martes, abril 24

Falacias del amor romántico

« ¿Por qué en la época actual en la que vivimos hay tanto desencanto amoroso, tanta penuria por amor y tanto divorcio a las puertas?

Pues en gran medida se debe a lo equivocados que estamos la mayoría sobre de qué va esto del amor, de las creencias erróneas que nos formamos y que nos ayudan a formar las telenovelas malditas, películas embalsamadas en azúcar y canciones de radio repetitivas y lloronas. Errores de cálculo, de expectativas, de visión de futuro, que arruinan nuestras esperanzas futuras por encontrar a alguien a quien contarle quienes somos en verdad.

¿Qué es eso de amor romántico?

Para algunos investigadores del tema como Sternberg (El Triangulo del Amor 1987), el amor romántico está formado por dos elementos: intimidad y pasión. La intimidad hace referencia a las ganas que tenemos de estar con la otra persona a solas, querer saber de ella, querer contarle quienes somos, en definitiva nuestras ansias por encontrar un hueco solitario donde aposentarnos para escucharnos encandilados. La pasión hace referencia a la locura, a las ganas de arrancarle el pantalón de un mordisco, a la obsesión por querer ver al amado, a las llamadas en horas intempestivas. a la sinrazón neuroquímica de la dopamina y la testosterona. Ambos elementos forman un coctel que mezcla lo caótico con lo genial, lo primario con lo esencial, el deseo con la verdad, pero es un coctel explosivo y que hará llorar al más incauto porque falta un elemento esencial para que este amor funcione: el compromiso. Sin el compromiso, esta fuga de ganas de amar ostentosa y ciega puede estrellarse en cualquier momento, dejándonos con más ganas y partidos en dos pues nuestro amante se cansó de nosotros porque quizás la pasión disminuyó unas decimas o porque encontró otro cuerpo donde aposentarse de nuevo. Es un amor abocado al fracaso más allá del corto plazo. 

Para otros autores y estudiosos del tema, entre los cuales me incluyo yo, el amor romántico, es lo que conocemos como enamoramiento, la fase inicial de cada relación.

Son los inicios, las ganas de conquistar continuamente al amado, los suspiros incontrolados, la escucha de la canción que nos pasó un día y que nos recuerda tanto a él, las ganas de verle, de olerle, de sentirlo, ese sube-baja pasional, que mezcla desesperación, obsesión e inmensa alegría.

Esta fase está abocada a la caducidad, pues nuestro cuerpo no soporta tal desgaste y debe renunciar antes o temprano a tanto ajetreo romántico. Por otro lado nuestro cuerpo se habitúa a todo lo que le rodea y lo que en un principio le parece maravilloso, después se convierte en un elemento más de la vida. Por ello una vez estamos enamorados debemos pasar a la siguiente fase que se divide en dos polos opuestos:

1. Pese a que la pasión ha disminuido y ya no es amor romántico, sino un amor compañero, donde prima la amistad y el cariño por encima de la pasión y las ganas desenfrenadas de estímulos, decidimos continuar y llegar al punto que se denomina: AMOR con mayúsculas o por el contrario:

2. No nos resignamos a perder este fragor romántico y creemos que la pérdida de pasión conduce a estancamiento, rutina y aburrimiento, queremos más de esa droga amorosa, no nos vale con saber que la otra persona nos acepta como somos, queremos lo que teníamos al principio y su pérdida acaba en perdida de interés en el otro y el fin de la historia y la búsqueda de una nueva.

Una de las razones de acabar en la segunda opción es la edad. Cuanto más jóvenes nos enamoramos menos queremos aceptar que el enamoramiento acaba un día u otro con lo que cerramos la puerta abierta antigua para abrir una nueva y volver a enamorarnos continuamente. Un joven no quiere resignarse a saber que se acabará esa locura pasional para toda su vida y prefiere arriesgarse y buscar una nueva historia, así hasta comenzar una espiral de historias que antes o después le dejaran insatisfecho, quizás de por vida si sigue continuamente en ese juego peligroso. Hoy en día vivimos más y mejor y nos cuidamos el doble, por ello el tema de la edad se está prolongando y no son solo los más jóvenes son los que buscan el continuo elixir del enamoramiento sino la gente más madura sigue atascada pues creen que aún les queda para perder el último tren.

Otros motivos hacen del amor romántico un amor erróneo, lo que yo he denominado lasfalacias del amor romántico, las creencias erróneas que nos empujan a elegir mal, a dejar una relación cuando en verdad esta podría aun dar buenos frutos, a dejarnos llevar por males que creemos necesarios pues todo verdadero amor nace del sufrimiento.

Dejas a alguien porque crees que no es tu media naranja, poco después dejas al nuevo romance pues a pesar de que no tenia los defectos del anterior este aportaba sus nuevos defectos a la relación, dejas a alguien por unos defectos sin saber que te vas a cruzar con otra persona con defectos nuevos, no hay alguien a la altura de nadie, hay comprensión, adaptación y aceptación.

