domingo, marzo 11

The Glass Menagerie ★ ••

« Tengo trucos en el bolsillo y cosas bajo la manga pero soy todo lo contrario del prestidigitador común. Éste les brinda a ustedes una linda ilusión con las apariencias de la verdad. Yo, les doy la verdad con las gratas apariencias de la ilusión. Los llevo a una callecita de Saint Louis. La época en que transcurre la acción, es el lejano período en que la enorme clase media de los Estados Unidos se matriculaba en una escuela para ciegos. Sus ojos les fallaban, o ellos fallaban a su ojos, y por eso se les oprimía enérgicamente los dedos sobre el feroz alfabeto Braile de una economía en desintegración. En España, había revolución. Aquí, sólo había gritos y confusión y conflictos obreros, a veces violentos, en ciudades por lo demás pacíficas como Cleveland…Chicago…Detroit… Esta comedia son los recuerdos. Como es una comedia de recuerdos, hay poca luz, es sentimental, no es realista. En la memoria, todo parece acontecer con música. Ello explica el violín que se oye, entre bastidores. Yo soy quien narra la comedia y también uno de sus personajes. Los otros son mi madre , mi hermano Carlos y un candidato matrimonial que aparece en las escenas finales. Éste es el personaje más realista de la pieza, por ser el emisario de un mundo del cual, en cierto modo, estábamos separados. 

Pero como tengo la debilidad de un poeta por los símbolos, uso a éste personaje como el demorado pero siempre esperado algo por el cual vivimos. