sábado, abril 28

Cartas a un joven poeta

« [...] Usted pregunta si sus versos son buenos. Me pregunta a mí. Antes ya le había preguntado a otros. Los manda a revistas. Los compara con otras poesías y se inquieta si ciertos editores rechazan sus intentos. Bueno (ya que me ha permitido que le aconseje), le pido que renuncie a todo eso. Usted mira hacia afuera, y eso, ante todo, es lo que no debería hacer ahora. 

Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Sólo hay un recurso. Entre en usted mismo. Explore la causa de su deseo de escribir; pruebe si ella extiende sus raíces en lo más profundo de su corazón. Admita si usted moriría si se le prohibiera escribir. [...] Después acérquese a la naturaleza. Intente, como un primer hombre, contar lo que ve y presencia, ama y pierde. [...]Refiera todo esto con sinceridad profunda, silenciosa, humilde, y utilice para expresarse las cosas de su entorno, las imágenes de sus sueños y los objetos de sus recuerdos. 

Si su cotidianeidad le parece pobre, cúlpese a sí mismo, dígase que no es lo suficientemente poeta para hacer que sus riquezas vengan a usted; pues para los creadores no hay pobreza ni lugares comunes. Incluso si estuviera en una cárcel cuyas paredes no dejaran llegar los ruidos del mundo hasta sus sentidos, ¿no tendría usted aún su niñez, esa deliciosa, magnífica posesión que son los recuerdos? 

[...] Por todo esto, no sabría darle sino este consejo: entrar en usted mismo y examinar las profundidades de las que brota su vida; en esa fuente encontrará la respuesta a la pregunta de si debe crear. Admítala como suene, sin interpretarla. Tal vez se demuestre que usted a sido llamado. Entonces asuma su destino y sopórtelo; con su peso y su magnitud, sin pedir jamás una recompensa que pudiera venir del exterior. Pues quien crea debe constituir un mundo para sí mismo y encontrarlo ».


Rainer María Rilke