«Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nalgo y tu vida jamás empezará...»
Este es el leitmotiv de un poema en prosa publicado por Clarissa Pinkola Estés en 1970, y que aparece, en versión abreviada, al final de su célebre Mujeres que corren con los lobos. «Sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella», leemos en el mismo poema.«¿Dónde está el alma?»
Este es el leitmotiv de un poema en prosa publicado por Clarissa Pinkola Estés en 1970, y que aparece, en versión abreviada, al final de su célebre Mujeres que corren con los lobos. «Sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella», leemos en el mismo poema.«¿Dónde está el alma?»
Caperucita Roja es quizá el más célebre de todos los cuentos de hadas, y posiblemente el más extraño de todos. Aparece en la famosa colección de Charles Perrault que inicia el género, pero tiene orígenes folclóricos mucho más antiguos. En la versión más arcaica, abundan los detalles crudos que el educado Perrault dejó de lado: por ejemplo, el lobo engaña a la heroína para que coma un poco de la carne de su abuela y beba de su sangre, y la niña se las arregla para escapar diciendo que tiene que salir de la cabaña a orinar. El lobo le dice que orine en la cama, una curiosa proposición, y ante la negativa de la niña le ata una larga cuerda y le permite salir al exterior. Una vez allí, la niña se desata y desaparece.
Perrault suavizó estos detalles e hizo que Caperucita acabara dentro de la panza del lobo junto con su abuela. Sin embargo, su innovación principal fue la que corresponde a la literatura, que, como la divinidad, reside en los pequeños detalles. Perrault dotó a la niña de la caperuza roja que la ha hecho famosa y que le da realidad visual, materialidad y textura. Un personaje definido por una prenda de ropa. A partir de entonces, la caperuza roja será un elemento tan importante del cuento como el lobo o el bosque.
¿Qué es una caperuza? El psicoanálisis (es inevitable) ha identificado el color rojo con la menstruación. En el otro extremo, Friedel Lenz (La sabiduría de los cuentos de hadas) la interpreta, en la estela de Rudolf Steiner, como el «pensar cerebral» que nos aísla del «supramundo espiritual», lo cual corresponde a un personaje ingenuo y que sólo tiene ideas subjetivas del mundo como es la niña protagonista. Una caperuza es también la vestidura propia de los monjes y las sacerdotisas. Su función no es tanto proteger de la lluvia como cubrir el cabello, la expresión de la individualidad y de la sexualidad. En la economía del relato, se corresponde con el bonete de la abuela, que utiliza el lobo para disfrazarse. La caperuza y el bonete son, en cierto modo, los verdaderos protagonistas del cuento. Los dos ocultan, los dos disfrazan.
¿De qué trata realmente Caperucita Roja? El contenido sexual del cuento es tan evidente que encontraremos un disfraz de Caperucita Roja en todas las sex shops del mundo. La sensualidad alcanza hasta la versión animada de Tex Avery, Red Hot Riding Hood, de 1945, cuya heroína es una exuberante bailarina de cabaret que seduce a un lobo babeante. En la versión de Nabokov, Caperucita se convierte en una adolescente americana que se deja seducir por el lobo hambriento Humbert Humbert.
Pero la intención de Perrault era precisamente la contraria: advertir a las jóvenes ingenuas de lo dañinos que son los lobos, especialmente «esos que hablan con voz suave y tienen la piel sedosa, y que son los más peligrosos de todos». El sofisticado Perrault pretende rescatar el rudo relato popular, despojarlo de su pelusa arcaica, y convertirlo en una metáfora apta para los salones. Y lo moraliza.
Pero las metáforas del relato resultan interminables, y su asimetría imposible de simplificar. La abuelita devorada es, precisamente, la encargada tradicional de contar los cuentos. Los hermanos Grimm se alimentaron sobre todo (la metáfora parece adecuada) de abuelitas tocadas con bonetes idénticos a los de la abuela de Caperucita, para recoger los cuentos que luego transcribían.
¿De qué trata en realidad este cuento en que un lobo devora a la que cuenta los cuentos? ¿Por qué la abuela no puede ejercer su sabiduría de anciana? Y sobre todo, ¿por qué diablos se disfraza el lobo con la ropa de la abuela? La imagen del lobo travestido es, sin duda, la más extraña que nos han legado los cuentos de hadas, más extraña que el gato con botas o la princesa cubierta con una piel de asno, y evoca una ambigüedad sexual inquietante que sólo podemos interpretar retrocediendo a antiguos misterios o acudiendo a transformaciones posmodernas.
Hay dos de estas transformaciones posmodernas especialmente hermosas y significativas. En las dos el antiguo relato parece alcanzar a decir lo que quería decir realmente en un principio. Una es En compañía de lobos: la transformación de Angela Carter, en la que Caperucita termina en brazos de su amante lobo, dormida y feliz. La otra es Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite: ese libro donde se incita a los niños a arriesgarse y entrar en el bosque (como en el poema de Clarissa Pinkola, Estés con el que comenzábamos) y donde el lobo, Mr. Wolf, termina bailando con la abuela bohemia, desordenada y fumadora. Sin duda el mejor final que conozco.
Entre los indios dakota de Norteamérica existe la historia de la Mujer Loba, o bien La Mujer que Corre con los Lobos. Una esposa maltratada huye a la floresta y convive con los lobos, haciéndose amante de su jefe. Luego regresa con los hombres, pero a partir de entonces su marido la trata con respeto. Ambas historias, la del civilizado Perrault y la de los salvajes dakota, son curiosamente complementarias. Sería interesante decidir cuál de las dos es más actual.
«De todo este "causal enredo", la única pregunta que sigue mereciendo la pena para mi es: ¿dónde está el alma?» Como siempre, en lo hondo del bosque. ¿Dónde? ¿Quién? ¿El lobo? ¿Será el lobo en realidad el alma de Caperucita, su naturaleza salvaje y libre? Quizá por eso se sienta tan cómodo con ropa de mujer ».