lunes, abril 30

Pedro Paramo

« El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo. Sonreías. Dejabas atrás un pueblo del que muchas veces me dijiste: "Lo quiero por ti; pero lo odio por todo lo demás, hasta por haber nacido en él".Pensé: "No regresará jamás; no volverá nunca" ».

Juan Rulfo


Ante la ley

« « ¿Sabes que tu proceso va mal?», preguntó el sacerdote. «También a mí me lo parece», dijo K. «Hasta ahora me he esforzado todo lo posible, pero sin éxito. Por otra parte, aún no he terminado el memorial». «¿Cómo te imaginas el final?", preguntó el sacerdote. «Antes pensaba que tendría que acabar bien», dijo K., ahora, a veces, yo mismo dudo de ello. No sé cómo terminará. ¿Lo sabes tú?» «No», dijo el sacerdote, «pero me temo que acabará mal. Se te considera culpable. Tal vez tu proceso no salga nunca de un tribunal inferior. De momento tu culpa se considera probada». «Pero yo no soy culpable", dijo K., «es todo un error. ¿Cómo puede una persona ser culpable? Aquí todos somos personas, tanto los unos como los otros». Eso es cierto», dijo el sacerdote, «pero así suelen hablar los culpables". «¿También tú tienes algún prejuicio contre mí?", preguntó K. «No tengo algún prejuicio contra ti», dijo el sacerdote. «Te lo agradezco», dijo K.; «sin embargo, el resto de los que participan en el procedimiento judicial tienen algún prejuicio contra mí. Incluso se lo infunden a quien no participa en él. Mi situación es cada vez más difícil". «Interpretas mal los hechos", dijo el sacerdote, «la sentencia no viene de repente, poro a poco, el procedimiento va transformándose en la sentencia"». «O sea que es así», dijo K. agachando la cabeza. «¿Qué es lo próximo que vas a hacer respecto a tu asunto?», preguntó el sacerdote. «Aún quiero buscar ayuda», dijo K., y levantó la cabeza para ver cómo juzgaba el sacerdote estas palabras. «Hay todavía ciertas posibilidades que no he aprovechado.» «Buscas demasiada ayuda en los demás», dijo el sacerdote en tono de reprobación, «y en especial entre las mujeres. ¿Es que no te das cuenta de que no es ayuda de verdad?» «Algunas veces, e incluso con frecuencia, podría darte la razón», dijo K., «pero no siempre. Las mujeres tienen un gran poder. Si pudiera inducir a algunas mujeres que conozco a trabajar conjuntamente para mí, podría triunfar. En especial con este tribunal, que se compone casi en exclusiva de mujeriegos. Muéstrale desde lejos una mujer al juez de instrucción y, sólo para agarrarla, saltará corriendo por encima de la mesa del tribunal y del acusado». El sacerdote inclinó la cabeza hacia la balaustrada, sólo entonces parecía oprimirle la bóveda del púlpito. ¿Qué mal tiempo estaría haciendo fuera? No era ya un día sombrío, era ya noche oscura. Ninguna vidriera de las grandes ventanas podía cambiar la oscuridad de la pared aunque fuera sólo con un destello. Y precisamente ahora el sacristán empezaba a apagar las velas del altar mayor, una tras otra. «¿Estás enfadado conmigo?», preguntó K. al sacerdote. «Tal vez no sabes a qué tribunal sirves.» No obtuvo ninguna respuesta. "Son tan sólo mis experiencias», dijo K. Arriba con continuaba el silencio. «No quería ofenderte", dijo K. Entonces el sacerdote gritó hacia abajo, dirigiéndose a K.: «¿Es que no ves dos pasos más allá de ti?» Había gritando con rabia, pero a la vez como uno que ve caer a alguien y grita sin querer, sin precaución, porque él mismo está asustado ».



"El tribunal nada quiere de ti. Te toma cuando llegas y te deja cuando te vas".


Franz Kafka




Confesiones

« Emprendo una obra de la que no hay ejemplo y que no tendrá imitadores. Quiero mostrar a mis semejantes un hombre en toda la verdad de la Naturaleza y ese hombre seré yo.

Sólo yo. Conozco mis sentimientos y conozco a los hombres.

No soy como ninguno de cuantos he visto, y me atrevo a creer que no soy como ninguno de cuantos existen. Si no soy mejor, a lo menos soy distinto de ellos. Si la Naturaleza ha obrado bien o mal rompiendo el molde en que me ha vaciado, sólo podrá juzgarse después de haberme leído.

Que la trompeta del Juicio Final suene cuando quiera; yo, con este libro, me presentaré ante el Juez Supremo y le diré resueltamente:

He aquí lo que hice, lo que pensé y lo que fui. Con igual franqueza dije lo bueno y lo malo. Nada malo me callé ni me atribuí nada bueno; si me ha sucedido emplear algún adorno insignificante, lo hice sólo para llenar un vacío de mi memoria. Pude haber supuesto cierto lo que pudo haberlo sido, mas nunca lo que sabía que era falso. Me he mostrado como fui, despreciable y vil, o bueno, generoso y sublime cuando lo he sido. He descubierto mi alma tal como Tú la has visto, ¡oh Ser Supremo! Reúne en torno mío la innumerable multitud de mis semejantes para que escuchen mis confesiones, lamenten mis flaquezas, se avergüencen de mis miserias. Que cada cual luego descubra su corazón a los pies de tu trono con la misma sinceridad; y después que alguno se atreva a decir en tu presencia:  “Yo fui mejor que ese hombre” »


Jean Jacques Rousseau


La insoportable levedad del ser

« ¿Es mejor estar con Teresa o quedarse solo?

No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni siquiera boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro.

«Einmal ist keinmal», repite Tomás para sí el proverbio alemán. Lo que sólo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca.Si el hombre solo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto »

Milan Kundera




Diferencia entre charlar y conversar:

« "Hablando se entiende la gente”, dicen. Yo creo que, en general, la gente se entiende bien poco. Ahora bien: la única manera posible de entenderse es hablando. Sólo que eso de “hablar”—de hablar para entender al prójimo y para hacerse entender por él—no es cosa que se produzca siempre en condiciones medianamente favorables. Si hacemos un recuento y una estimación de las palabras que al cabo del día cruzamos con la gente de nuestro alrededor, y analizamos su alcance y su eficacia, comprobaremos que apenas nos han servido para nada. En realidad, sí, nos han servido para mucho: para dar una orden o un recado, para referir un chiste o una notícia, para precisar un negocio o un tiquismiquis familiar y demás operaciones de trámite social, que, ciertamente, constituyen la parte más voluminosa y urgente de nuestra vida práctica. Pero todo ello, bien mirado, es todavía “anterior” al propósito y a la necesidad de “entendernos”: de entendernos unos a otros, y de entender juntos los problemas y las esperanzas que tengamos en común. Hablar de esto último es “conversar”. El término “conversación”, en efecto, suele admitir esa acepción levemente restringida: se trata de una forma de “hablarnos” no demasiado mediatizada por la prisa, y con temas que, aún partiendo de lo más trivialmente anecdótico, apuntan a cuestiones más vastas o penetrantes. Y la verdad es que no resulta frecuente encontrar por ahí muchos “conversadores” de buena pasta. Hay un “arte de la conversación” que pocos poseen o aprenden. No es lo mismo charlar que conversar, y tan abundantes como los charlatanes son de escasos los conversadores »


domingo, abril 29

Dracula

« Entonces, ¿Cómo podríamos comenzar nuestra lucha para destruirle? ¿Cómo podemos descubrir dónde está, y si lo encontramos, cómo destruirle?

