le cuelgan de la boca, y todo el cuerpo se le agita, como una cucaracha patas arriba, temblando espasmódicamente, mientras sus ojos deshechos le cuelgan por la cara mezclándosele con las lágrimas y el líquido pulverizador, y luego, rápidamente, sin querer perder tiempo, apago las luces y en la oscuridad, antes de que muera, le desgarro el estómago con las manos. No puedo decir lo que estoy haciendo con ellas, pero hacen ruidos como de chapoteo y las tengo calientes y cubiertas de algo ».


Bret Easton Ellis