sábado, agosto 8

¡Ya no te quiero! Neurobiología del truene


Qué pasa en nuestras cabezas cuando rompemos… ¿por qué nuestras relaciones de chavos “dolieron más”? ¿Por qué sentimos, literal, que “nos rompieron el corazón”?

« Factores que se conjugan cuando tronamos:

Biológicos (neuroanatomía y neuroquímica)
Psicológicos (aprendizajes previos y antecedentes autobiográficos)
Sociales (cultura en la que nos desarrollamos)

Las rupturas a edades previas a los 25 años son generalmente más dolorosas, en consecuencia, las que más marcan en la vida los patrones conductuales futuros.

• Nuestro cerebro a esa edad libera la mayor cantidad de dopamina que lograremos en la vida
• La corteza prefrontal no se encuentra conectada totalmente
• Somos afines a la función hormonal en nuestro sistema límbico

El resultado: una constante negación de la lógica, búsquedas inmediatas de placer, un egoísmo social acompañado de decisiones poco pensadas.

A esa edad hacemos vínculos amorosos intensos, pensando que son para siempre.

• 70% de nuestras relaciones amorosas son transitorias.
• El enamoramiento tiene fecha de caducidad, en promedio dura 3 a 4 años.


Errores comunes en la separación

Conductas que prolongan el dolor del desamor:

1. No aceptar la magnitud de la pérdida.
2. Idealizar el pasado
3. Desear, sin razonamiento, a volver a vivir la experiencia amorosa.
4. Se busca mantener los vínculos aunque de manera amistosa
5. Aparece el sentimiento de venganza.


Emociones y neuroquímica

Cuando nos dicen ¡ya no te quiero!: emerge una mezcla de emociones que provienen del los más recónditos lugares de nuestro sistema límbico, parte de nuestro cerebro irreflexivo, emotivo y poco congruente:

• Se siente desamparo, enojo, desolación, angustia, necesidad de justicia asociado a tristeza y una gran vulnerabilidad.
• En segundos, el cerebro organiza respuestas para procurar protegernos, muchas de ellas son inconscientes, son reflejos que procuran terminar el proceso de dolor.
• Se activan sistemas neuro-hormonales que activan al cuerpo para huir o luchar: se incrementa la liberación de cortisol, noradrenalina, vasopresina, adrenalina y linfocinas
• Disminuye las concentraciones de serotonina, opioides y oxitocina.

El resultado: un cambio neuroquímico que conlleva a pensamientos repetitivos, tristes y estresantes.

Tuene en hombres y mujeres: Por cada año de enamoramiento, las mujeres necesitan en promedio tres meses para recuperarse; los hombres, aproximadamente 28 días.

Oxitocina: la hormona del amor disminuye, y nos hace recordar las cosas buenas de la persona, aunque ya no este con nosotros.

Serotonina: Su disminución causa melancolía y cambios en los patrones de sueño, atención y memorias cortas.

• Los hombres tienen una mayor fuente de testosterona y vasopresina, por eso no lloran y salen más rápido del duelo.
• El cerebro del hombre puede hacer ciclos de dopamina inmediatos y salidas de escape social con mayor éxito.


¿Por qué sentimos, literal, que “nos rompieron el corazón”?

Este dolor en el pecho se inicia y se fortalece en el cerebro, en el Giro del Cíngulo, que procesa dolor corporal, emociones y proyección social.

• Esta área cerebral es la mayor liberadora de serotonina
• Este es el principal reforzador negativo de la experiencia y el que más memoria va a dejar.
• El aprendizaje viaja al hipocampo y se fortalece con la retroalimentación de los eventos que analiza la corteza prefrontal.


¿Por qué la pasamos tan mal?

• En 300 milisegundos el cerebro entiende el ¡no te quiero!
• 600 milisegundos después ambos hemisferios están trabajando: Iniciamos un evento consciente, la parte más inteligente de nuestro cerebro inicia negando la situación, eventualmente, genera frases de enojo y autoprotección.
• La corteza prefrontal trata de coordinar respuestas, actitudes o terminar una discusión.
• El problema se genera inmediatamente, en promedio entre 8 a 10 minutos, quien domina ahora la modulación de las conductas es el sistema límbico: los ganglios basales y la amígdala cerebral están organizando actitudes violentas, repetitivas y de actitud.

El enojo domina a partir de ese momento: se va perdiendo el control prefrontal.

• La presiona arterial y la frecuencia cardiaca aumentan
• la respiración se hace profunda
• se busca más oxigenación cerebral y muscular.
• Los niveles sanguíneos de glucosa aumentan, provocando estados de activación neuronal (por eso no podemos dormir y nos cambia el apetito)

Paradoja del cerebro: Busca auto-limitar la sanación caótica. Nos hace estar tristes y llorar para calmar y desensibilizar a largo plazo éste estado.

• Nuestro llanto genera cansancio: poco a poco lloramos menos por el evento y mejoramos anímicamente ».

Eduardo Calixto
Neurofisiólogo

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