Queridos amigos, la empresa que vamos a emprender es demasiado terrible y puede traer consecuencias que harían temblar al mas valiente. Porque si perdemos en nuestro empeño, significa que, ha ganado él, y, entonces ¿qué final nos espera?

¡La vida no es tan importante para mí y no me importa perderla! Pero el fracaso no es sólo un asunto de vida o muerte. Sino que nos volveriamos como él; que nos convertiríamos en series horribles de la noche como él sin corazón sin consciencia, haciendo presa en los cuerpos y en las almas de aquellos a los que más queremos. Se nos cerrarían para siempre las puertas del cielo, porque ¿quién nos las iba a abrir de nuevo? Seguiríamos siendo aborrecidos por todos, como una mancha en el brillo del rostro de Dios; una flecha clavada en el rostro de Él que murió por el hombre. Pero estamos frente a frente con nuestro deber. ¿podemos en este caso abandonar? Por mi parte, digo que no pero soy viejo y la vida, con su sol, sus logares agradables, con el canto de los pájaros, la música y el amor, ha quedado un poco atrás. Pero vosotros sois jóvenes, Algunos habeís visto grandes penas pero todavía quedan días hermosos en vuestro futuro ».


Bram Stoker




La casa de Asterión

« Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias

Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda transmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. ( A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el del otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos".

No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Esto no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. 

Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá que me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba un vestigio de sangre.
- ¿Lo creerás, Ariadna? - dijo Teseo -. El minotauro apenas se defendió »


Jorge Luis Borges




Fedro

« Pues bien, oí decir que vivió en Egipto en los alrededores de Náucratis uno de los antiguos dioses del país, aquél a quien le está consagrado el pájaro que llaman Ibis. Su nombre era Theuth y fue el primero en descubrir no sólo el número y el cálculo, sino la geometría y la astronomía, el juego de damas y los dados, y también las letras. […]. Pero una vez que hubo llegado a la escritura, dijo Theuth: 'Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y aumentará su memoria. Pues se ha inventado como un remedio de la sabiduría y la memoria.' Y aquél replicó: 'Oh, Theuth, [...] este invento dará origen en las almas de quienes lo aprendan al olvido, por descuido de la memoria, ya que los hombres, por culpa de su confianza en la escritura, serán traídos al recuerdo desde fuera, por unos caracteres ajenos a ellos, no desde dentro, por su propio esfuerzo. Así que, no es un remedio para la memoria, sino para suscitar el recuerdo lo que es tu invento. Apariencia de sabiduría y no sabiduría verdadera procuras a tus discípulos. Pues habiendo oído hablar de muchas cosas sin instrucción, dará la impresión de conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayoría unos perfectos ignorantes; y serán fastidiosos de tratar, al haberse convertido, en vez de sabios, en hombres con apariencia de serlo »


Platón

Brazos abiertos

« Es un desperdicio de nuestro valioso tiempo el sufrir 
por lo que alguien puede o no sentir por nosotros. 
En la vida vamos a experimentar el amor y el desamor. 
Recibamos al amor con los brazos abiertos y así mismo 
con los brazos abiertos dejemos que el desamor se marche ».


« Las personas realmente poderosas 
no dan explicaciones de por qué quieren respeto. 
Simplemente no se mezclan 
con personas que no se los dan ».



sábado, abril 28

El reloj parado a las siete

« En una de las paredes de mi cuarto hay colgado un hermoso reloj antiguo que ya no funciona. Sus manecillas, detenidas desde casi siempre, señalan imperturbables la misma hora: las siete en punto.

Casi siempre, el reloj es sólo un inútil adorno sobre una blanquecina y vacía pared. Sin embargo, hay dos momentos en el día, dos fugaces instantes, en que el viejo reloj parece resurgir de sus cenizas como un ave fénix.

Cuando todos los relojes de la ciudad, en sus enloquecidos andares, y los cucús y los gongs de las máquinas hacen sonar siete veces su repetido canto, el viejo reloj de mi habitación parece cobrar vida. Dos veces al día, por la mañana y por la noche, el reloj se siente en completa armonía con el resto del mundo.

Si alguien mirara el reloj solamente en esos dos momentos, diría que funciona a la perfección... Pero, pasado ese instante, cuando los demás relojes callan su canto y las manecillas continúan su monótono camino, mi viejo reloj pierde su paso y permanece fiel a aquella hora que una vez detuvo su andar.

Y yo amo ese reloj. Y cuanto más hablo de él, más lo amo, porque cada vez siento que me parezco más a él.

También yo estoy detenido en un tiempo. También yo me siento clavado e inmóvil. También yo soy, de alguna manera, un adorno inútil en una pared vacía.

Pero disfruto también de fugaces momentos en que, misteriosamente, llega mi hora.

Durante ese tiempo siento que estoy vivo. Todo está claro y el mundo se vuelve maravilloso. Puedo crear, soñar, volar, decir y sentir más cosas en esos instantes que en todo el resto del tiempo. Estas conjunciones armónicas se dan y se repiten una y otra vez, como una secuencia inexorable.

La primera vez que lo sentí, traté de aferrarme a ese instante creyendo que podría hacerlo durar para siempre. Pero no fue así. Como mi amigo el reloj, también se me escapa el tiempo de los demás.

Pasados esos momentos, los demás relojes, que anidan en otros hombres, continúan su giro, y yo vuelvo a mi rutinaria muerte estática, a mi trabajo, a mis charlas de café, a mi aburrido andar, que acostumbro a llamar vida.

Pero sé que la vida es otra cosa. Yo sé que la vida, la de verdad, es la suma de aquellos momentos que, aunque fugaces, nos permiten percibir la sintonía del universo.

Casi todo el mundo, pobre iluso, cree que vive.

Solo hay momentos de plenitud, y aquellos que no lo sepan e insistan en querer vivir para siempre, quedarán condenados al mundo del gris y repetitivo andar de la cotidianidad.

Por eso te amo reloj. Porque somos la misma cosa tú y yo ».


Giovanni Papini


El libro de Manuel

« Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba que me dijeran que eso era una mesa o que la palabra ¨madre¨ era la palabra ¨madre¨ y ahí acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y a veces me estrellaba. En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas ».


Julio Cortázar


La herencia de Eszter

« Tal vez tú no sepas todavía que... Quizá tú nunca llegues a saber que no es posible ayudar a la gente. No hay cosa más difícil en este mundo que ayudar a alguien. Ves únicamente que una persona que quieres o que es importante para ti se dirige a un precipicio, que actúa en contra de sus intereses, que se vuelve loca o triste, que se atormenta, que no puede más que está a punto de caerse..., y tú corres hacía ella, te gustaría ayudarla y de golpe te das cuenta que no es posible.

