lunes, enero 13

¿Cuándo llegaré?



« Porque te hace más libre. Te quita la basura que llevas dentro, esos hijitos del dolor espiritual. Llega un momento cuando te aprecias a ti mismo y sientes la emoción, entonces, empiezas a darte cuenta de que hay más posibilidades en la vida, hay maneras diferentes de vivir, pero cuando te perdonaste a ti mismo por todo lo que pasó en tu vida, perdonaste a lo demás, entonces, llego a que: con el perdón puedes transformar el miedo y el miedo se vuelve positivo. Y hay que perdonar verdaderamente. No te vas a faltar el respeto y no te lastimes con lo que pasa al rededor, es tiempo de quitarte el miedo a progresar.

Me comprometo vivir con intensidad y regocijo, a no dejarme vencer por los abismos del amor ni por el miedo de que este me caiga encima, ni por el olvido, ni siquiera por el tormento de una pasión contrariada. Me comprometo a perdonar los abandonos, a no desdeñar nada que me conmueva, me deslumbre, me quebrante. Y nada abreviaré que deba sucederme, ni la pena ni el éxtasis, para que, cuando sea vieja, tenga un deleite, una detallada historia de mis años.

Y te venden la idea que "entre más luchas, mejor te va a ir en la vida". Competencia, competencia, competencia. Y a lo que eso te lleva es a estar encarcelado de la propia competencia. Cuando tú fluyes, dejas de luchar, y cuando dejas de luchar, ya entraste en el verdadero sentido del juego original. Es como los espermatozoides: la imagen de los espermatozoides nadando en pos del óvulo se usa para decir que eso prueba que nacimos para competir. Es completamente al revés: a cada uno de los espermatozoides, lo único que le importa es ayudar a que otro llegue, porque saben que "si uno llega, llegamos todos".

Es importante quedarse quieto, quedarse en silencio, para entonces, sí, rendirse a un mundo que uno no controla, para empezar a, en verdad, entender quién es uno, qué le corresponde hacer y hacia dónde ir. Uno gasta tanta energía luchando con todos los que se oponen a lo que uno quiere hacer, tratando de controlar a todo el mundo. El ego siempre prefiere tener la razón a ser feliz, cuando podría elegir rendirse y ser feliz ».


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