Tu elijes continuamente ¿me quedo con mi pareja sabiendo que la pasión y ese enamoramiento inicial se va extinguiendo o pruebo nuevos retos, aun me quedan cosas por vivir?

A continuación os hago entrega de las Falacias del Amor romántico, espero que ayuden a elegir el buen camino vayamos a donde vayamos:


I. La media naranja existe. No hay algo más erróneo que creer que la media naranja existe y te está esperando en algún lugar de la tierra o de la galaxia. No hay medias naranjas para alguien, no hay horna del zapato, no hay más que personas con unas características que serán semejantes a ti y otras características que te complementaran. La idea romántica de esperar a la media naranja solo provoca que pierdas personas en tu vida que te hubieran hecho muy feliz.

La media naranja se compone de ilusiones ficticias de cómo deberían ser los demás, expectativas demasiado altas sobre el comportamiento de los demás y la insatisfacción que provoca no encontrar al ser perfecto. No hay ser perfecto, solo hay creación de vida en común que implica aceptar errores del otro, mirar con cariño los defectos insalvables del amado, dialogar sobre lo que uno espera de la vida con el otro, nunca esperes que tu pareja sea adivina, no es un poder que les viene dado a los amantes ni un derecho del que desea ser amado, pide por tu boca lo que quieres de los demás y proyecta y explica lo que sabes dar y hasta qué punto puedes darlo. Decir lo que quieres y lo que puedes dar creará unas expectativas de pareja realista, que es muy importante pues el amor se debe basar en realidades y no en ensoñaciones difusas y no comentadas. Si eres capaz de adaptarte, de comprender y de escuchar al otro, eres capaz de amar con calidad.

No esperes a la media naranja, no dejes a alguien porque no cumple todas tus expectativas, pues le dejarás por otro y ese otro tampoco te llenará pasado el tiempo, pues también tendrá defectos y tú en vez de ir aprendiendo, lo que estarás haciendo es huir constantemente de los demás, todos tenemos defectos insalvables que requieren comprensión y aceptación por parte de nuestro ser amado.

II. Existe la princesa o el príncipe azul.

En relación directa con la anterior falacia, esta la creencia errónea de la existencia de un príncipe azul o princesa, de alguien que viene a rescatarnos de nuestras penurias internas, un ser perfecto de sangre superior.

Si te quedas esperando a este ser perfecto, escoge un sillón bien cómodo pues vas a ver pasar tu vida por delante mientras esperas. No te dejes engañar por los inicios, todos somos perfectos cuando nos estamos conociendo, pues nuestro cerebro que ya ha fichado a ese ser amado quiere que veas solo lo mejor de él por ello segrega dopamina y hace descender tu serotonina, para que te obsesiones y busques todo lo bueno que hay en él, obviando lo pernicioso. A esto hay que añadir que todos sabemos vendernos muy bien al principio, damos lo mejor de nosotros mismos, si un niño se cae le ayudamos a levantarlo, luego descubrirás que ya no ayuda a los niños sino que se ríe de sus caídas. Disimulamos nuestras imperfecciones y el cerebro ayuda a esta labor. Más tarde queremos ser aceptados como somos y ahí se rompen muchas expectativas y se comienza a escuchar frases del tipo: “tú antes no eras así, me estas defraudando” y es que en definitiva somos de muchas maneras, pero solo vemos en los demás las que queremos ver.

Al principio veras en el amado a un ser perfecto caído del cielo que es solo para ti, olvida esto lo antes posible, pues cuantas más expectativas pongas en que es un ser perfecto mayor va a ser el guantazo que te de la realidad. Y como reitero, una relación de verdad se asienta en base a la realidad y no a las expectativas fantasiosas que nos forjamos. Disfruta de lo bueno de tu pareja y acepta lo menos bueno, siempre y cuando lo menos bueno no sean chantajes emocionales y daños físicos, pues como veremos a continuación, hay que huir de los amores dañinos y olvidar dichos del tipo que el amor verdadero es sufrido, el amor verdadero es gozoso, que te quede bien claro.

III. El amor verdadero es sufrido

Qué gran mentira, que nos hemos ido tragando desde la época del “AMOR CORTES”, donde la predilección de los hombres era enamorarse de mujeres ricas casadas y se limitaban a sufrir por amor, pues decían que sufrir por amor ennoblecía el alma. Sufrir por amor atonta el alma y acorta la vida. Todas esas canciones de sufrimiento que escuchamos por la radio lo único que provocan es enfatizar y reforzar esta falacia aun más en nuestros fueros internos, el: “no puedo vivir sin ti”, “sin ti, soy nada” etc. Que suplican porque sin esa media naranja ya no les queda algo más que berrear por amor, al que llaman verdadero y yo lo llamo indigno, pues con esas canciones solo se pierde la dignidad del ser.