¿Acaso eres débil? ¿No sirves para ello? ¿No eres lo bastante bueno, lo bastante sincero, lo bastante abnegado, apasionado y humilde? Claro, nunca somos lo bastante... Pero aunque fueras un profeta con poderes sobrenaturales y hablaras el idioma de los apóstoles, tampoco bastaría... No se puede ayudar a nadie porque el "interés” de los hombres no es lo mismo que lo que es bueno o lógico. Quizá necesitemos el dolor. Quizá aquello que según todos los síntomas es contrario a nuestros intereses. No existe algo más complicado que determinar los intereses de un ser humano »


Sándor Márai





The Fair Women

« "De pronto vemos con claridad todo el entramado de la vida: desaparecen entre bastidores personas que creíamos importantes y del fondo en sobras emergen otras de las que nada sabíamos, pero en cuanto aparecen sabemos que estábamos esperándolas, y ellas a nosotros, en un destino común…. " 

"Entonces me di cuenta de que las personas no aguantan siempre las situaciones que les pone la vida….. ni los individuos ni las naciones….. Llega un momento en que alguien empieza a gritar que ya basta, que hace falta un cambio. Y es cuando la gente se echa a la calle y empieza a destrozarlo todo…. Pero eso ya solo es un circo. La revolución ¿sabes?, la verdadera ya ha ocurrido antes, en silencio, en el interior de las personas"

"En un momento determinado todo se vuelve en nuestra contra porque nunca somos del todo libres, pues lo que hemos creado también nos ata y nos condiciona un poco"

"Los enamorados lloran y se prometen eterna felicidad, juran permanecer juntos, ayudarse y apoyarse; vivirán en la cima de una montaña o en una metrópoli…. Pero luego pasa el tiempo, un año, tres años, un par de semanas -¿ Te has fijado que el amor, como la muerte, tienen un tiempo que no se puede medir con el reloj ni con el calendario?, y sus grandes proyectos fracasan , o no tienen el éxito esperado. Y entonces se separan y empiezan de nuevo a buscar otro compañero. O, si ya están demasiado cansados para empezar otra vez y permanecen juntos, se roban mutuamente la fuerza y las ganas de vivir, se ponen enfermos; se van matando el uno al otro y al final se mueren."


"La realidad puede ser mucho más sencilla de lo que uno imagina. Más trivial, ordinaria, grotesca y peligrosa."

"Ha intentado hacerse indiferente a los sentimientos mediante la razón, que es como intentar convencer con palabras y argumentos a un paquete de dinamita de que no explote"

"No es cierto que el sufrimiento nos purifique y nos haga mejores, más sabios y comprensivos. Nos vuelve demasiado lúcidos, fríos o indiferentes. Cuando, por primera vez en la vida, comprendes de verdad lo que es el destino, adquieres una especie de serenidad, te sientes aliviado y terriblemente solo en el mundo" »



Sándor Márai



Cartas a un joven poeta

« [...] Usted pregunta si sus versos son buenos. Me pregunta a mí. Antes ya le había preguntado a otros. Los manda a revistas. Los compara con otras poesías y se inquieta si ciertos editores rechazan sus intentos. Bueno (ya que me ha permitido que le aconseje), le pido que renuncie a todo eso. Usted mira hacia afuera, y eso, ante todo, es lo que no debería hacer ahora. 

Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Sólo hay un recurso. Entre en usted mismo. Explore la causa de su deseo de escribir; pruebe si ella extiende sus raíces en lo más profundo de su corazón. Admita si usted moriría si se le prohibiera escribir. [...] Después acérquese a la naturaleza. Intente, como un primer hombre, contar lo que ve y presencia, ama y pierde. [...]Refiera todo esto con sinceridad profunda, silenciosa, humilde, y utilice para expresarse las cosas de su entorno, las imágenes de sus sueños y los objetos de sus recuerdos. 

Si su cotidianeidad le parece pobre, cúlpese a sí mismo, dígase que no es lo suficientemente poeta para hacer que sus riquezas vengan a usted; pues para los creadores no hay pobreza ni lugares comunes. Incluso si estuviera en una cárcel cuyas paredes no dejaran llegar los ruidos del mundo hasta sus sentidos, ¿no tendría usted aún su niñez, esa deliciosa, magnífica posesión que son los recuerdos? 

[...] Por todo esto, no sabría darle sino este consejo: entrar en usted mismo y examinar las profundidades de las que brota su vida; en esa fuente encontrará la respuesta a la pregunta de si debe crear. Admítala como suene, sin interpretarla. Tal vez se demuestre que usted a sido llamado. Entonces asuma su destino y sopórtelo; con su peso y su magnitud, sin pedir jamás una recompensa que pudiera venir del exterior. Pues quien crea debe constituir un mundo para sí mismo y encontrarlo ».


Rainer María Rilke


Crimen & castigo

« Raskolnikov volvió a sonreír. Habia comprendido inmediatamente la intención de Porfirio y lo que éste pretendía hacerle decir. Y, recordando perfectamente lo que había dicho en su artículo, aceptó el reto.

No es eso exactamente lo que dije -comenzó en un tono natural y modesto‑. Confieso, sin embargo, que ha captado usted mi modo de pensar, no ya aproximadamente, sino con bastante exactitud.

Y, al decir esto, parecía experimentar cierto placer.

La inexactitud consiste en que yo no dije, como usted ha entendido, que los hombres extraordinarios están autorizados a cometer toda clase de actos criminales. Sin duda, un artículo que sostuviera semejante tesis no se habría podido publicar. Lo que yo insinué fue tan sólo que el hombre extraordinario tiene el derecho..., no el derecho legal, naturalmente, sino el derecho moral..., de permitir a su conciencia franquear ciertos obstáculos en el caso de que así lo exija la realización de sus ideas, tal vez beneficiosas para toda la humanidad... Dice usted que esta parte de mi artículo adolece de falta de claridad. Se la voy a explicar lo mejor que pueda. Me parece que es esto lo que usted desea, ¿no? Bien, vamos a ello. En mi opinión, si los descubrimientos de Képler y Newton, por una circunstancia o por otra, no hubieran podido llegar a la humanidad sino mediante el sacrificio de una, o cien, o más vidas humanas que fueran un obstáculo para ello, Newton habría tenido el derecho, e incluso el deber, de sacrificar esas vidas, a fin de facilitar la difusión de sus descubrimientos por todo el mundo. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que Newton tuviera derecho a asesinar a quien se le antojara o a cometer toda clase de robos. En el resto de mi artículo, si la memoria no me engaña, expongo la idea de que todos los legisladores y guías de la humanidad, empezando por los más antiguos y terminando por Licurgo, Solón, Mahoma, Napoleón, etcétera; todos, hasta los más recientes, han sido criminales, ya que al promulgar nuevas leyes violaban las antiguas, que habían sido observadas fielmente por la sociedad y transmitidas de generación en generación, y también porque esos hombres no retrocedieron ante los derramamientos de sangre (de sangre inocente y a veces heroicamente derramada para defender las antiguas leyes), por poca que fuese la utilidad que obtuvieran de ello

Incluso puede decirse que la mayoría de esos bienhechores y guías de la humanidad han hecho correr torrentes de sangre. Mi conclusión es, en una palabra, que no sólo los grandes hombres, sino aquellos que se elevan, por poco que sea, por encima del nivel medio, y que son capaces de decir algo nuevo, son por naturaleza, e incluso inevitablemente, criminales, en un grado variable, como es natural. Si no lo fueran, les sería difícil salir de la rutina. No quieren permanecer en ella, y yo creo que no lo deben hacer.

