« No soy una mujer ignorante, porque hablo, además de mi lengua materna, la de Babilonia y la tuya y sé escribir mi nombre de tres maneras diferentes, tanto sobre la arcilla como en el papiro. He visitado también muchas grandes villas y he ido hasta Egipto por mi dios y he danzado delante de numerosos espectadores que han admirado mi arte hasta el día en que los mercaderes me raptaron cuando naufragó nuestro barco. Sé que los hombres y las mujeres son iguales en todos los países a pesar de la diferencia de su color y de su lengua, pero adoran a dioses diferentes. Sé también que la gente culta es igual en todos los países y que difieren poco en ideas y costumbres, pero se alegran el corazón con vino y en el fondo no creen ya en los dioses porque así ha sido siempre y vale estar seguro. Sé todo esto, pero desde mi infancia he sido criada en el ambiente del dios y habiendo sido iniciada en todos los ritos secretos de su culto ninguna potencia ni ninguna magia pueden separarme de mi dios. Si hubieses bailado también delante de los toros y saltado al bailar por entre sus cuernos afilados tocando con el pie el hocico mugiente del animal, acaso pudieras comprenderme. Pero me parece que no has visto nunca muchachas ni muchachos danzar delante de los toros »
Mika Waltari