« Era un apuesto soldado y ella una dulce aspirante.
La distancia no sabía que estaban enamorados.
Nunca solos se sentían, siempre el teléfono ardía.
(No versé durante días... ¡tanta pena merecía! )
Los kilómetros corrían cuando verse, al fin, podían.
Horas en la carretera no se pasan por cualquiera,
porque tanto se querían que las penas olvidaban,
sólamente sujetaban el lazo que los unía.
Y se prometían amor;
La distancia nunca pudo romper esta gran unión.
Y se prometían amor;
Eran dos enamorados cegados por la pasión.
Pero un día la muchacha vio una cercana sombría;
Un tercero aparecía que todo le prometía.
No tenía los galones que el soldado aquel lucía,
pero sí le juraría un amor sin lejanía.
Y el tercero ya sabía del amor que mantenían,
pero no se rendiría porque también la quería.
Y él también se enamoró de la joven con pasión
y sufría cuando esta se marchaba con su amor.
Y él le prometía amor.
Él le prometía todo lo que ella siempre esperó.
Siempre prometía amor.
Siempre prometía amor.
Le juraba eternamente que "el destino los unió".
Ella nunca accedería, nunca el lazo rompería
y éste, triste y en silencio se volvía a su sombría.
Y así, el pobre muchachito tan solito se quedaba,
la mujer que él adoraba con el soldado marchó.
Tantas lágrimas caían por el rostro del tercero;
la mujer que más quería nunca quiso de su amor
y ahora, solo y cabizbajo, sólo le pide perdón
por nadar contra corriente, buscando romper su amor.
Son las cosas de la vida, las promesas del amor,
que siempre son infinitas, hasta que lo quiere Dios.
Yo quise que se rompieran, que se jugara a ser Dios
y ahora pido a soldadito: Si la quieres como yo
No rompas su corazón.
Y se prometían amor,
el tercero nunca pudo romper esta gran unión.
¡Ni la distancia podía ni tampoco pude yo!
Yo le prometí amor, siempre prometí amor
Olvidando que en la vida el amor es cosa de dos.
Yo le prometí amor, siempre prometía amor.
Ella nunca, nunca quiso lo que quise darle yo.
Porque se prometían amor,
el soldado y mi princesa se prometieron amor.
Eran dos enamorados y yo sólo un soñador »
-Iván Guevara-