Ya ven ustedes que no he dicho algo nuevo. Estas ideas se han comentado mil veces de palabra y por escrito. En cuanto a mi división de la humanidad en seres ordinarios y extraordinarios, admito que es un tanto arbitraria; pero no me obstino en defender la precisión de las cifras que doy. Me limito a creer que el fondo de mi pensamiento es justo. Mi opinión es que los hombres pueden dividirse, en general y de acuerdo con el orden de la misma naturaleza, en dos categorías: una inferior, la de los individuos ordinarios, es decir, el rebaño cuya única misión es reproducir seres semejantes a ellos, y otra superior, la de los verdaderos hombres, que se complacen en dejar oír en su medio "palabras nuevas. Naturalmente, las subdivisiones son infinitas, pero los rasgos característicos de las dos categorías son, a mi entender, bastante precisos. La primera categoría se compone de hombres conservadores, prudentes, que viven en la obediencia, porque esta obediencia los encanta. Y a mí me parece que están obligados a obedecer, pues éste es su papel en la vida y ellos no ven nada humillante en desempeñarlo. En la segunda categoría, todos faltan a las leyes, o, por lo menos, todos tienden a violarlas por todos sus medios.

Naturalmente, los crímenes cometidos por estos últimos son relativos y diversos. En la mayoría de los casos, estos hombres reclaman, con distintas fórmulas, la destrucción del orden establecido, en provecho de un mundo mejor. Y, para conseguir el triunfo de sus ideas, pasan si es preciso sobre montones de cadáveres y ríos de sangre. Mi opinión es que pueden permitirse obrar así; pero..., que quede esto bien claro..., teniendo en cuenta la clase e importancia de sus ideas. Sólo en este sentido hablo en mi artículo del derecho de esos hombres a cometer crímenes. (Recuerden ustedes que nuestro punto de partida ha sido una cuestión jurídica.) Por otra parte, no hay motivo para inquietarse demasiado. La masa no les reconoce nunca ese derecho y los decapita o los ahorca, dicho en términos generales, con lo que cumple del modo más radical su papel conservador, en el que se mantiene hasta el día en que generaciones futuras de esta misma masa erigen estatuas a los ajusticiados y crean un culto en torno de ellos..., dicho en términos generales. Los hombres de la primera categoría son dueños del presente; los de la segunda del porvenir. La primera conserva el mundo, multiplicando a la humanidad; la segunda empuja al universo para conducirlo hacia sus fines ».


Fiódor Dostoievski



Muchas maneras de Matar

« Hay muchas maneras de matar:
Pueden meterte un cuchillo en el vientre,
quitarte el pan, no curarte de una enfermedad,
meterte en una mala vivienda, empujarte al suicidio,
torturarte hasta la muerte por medio del trabajo,
llevarte a la guerra...
Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestra ciudad ».


Bertolt Brecht


viernes, abril 27

El nombre del viento

« Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades.

La primera es la puerta del sueño: El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta.

La segunda es la puerta del olvido: Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que «el tiempo todo lo cura» es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta.

La tercera es la puerta de la locura: A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.

La última puerta es la de la muerte: El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado »


Patrick Rothfus



El desfile del amor

« —Sí, señor mío —prosiguió—, toda profesión puede ser honorable, hasta la literaria, si se le puede llamar a eso profesión. ¡Honorable! Por desgracia la mayoría de los literatos no lo son. ¡Gente sin amor al oficio! Lo único que buscan es el poder que les confieren sus fotografías al aparecer en la prensa. Cuando lleno un formulario, jamás se me ocurre llenar el espacio dedicado a la profesión con la palabreja «escritor», ni siquiera «editor», sino «librero». La considero, sabe usted, una actividad más noble y limpia. Por regla general, el librero no odia a sus compañeros de profesión. El escritor sí. Mueve cielo y tierra para cerrarles el paso. Se dedica a desprestigiarlos, a hacer llover sobre ellos mares de inmundicia, toneles de carroña, cubos de escoria. ¡Vil mierda, señor, si es que uno ha de llamar al fin a las cosas por su nombre! La gente les teme. Los directores de revistas y suplementos literarios, los jefes de redacción, los responsables de página viven espantados. ¿Y qué me dice de los amedrentados editores? ¿No le dijo Cruz-García que yo no era sino un simple librero? ¡Un librero de viejo! Me parece oírlo. Un periodista, no. Mucho menos, ¡ah no, eso nunca!, un escritor. Y no es que no me considere como tal, se lo aseguro, sino que, rata cobarde como es, teme al desprestigio que las mafias pueden causar a su editorial. Yo me río. Siempre he sido independiente. Han querido abatirme, han intentado hasta destruirme físicamente. ¡Mire cómo me dejaron! Pero no han logrado hundirme, no lo he permitido. Me río en sus barbas, y sigo trabajando en lo mío. Un día, muy pronto, daré a conocer lo que he gestado durante estos años largos de silencio aparente. Voy a mostrarles mi obra en medio de un estruendo de carcajadas »


Sergio Pitol

El libro del desasosiego, 22

« Mi hábito vital de incredulidad en todo, especialmente en el instinto, y mi actitud natural de insinceridad, son la negación de obstáculos en que hago esto constantemente.

En el /fondo/, lo que sucede es que hago de los otros mi sueño, doblándome sus opiniones para, expandiéndolas por medio de mi raciocinio y mi intuición, volverlas mías y (yo, no teniendo opinión, puedo tener las de ellos lo mismo que cualesquiera otras) para doblarlas a mi gusto y hacer de sus opiniones cosas emparentadas con mis sueños.

De tal manera antepongo el sueño a la vida que consigo, en el trato verbal, (no teniendo otro) continuar soñando, y persistir, a través de las opiniones ajenas y de los sentimientos de los demás, en la línea fluida de la vida, una personalidad amorfa.

Cada otro es un canal o una reguera por donde el agua del mar sólo corre a gusto de ellos, marcado, con los resplandores del agua al sol, el curso curvo de su orientación más realmente que podría hacerlo su sequedad.

Pareciéndole a veces, a mi análisis rápido, parasitar a los otros, lo que sucede en realidad es que les obligo a ser parásitos de mi posterior emoción. Hábito de vivir las /cortezas/ de sus individualidades. Calco sus pisadas en arcilla de mi espíritu y así, más que ellos, llevándolas para dentro de mi conciencia, he dado sus pasos y andado por su(s) camino(s).

