« —Maestro, he superado todos mis apegos, menos el rencor que siento por las ofensas recibidas de una persona, ¿puedo a pesar de ello, asumir una vida espiritual contigo?
—Por supuesto. Pero primero debes hacer un ejercicio muy simple, en cada actividad que emprendas debes poner tu rencor, viaja sintiendo tu rencor, habla desde tu rencor, calla con rencor, duerme soñando con tu rencor, respira tu enemistad, grita a todos tu resentimiento, camina aborreciendo, trabaja ofendido, haz de tu rencor el tema diario de tu vida, asúmelo cada vez con más intensidad, obsesiónate con la idea de que tu odio tiene todo el derecho a existir, comenta a todos tus amigos y enemigos que eres la encarnación misma del rencor, que tu nuevo nombre es Odio.
—Maestro, por favor, no es para tanto. No podría vivir así, es demasiado, me aterra el sólo pensar en ese ejercicio, es repulsivo, el odio invadiría todas mis posibilidades, quedaría anulado, asfixiado, enloquecería, moriría de rencor »