viernes, agosto 31

El error de hacer reír

IV ANTESALA DE LA MUERTE


« El hombre gordo está de mal humor y no habla. Desde que lo trajeron, no habla. Se pasea de un lado a otro por el parque, empujando las ruedas de la silla. Ya no puede volverse cuando alguien lo llama.

-¡Ollie!

Todos en este asilo viven sus últimos días empujando lo que queda de sus cuerpos, Ollie no puede mirar para atrás. Semiparalizado por la hemiplejía, está condenado a enfrentar al mundo. Por eso su silencio.

Hoy ha venido su mujer. Le ha traído un par de mantas y un sombrero hongo. Él ha dejado que Linda lo coloque sobre su cabeza y luego ambos han reído un rato. Después, Ollie ha tirado el sombrero muy lejos y ha quedado de mal humor. Linda, antes de irse, le acarició el rostro.

-Pronto estarás bien- le ha dicho. Pero él siente que ya no es sino una burla de sí mismo, un fantasma lejano y retraído. Ha perdido sesenta kilos, pero su cuerpo le parece cada vez más pesado y torpe.
-¡Ollie!
-Yo no soy Ollie. Soy Stan. Él es el gordo. Yo soy el flaco.
-¿No vieron nuestras películas? En ellas el gordo es el perjudicado. Siempre está cayendo. El gordo siempre termina mal. Ahora también. El gordo está muerto. Yo soy Stan.
-Los enfermos se acercan para hablarle. Lo señalan cuando llegan sus mujeres y sus niños.
-Aquí está Ollie -dicen-, vengan a verlo. No habla, como en las películas mudas. Va de aquí para allá, pero no habla.
-Ollie siente una especie de secreto orgullo al ser reconocido.
-No soy Ollie, soy Stan –dice.
-Es cierto –dice un niño-, él no es Ollie. El gordo era gordo. Éste no es Ollie.

Los niños salen corriendo. Van a divertirse al parque. Corren, caen y vuelven a levantarse. Ollie que se ha quedado solo, los mira. Tiene un poco de frío. Levanta con esfuerzo la manta y se cubre. Parece un fantasma »




Osvaldo Soriano (1943-1997)