En general, debido al hábito que tengo de, desdoblándome, seguir al mismo tiempo dos, diferentes operaciones /mentales/, yo, al paso que me voy adaptando en exceso y lucidez al sentir de ellos, voy analizando en mí su desconocido estado de alma, haciendo el análisis puramente objetivo de lo que ellos son y piensan. Así, entre sueños, y sin abandonar mi devaneo ininterrumpido, voy, no sólo viviéndoles la esencia refinada de sus emociones a veces muertas, sino comprendiendo y clasificando las lógicas interconexas de las diferentes fuerzas de su espíritu que yacían a veces en un estado simple de su alma.

Y, en medio de todo esto, su fisonomía, su traje, sus gestos, no se me escapan. Vivo al mismo tiempo sus sueños, el alma del instinto y el cuerpo y actitudes suyas. En una gran dispersión unificada, me ubiquito en ellos y creo y soy, a cada instante de la conversación, una multitud de seres, conscientes e inconscientes, analizados y analíticos, que se reúnen en un abanico abierto ».



Fernando Pessoa


jueves, abril 26

Así es

« En éste preciso instante soy parte de tu vida ».

Latino América

« Soy,
Soy lo que dejaron, 
soy la sobra de lo que se robaron. 

Un pueblo escondido en la cima, 
mi piel es de cuero, 
por eso aguanta cualquier clima. 

Soy una fábrica de humo, 
mano de obra campesina 
barata para tu consumo.

 Frente de frio en medio del verano, 
el amor en los tiempos del cólera, 
mi hermano. 

El sol que nace y el día que muere, 
con los mejores atardeceres, 
soy el desarrollo en carne viva, 
un discurso político sin saliva, 
las caras más bonitas que he conocido, 
soy la fotografía de un desaparecido, 
soy la sangre dentro de tus venas, 
soy un pedazo de tierra que vale la pena. 

Soy una canasta con frijoles , 
soy Maradona contra Inglaterra 
anotándote dos goles,
soy lo que sostiene mi bandera, 
la espina dorsal del planeta 
es mi cordillera. 

Soy lo que me enseñó mi padre:
el que no quiere a su patria 
no quiere a su madre

Soy América latina, 
un pueblo sin piernas pero que camina. 

 Tú no puedes comprar al viento. 
Tú no puedes comprar al sol. 
Tú no puedes comprar la lluvia. 
Tú no puedes comprar el calor. 
Tú no puedes comprar las nubes. 
Tú no puedes comprar los colores. 
Tú no puedes comprar mi alegría. 
Tú no puedes comprar mis dolores. 

 Tengo los lagos, tengo los ríos,
tengo mis dientes para cuando me sonrío, 
la nieve que maquilla mis montañas, 
tengo el sol que me seca 
y la lluvia que me baña,
un desierto embriagado con peyote
un trago de pulque para cantar con los coyotes.

Todo lo que necesito:
Tengo mis pulmones respirando azul clarito.

La altura que sofoca. 
Soy las muelas de mi boca mascando coca, 
el otoño con sus hojas desmayadas, 
los versos escritos bajo la noche estrellada, 
una viña repleta de uvas, 
un cañaveral bajo el sol en Cuba, 
soy el mar Caribe que vigila las casitas, 
haciendo rituales de agua bendita, 
el viento que peina mi cabello,
soy todos los santos que cuelgan de mi cuello.
El jugo de mi lucha no es artificial
Porque el abono de mi tierra es natural. 

 Você não pode comprar o vento 
Você não pode comprar o sol 
Você não pode comprar chuva 
Você não pode comprar o calor 
Você não pode comprar as nuvens 
Você não pode comprar as cores 
Você não pode comprar minha felicidade 
Você não pode comprar minha tristeza 

 Tú no puedes comprar al sol, 
tú no puedes comprar la lluvia, 
(Vamos dibujando el camino, vamos caminando) 
No puedes comprar mi vida. 

MI TIERRA NO SE VENDE. 
 Trabajo bruto, pero con orgullo, 
aquí se comparte, lo mío es tuyo. 
Este pueblo no se ahoga con marullos, 
Y si se derrumba, yo lo reconstruyo.
Tampoco pestañeo cuando te miro, 
Para que te acuerdes de mi apellido.

 La operación cóndor invadiendo mi nido, 
¡Perdono, pero nunca olvido! 

 (Vamos caminando) 
Aquí se respira lucha. 
(Vamos caminando) 
Yo canto porque se escucha. 
 Aquí estamos de pie 
¡Que viva Latinoamérica! 
No puedes, no puedes comprar mi vida »


René 13




La conjura de los necios

« Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. 

El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de la nariz, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza.



—Mi personalidad tiene muchas facetas.
—Me asombras —el joven miró detenidamente el atuendo de Ignatius—. 
Pensar que te dejan andar suelto por ahí. En cierto modo, te respeto.
—Muchísimas gracias —el tono de Ignatius era suave, complacido—. 
La mayoría de los necios no entienden mi visión del mundo en absoluto.
—Me lo imagino, me lo imagino.
—Sospecho que bajo tu fachada ofensiva y vulgarmente afeminada, 
puede haber una especie de alma. ¿Has leído suficientemente a Boecio?
—¿A quién? Oh, Dios mío, no. Yo no leo siquiera los periódicos.
—Entonces, debes iniciar inmediatamente un programa de lecturas, para que puedas llegar a comprender las crisis de nuestra época —dijo solemnemente Ignatius—. Empezaremos con los últimos romanos, incluido Boecio, claro. Luego, profundizaremos extensamente en la Alta Edad Media. Podrás dejar a un lado el Renacimiento y la Ilustración. Todo eso no es más que propaganda peligrosa. Ahora que lo pienso, será mejor que te saltes también a los románticos y a los Victorianos. En cuanto al período contemporáneo, deberías estudiar algunos cómics seleccionados.
—Eres fantástico.

—Te recomiendo especialmente Batman, porque tiende a trascender la sociedad abismal en que se encuentra. Su moral es bastante rigurosa, además. Le respeto muchísimo »


John Kennedy Toole 



El extranjero

« Pensé que me bastaba dar media vuelta y todo quedaría concluido. Pero toda una playa vibrante de sol apretábase detrás de mí. Di algunos pasos hacia el manantial. El árabe no se movió. A pesar de todo, estaba todavía bastante lejos. Parecía reírse, quizá por el efecto de las sombras sobre el rostro. Esperé. El ardor del sol me llegaba hasta las mejillas y sentí las gotas de sudor amontonárseme en las cejas. Era el mismo sol del día en que había enterrado a mamá y, como entonces, sobre todo me dolían la frente y todas las venas juntas bajo la piel. Impelido por este ardor que no podía soportar más, hice un movimiento hacia adelante. Sabía que era estúpido, que no iba a librarme del sol desplazándome un paso. Pero di un paso, un solo paso hacia adelante. Y esta vez, sin levantarse, el árabe sacó el cuchillo y me lo mostró bajo el sol. La luz se inyectó en el acero y era como una larga hoja centelleante que me alcanzara en la frente. En el instante el sudor amontonado en las cejas corrió de golpe sobre mis párpados y los recubrió con un velo tibio y espeso. Tenía los ojos ciegos detrás de esta cortina de lágrimas y de sal. No sentía más que los címbalos del sol sobre la frente e, indiscutiblemente, la refulgente lámina surgida del cuchillo, siempre delante de mí. La espada ardiente me roía las cejas y me penetraba en los ojos doloridos. Entonces todo vaciló. El mar cargó un soplo espeso y ardiente. Me pareció que el cielo se abría en toda su extensión para dejar que lloviera fuego. Todo mi ser se distendió y crispé la mano sobre el revólver. El gatillo cedió, toqué el vientre pulido de la culata y allí, con el ruido seco y ensordecedor, todo comenzó. Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruido el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz. Entonces, tiré aún cuatro veces sobre un cuerpo inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y era como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia ».