Quien te quiere solo desea tu bien, tu alegría, tu sonrisa continua, no te agrede, no te maltrata psicológicamente ni te chantajea. No estás sufriendo por amor verdadero sino por amor falso y estúpido.

Bien es cierto por otro lado que existe lo que los psicólogos denominan como “el efecto Romeo y Julieta” que no es otra cosa que sufrir por amor. Las relaciones donde hay trabas, como por ejemplo castas de familias distintas como en Romeo y Julieta donde ambos deben luchar por seguir juntos pese a la oposición de la familia, o el simple hecho de vivir a kilómetros de distancia, o cualquier cosa que haga difícil la relación inicial, provoca que nuestro cerebro quede a expensas de solución, piensa en una ventanita del cerebro que sigue trabajando en segundo plano (referencias y analogías al ordenador) mientras nos duchamos, comemos etc., es como cuando no nos sale el nombre de alguien y lo tenemos en la punta de la lengua, dejamos de pensarlo, hacemos otras cosas y de repente de manera súbita nos sale el nombre: “Patricia, se llamaba Patricia”, este efecto es porque nuestro cerebro sigue trabajando en esa ventanita ficticia en segundo plano u otro ejemplo sería cuando retenemos información para un examen y una vez que lo soltamos en el papel al poco tiempo apenas nos acordamos de lo que hemos estudiado, pues es el mismo efecto: el ordenador de nuestro cerebro que mantenía la información en segundo plano hasta que la evocamos, la escupimos en bolígrafo y ya el cerebro dice: misión cumplida, borrar datos. Y resetea parte de lo aprendido.

Pues bien, así funciona nuestro cerebro al iniciar una relación con trabas y dificultades, continuamente deja esa ventanita de procesando en segundo plano, haciendo saltar sustancias como la dopamina que hace que estemos pensando todo el rato en el ser amado porque aun no lo tenemos del todo a nuestro lado ya que algo lo impide, y ahí sigue de segundo plano a primer plano pero no se diluye. ¿Qué ocurre cuando por fin solventamos la traba? ¿Que ocurre una vez que nos acordamos del nombre que no nos salía? ¿Que ocurre cuando expulsamos nuestros conocimientos hacia el papel del examen? Pues que nuestro cerebro dice: misión cumplida y a otra cosa. Toda la dopamina que soltó para recuperar aquello que se quería es devuelta a casa y nuestra sensación es: “me acorde del nombre pues a otra cosa, escribí lo que sabía, pues a otro examen, por fin tengo a la persona que se hacía imposible, pues estoy dejando de desearla”. Es tu cerebro que está haciendo que las sustancias que segregó para ponerte en la acción de conseguirla, vuelvan por donde han venido y tú ya no sientas la necesidad de seguir queriéndola, pues la misión ya está cumplida.

Entonces ¿eso es amor? ¿Queremos enamorarnos así? ¿Queremos sufrir?, la respuesta está clara, NO.

No dejes que el sufrimiento sea tu medio de comunicar y de recibir amor. Las señales de las primeras citas son importantes para saber quién es esa persona que empieza a interesarnos, no te dejes llevar por la deseabilidad y por lo que tu cerebro quiere ver, observa bien y haz preguntas inteligentes:

• Pregúntale por su pasado
• Como es la relación con sus padres
• Que es el amor para él/ella.
• Pregúntale como le fue la última relación y por qué lo dejaron.

Esta información es sumamente valiosa para saber si es una persona equilibrada. Lo contrario del sufrimiento es el equilibrio.

Por ello, si hay algo que debemos buscar sobremanera es el equilibrio en la persona que debemos amar, equilibrio emocional, sensatez y apego seguro.

El apego seguro es la forma de amar correcta, las personas con apego seguro, son equilibradas, nada celosas, pues saben amar con la medida justa, dan y reciben de manera equitativa y comprenden las situaciones mejor que otros tipos de apegos.

Si estas sufriendo por amor no creas ni un segundo que tu alma se está ennobleciendo ni que es ese el modo correcto de amar. El amor verdadero es equilibrado, dulce, amable, responsable, maduro y plenamente satisfactorio, pues pese a que ambos lados de la pareja contienen defectos estos son salvables y los que no lo son se hacen entendibles y aceptables. Eso no quiere decir que las parejas no discutan, todas lo hacen y mucho, la diferencia está en que unas son tolerantes, realizan quejas entendibles, no críticas a la persona y no imponen su ego continuamente sobre el otro y las otras parejas son las que discuten con el mero objetivo de estar por encima del otro, no toleran quejas y no saben parar a tiempo su estado de enfado. Las primeras son felices, las segundas destructivas.

Escucha a tu pareja y sabrás que quiere de ti y de la vida, apórtale todo lo que puedas y nunca, nunca intentes ganar siempre en las disputas, cede de vez en cuando y no sufras.

Estas son tres de las falacias del amor romántico que nos tragamos día a día y que hacen mucho daño a quienes creen en ellas. Sí conoces otras, adelante, ojos abiertos, no engaños ».