« No lo quiero, no lo quiero, no lo quiero…
Si tu dios es aquel que la vida esconde,
que la fuerza anestesia,
que la voluntad somete,
que el deseo enfría,
que la pasión banaliza,
que el tacto evita,
que el instinto repudia…
No lo quiero, no lo quiero, no lo quiero…
Si tu dios es aquel que el cuerpo olvida,
que la fuerza anestesia,
que la voluntad somete,
que el deseo enfría,
que la pasión banaliza,
que el tacto evita,
que el instinto repudia…
No lo quiero, no lo quiero, no lo quiero…
Si tu dios es aquel que el cuerpo olvida,
que el sexo envilece,
que lo animal maldice,
que lo espontáneo agrede,
que el humor aprisiona,
que la libertad cercena,
que la iniciativa condena…
No lo quiero, no lo quiero, no lo quiero…
Si tu dios es aquel que la naturaleza desprecia,
que la mujer discrimina,
que la alegría pospone,
que la emoción reprime,
que la culpa impone,
que lo animal maldice,
que lo espontáneo agrede,
que el humor aprisiona,
que la libertad cercena,
que la iniciativa condena…
No lo quiero, no lo quiero, no lo quiero…
Si tu dios es aquel que la naturaleza desprecia,
que la mujer discrimina,
que la alegría pospone,
que la emoción reprime,
que la culpa impone,
que el miedo inyecta,
que la idiotez alimenta…
No lo quiero, no lo quiero, no lo quiero…
Si tu dios es aquel que el propio amor detesta
que la idiotez alimenta…
No lo quiero, no lo quiero, no lo quiero…
Si tu dios es aquel que el propio amor detesta
y aquel que lo humano desprecia…
¡Déjame, no me hables más de tu dios!
No vaya a ser que me lo crea
y me pierda con tanta tontería
la aventura apasionante que es la vida »
¡Déjame, no me hables más de tu dios!
No vaya a ser que me lo crea
y me pierda con tanta tontería
la aventura apasionante que es la vida »
Fagondo