Albert Camus



"Escritores"

« Hay dos tipos de escritores: 
aquellos que te dan verdades
y aquellos que tan sólo 
son capaces de contarte sus ideas ».



The Catcher in the Rye

« —Por raro que te parezca, esto no lo ha escrito un poeta. 
Lo dijo un sicoanalista que se llamaba Wilhelm Stekel. 
Esto es lo que… ¿Me sigues?

—Sí, claro que sí.

—Esto es lo que dijo: 

«Lo que distingue al hombre insensato del sensato 
es que el primero ansia morir orgullosamente por una causa, 
mientras que el segundo aspira a vivir humildemente por ella »

Se inclinó hacia mí y me dio el papel. Lo leí y me lo metí en el bolsillo. Le agradecí mucho que se molestara, de verdad. Lo que pasaba es que no podía concentrarme. ¡Jo! ¡Qué agotado me sentía de repente!

Pero se notaba que el señor Antolini no estaba nada cansado. Curda, en cambio, estaba un rato.

—Creo que un día de estos —dijo—, Averiguarás qué es lo que quieres. Y entonces tendrás que aplicarte a ello inmediatamente. No podrás perder ni un solo minuto. Eso sería un lujo que no podrás permitirte »


J. D. Salinger



El mundo de ayer

« Si busco una fórmula práctica para definir la época de antes de la Primera Guerra Mundial, la época en que crecí y me crié, confío en haber encontrado la más concisa al decir que fue la edad de oro de la seguridad. Nadie creía en las guerras, las revoluciones ni las subversiones. Dicho sentimiento de seguridad era la posesión más deseable de millones de personas, el ideal común de vida. El siglo XIX, con su idealismo liberal, estaba convencido de ir por el camino recto e infalible hacia «el mejor de los mundos». Se miraba con desprecio a las épocas anteriores, con sus guerras, hambrunas y revueltas, como a un tiempo en que la humanidad aún era menor de edad y no lo bastante ilustrada. Ahora, superar definitivamente los últimos restos de maldad y violencia sólo era cuestión de unas décadas, y esa fe en el «progreso» ininterrumpido e imparable tenía para aquel siglo la fuerza de una verdadera religión; la gente había llegado a creer más en dicho «progreso» que en la Biblia, y su evangelio parecía irrefutablemente probado por los nuevos milagros que diariamente ofrecían la ciencia y la técnica. Nosotros que en el nuevo siglo hemos aprendido a no sorprendernos ante cualquier nuevo brote de bestialidad colectiva, nosotros, que todos los días esperábamos una atrocidad peor que la del día anterior, somos bastante más escépticos sobre la posibilidad de educar moralmente al hombre. Hoy, cuando ya hace tiempo que la gran tempestad lo aniquiló, sabemos a ciencia cierta que aquel mundo de seguridad fue un castillo de naipes »


Stefan Zweig 

miércoles, abril 25

Una creación sorprendente

« En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.  Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas ». Génesis 1:1-4

Qué poética y evocadora esa imagen de un espíritu hermoso y eterno sobrevolando el infinito abismal de un universo vacío.


La Biblia


La mujer justa

« Ella todavía me quiere y nunca querrá a otro. No me guarda rencor porque entre personas que se han querido de verdad no puede haber nunca verdadero odio. Puede haber rabia o deseo de venganza; pero odio de verdad, ese odio tenaz y calculador que espera únicamente el momento de desencadenarse….no, eso es imposible. Ella sigue viva, puede que ya ni me espere. Está viva y muere lentamente. Muere de una forma educada, delicada, tranquila, burguesa. Muere porque no puede darle a su vida un sentido nuevo, porque no puede vivir con la sensación de no tener a alguien que la necesite, porque es imposible vivir sin la certeza de que en el mundo hay una persona para la que se es imprescindible »


Me odias con todo el amor de tu vida


Sándor Marai

Las estrellas & el principito

« —Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo me han molestado tres veces. La primera, hace veintidós años, fue por un abejorro que había caído aquí de Dios sabe dónde. Hacía un ruido insoportable y me hizo cometer cuatro errores en una suma. La segunda vez por una crisis de reumatismo, hace once años. Yo no hago ningún ejercicio, pues no tengo tiempo de callejear. Soy un hombre serio. Y la tercera vez… ¡la tercera vez es ésta! Decía, pues, quinientos un millones…

—¿Millones de qué? El hombre de negocios comprendió que no tenía ninguna esperanza de que lo dejaran en paz.—Millones de esas pequeñas cosas que algunas veces se ven en el cielo.

—¿Moscas?
—¡No, cositas que brillan!
—¿Abejas?
—No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. 
¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar!
—¡Ah! ¿Estrellas?
—Eso es. Estrellas.
—¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
—Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. 
Yo soy un hombre serio y exacto.
—¿Y qué haces con esas estrellas?
—¿Que qué hago con ellas?
—Sí.
—Nada. Las poseo.
—¿Que las estrellas son tuyas?
—Sí.—Yo he visto un rey que…
—Los reyes no poseen nada… Reinan. Es muy diferente.
—¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?
—Me sirve para ser rico.
—¿Y de qué te sirve ser rico?
—Me sirve para comprar más estrellas si alguien las descubre.

[...]

Es divertido”, pensó el principito. “Es incluso bastante poético. Pero no es muy serio” ».




Antoine de Saint- Exupèry



martes, abril 24

La vida es un sueño


« Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe, 
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte? 

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza, 
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende. 

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí. 
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son ».



Calderón de la Barca


Falacias del amor romántico

« ¿Por qué en la época actual en la que vivimos hay tanto desencanto amoroso, tanta penuria por amor y tanto divorcio a las puertas?

Pues en gran medida se debe a lo equivocados que estamos la mayoría sobre de qué va esto del amor, de las creencias erróneas que nos formamos y que nos ayudan a formar las telenovelas malditas, películas embalsamadas en azúcar y canciones de radio repetitivas y lloronas. Errores de cálculo, de expectativas, de visión de futuro, que arruinan nuestras esperanzas futuras por encontrar a alguien a quien contarle quienes somos en verdad.

¿Qué es eso de amor romántico?

Para algunos investigadores del tema como Sternberg (El Triangulo del Amor 1987), el amor romántico está formado por dos elementos: intimidad y pasión. La intimidad hace referencia a las ganas que tenemos de estar con la otra persona a solas, querer saber de ella, querer contarle quienes somos, en definitiva nuestras ansias por encontrar un hueco solitario donde aposentarnos para escucharnos encandilados. La pasión hace referencia a la locura, a las ganas de arrancarle el pantalón de un mordisco, a la obsesión por querer ver al amado, a las llamadas en horas intempestivas. a la sinrazón neuroquímica de la dopamina y la testosterona. Ambos elementos forman un coctel que mezcla lo caótico con lo genial, lo primario con lo esencial, el deseo con la verdad, pero es un coctel explosivo y que hará llorar al más incauto porque falta un elemento esencial para que este amor funcione: el compromiso. Sin el compromiso, esta fuga de ganas de amar ostentosa y ciega puede estrellarse en cualquier momento, dejándonos con más ganas y partidos en dos pues nuestro amante se cansó de nosotros porque quizás la pasión disminuyó unas decimas o porque encontró otro cuerpo donde aposentarse de nuevo. Es un amor abocado al fracaso más allá del corto plazo. 

Para otros autores y estudiosos del tema, entre los cuales me incluyo yo, el amor romántico, es lo que conocemos como enamoramiento, la fase inicial de cada relación.

Son los inicios, las ganas de conquistar continuamente al amado, los suspiros incontrolados, la escucha de la canción que nos pasó un día y que nos recuerda tanto a él, las ganas de verle, de olerle, de sentirlo, ese sube-baja pasional, que mezcla desesperación, obsesión e inmensa alegría.

Esta fase está abocada a la caducidad, pues nuestro cuerpo no soporta tal desgaste y debe renunciar antes o temprano a tanto ajetreo romántico. Por otro lado nuestro cuerpo se habitúa a todo lo que le rodea y lo que en un principio le parece maravilloso, después se convierte en un elemento más de la vida. Por ello una vez estamos enamorados debemos pasar a la siguiente fase que se divide en dos polos opuestos:

1. Pese a que la pasión ha disminuido y ya no es amor romántico, sino un amor compañero, donde prima la amistad y el cariño por encima de la pasión y las ganas desenfrenadas de estímulos, decidimos continuar y llegar al punto que se denomina: AMOR con mayúsculas o por el contrario:

2. No nos resignamos a perder este fragor romántico y creemos que la pérdida de pasión conduce a estancamiento, rutina y aburrimiento, queremos más de esa droga amorosa, no nos vale con saber que la otra persona nos acepta como somos, queremos lo que teníamos al principio y su pérdida acaba en perdida de interés en el otro y el fin de la historia y la búsqueda de una nueva.

Una de las razones de acabar en la segunda opción es la edad. Cuanto más jóvenes nos enamoramos menos queremos aceptar que el enamoramiento acaba un día u otro con lo que cerramos la puerta abierta antigua para abrir una nueva y volver a enamorarnos continuamente. Un joven no quiere resignarse a saber que se acabará esa locura pasional para toda su vida y prefiere arriesgarse y buscar una nueva historia, así hasta comenzar una espiral de historias que antes o después le dejaran insatisfecho, quizás de por vida si sigue continuamente en ese juego peligroso. Hoy en día vivimos más y mejor y nos cuidamos el doble, por ello el tema de la edad se está prolongando y no son solo los más jóvenes son los que buscan el continuo elixir del enamoramiento sino la gente más madura sigue atascada pues creen que aún les queda para perder el último tren.

Otros motivos hacen del amor romántico un amor erróneo, lo que yo he denominado lasfalacias del amor romántico, las creencias erróneas que nos empujan a elegir mal, a dejar una relación cuando en verdad esta podría aun dar buenos frutos, a dejarnos llevar por males que creemos necesarios pues todo verdadero amor nace del sufrimiento.

Dejas a alguien porque crees que no es tu media naranja, poco después dejas al nuevo romance pues a pesar de que no tenia los defectos del anterior este aportaba sus nuevos defectos a la relación, dejas a alguien por unos defectos sin saber que te vas a cruzar con otra persona con defectos nuevos, no hay alguien a la altura de nadie, hay comprensión, adaptación y aceptación.

Tu elijes continuamente ¿me quedo con mi pareja sabiendo que la pasión y ese enamoramiento inicial se va extinguiendo o pruebo nuevos retos, aun me quedan cosas por vivir?

A continuación os hago entrega de las Falacias del Amor romántico, espero que ayuden a elegir el buen camino vayamos a donde vayamos:


I. La media naranja existe. No hay algo más erróneo que creer que la media naranja existe y te está esperando en algún lugar de la tierra o de la galaxia. No hay medias naranjas para alguien, no hay horna del zapato, no hay más que personas con unas características que serán semejantes a ti y otras características que te complementaran. La idea romántica de esperar a la media naranja solo provoca que pierdas personas en tu vida que te hubieran hecho muy feliz.

La media naranja se compone de ilusiones ficticias de cómo deberían ser los demás, expectativas demasiado altas sobre el comportamiento de los demás y la insatisfacción que provoca no encontrar al ser perfecto. No hay ser perfecto, solo hay creación de vida en común que implica aceptar errores del otro, mirar con cariño los defectos insalvables del amado, dialogar sobre lo que uno espera de la vida con el otro, nunca esperes que tu pareja sea adivina, no es un poder que les viene dado a los amantes ni un derecho del que desea ser amado, pide por tu boca lo que quieres de los demás y proyecta y explica lo que sabes dar y hasta qué punto puedes darlo. Decir lo que quieres y lo que puedes dar creará unas expectativas de pareja realista, que es muy importante pues el amor se debe basar en realidades y no en ensoñaciones difusas y no comentadas. Si eres capaz de adaptarte, de comprender y de escuchar al otro, eres capaz de amar con calidad.

No esperes a la media naranja, no dejes a alguien porque no cumple todas tus expectativas, pues le dejarás por otro y ese otro tampoco te llenará pasado el tiempo, pues también tendrá defectos y tú en vez de ir aprendiendo, lo que estarás haciendo es huir constantemente de los demás, todos tenemos defectos insalvables que requieren comprensión y aceptación por parte de nuestro ser amado.

II. Existe la princesa o el príncipe azul.

En relación directa con la anterior falacia, esta la creencia errónea de la existencia de un príncipe azul o princesa, de alguien que viene a rescatarnos de nuestras penurias internas, un ser perfecto de sangre superior.

Si te quedas esperando a este ser perfecto, escoge un sillón bien cómodo pues vas a ver pasar tu vida por delante mientras esperas. No te dejes engañar por los inicios, todos somos perfectos cuando nos estamos conociendo, pues nuestro cerebro que ya ha fichado a ese ser amado quiere que veas solo lo mejor de él por ello segrega dopamina y hace descender tu serotonina, para que te obsesiones y busques todo lo bueno que hay en él, obviando lo pernicioso. A esto hay que añadir que todos sabemos vendernos muy bien al principio, damos lo mejor de nosotros mismos, si un niño se cae le ayudamos a levantarlo, luego descubrirás que ya no ayuda a los niños sino que se ríe de sus caídas. Disimulamos nuestras imperfecciones y el cerebro ayuda a esta labor. Más tarde queremos ser aceptados como somos y ahí se rompen muchas expectativas y se comienza a escuchar frases del tipo: “tú antes no eras así, me estas defraudando” y es que en definitiva somos de muchas maneras, pero solo vemos en los demás las que queremos ver.

Al principio veras en el amado a un ser perfecto caído del cielo que es solo para ti, olvida esto lo antes posible, pues cuantas más expectativas pongas en que es un ser perfecto mayor va a ser el guantazo que te de la realidad. Y como reitero, una relación de verdad se asienta en base a la realidad y no a las expectativas fantasiosas que nos forjamos. Disfruta de lo bueno de tu pareja y acepta lo menos bueno, siempre y cuando lo menos bueno no sean chantajes emocionales y daños físicos, pues como veremos a continuación, hay que huir de los amores dañinos y olvidar dichos del tipo que el amor verdadero es sufrido, el amor verdadero es gozoso, que te quede bien claro.

III. El amor verdadero es sufrido

Qué gran mentira, que nos hemos ido tragando desde la época del “AMOR CORTES”, donde la predilección de los hombres era enamorarse de mujeres ricas casadas y se limitaban a sufrir por amor, pues decían que sufrir por amor ennoblecía el alma. Sufrir por amor atonta el alma y acorta la vida. Todas esas canciones de sufrimiento que escuchamos por la radio lo único que provocan es enfatizar y reforzar esta falacia aun más en nuestros fueros internos, el: “no puedo vivir sin ti”, “sin ti, soy nada” etc. Que suplican porque sin esa media naranja ya no les queda algo más que berrear por amor, al que llaman verdadero y yo lo llamo indigno, pues con esas canciones solo se pierde la dignidad del ser.

Quien te quiere solo desea tu bien, tu alegría, tu sonrisa continua, no te agrede, no te maltrata psicológicamente ni te chantajea. No estás sufriendo por amor verdadero sino por amor falso y estúpido.

Bien es cierto por otro lado que existe lo que los psicólogos denominan como “el efecto Romeo y Julieta” que no es otra cosa que sufrir por amor. Las relaciones donde hay trabas, como por ejemplo castas de familias distintas como en Romeo y Julieta donde ambos deben luchar por seguir juntos pese a la oposición de la familia, o el simple hecho de vivir a kilómetros de distancia, o cualquier cosa que haga difícil la relación inicial, provoca que nuestro cerebro quede a expensas de solución, piensa en una ventanita del cerebro que sigue trabajando en segundo plano (referencias y analogías al ordenador) mientras nos duchamos, comemos etc., es como cuando no nos sale el nombre de alguien y lo tenemos en la punta de la lengua, dejamos de pensarlo, hacemos otras cosas y de repente de manera súbita nos sale el nombre: “Patricia, se llamaba Patricia”, este efecto es porque nuestro cerebro sigue trabajando en esa ventanita ficticia en segundo plano u otro ejemplo sería cuando retenemos información para un examen y una vez que lo soltamos en el papel al poco tiempo apenas nos acordamos de lo que hemos estudiado, pues es el mismo efecto: el ordenador de nuestro cerebro que mantenía la información en segundo plano hasta que la evocamos, la escupimos en bolígrafo y ya el cerebro dice: misión cumplida, borrar datos. Y resetea parte de lo aprendido.

Pues bien, así funciona nuestro cerebro al iniciar una relación con trabas y dificultades, continuamente deja esa ventanita de procesando en segundo plano, haciendo saltar sustancias como la dopamina que hace que estemos pensando todo el rato en el ser amado porque aun no lo tenemos del todo a nuestro lado ya que algo lo impide, y ahí sigue de segundo plano a primer plano pero no se diluye. ¿Qué ocurre cuando por fin solventamos la traba? ¿Que ocurre una vez que nos acordamos del nombre que no nos salía? ¿Que ocurre cuando expulsamos nuestros conocimientos hacia el papel del examen? Pues que nuestro cerebro dice: misión cumplida y a otra cosa. Toda la dopamina que soltó para recuperar aquello que se quería es devuelta a casa y nuestra sensación es: “me acorde del nombre pues a otra cosa, escribí lo que sabía, pues a otro examen, por fin tengo a la persona que se hacía imposible, pues estoy dejando de desearla”. Es tu cerebro que está haciendo que las sustancias que segregó para ponerte en la acción de conseguirla, vuelvan por donde han venido y tú ya no sientas la necesidad de seguir queriéndola, pues la misión ya está cumplida.

Entonces ¿eso es amor? ¿Queremos enamorarnos así? ¿Queremos sufrir?, la respuesta está clara, NO.

No dejes que el sufrimiento sea tu medio de comunicar y de recibir amor. Las señales de las primeras citas son importantes para saber quién es esa persona que empieza a interesarnos, no te dejes llevar por la deseabilidad y por lo que tu cerebro quiere ver, observa bien y haz preguntas inteligentes:

• Pregúntale por su pasado
• Como es la relación con sus padres
• Que es el amor para él/ella.
• Pregúntale como le fue la última relación y por qué lo dejaron.

Esta información es sumamente valiosa para saber si es una persona equilibrada. Lo contrario del sufrimiento es el equilibrio.

Por ello, si hay algo que debemos buscar sobremanera es el equilibrio en la persona que debemos amar, equilibrio emocional, sensatez y apego seguro.

El apego seguro es la forma de amar correcta, las personas con apego seguro, son equilibradas, nada celosas, pues saben amar con la medida justa, dan y reciben de manera equitativa y comprenden las situaciones mejor que otros tipos de apegos.

Si estas sufriendo por amor no creas ni un segundo que tu alma se está ennobleciendo ni que es ese el modo correcto de amar. El amor verdadero es equilibrado, dulce, amable, responsable, maduro y plenamente satisfactorio, pues pese a que ambos lados de la pareja contienen defectos estos son salvables y los que no lo son se hacen entendibles y aceptables. Eso no quiere decir que las parejas no discutan, todas lo hacen y mucho, la diferencia está en que unas son tolerantes, realizan quejas entendibles, no críticas a la persona y no imponen su ego continuamente sobre el otro y las otras parejas son las que discuten con el mero objetivo de estar por encima del otro, no toleran quejas y no saben parar a tiempo su estado de enfado. Las primeras son felices, las segundas destructivas.

Escucha a tu pareja y sabrás que quiere de ti y de la vida, apórtale todo lo que puedas y nunca, nunca intentes ganar siempre en las disputas, cede de vez en cuando y no sufras.

Estas son tres de las falacias del amor romántico que nos tragamos día a día y que hacen mucho daño a quienes creen en ellas. Sí conoces otras, adelante, ojos abiertos, no engaños ».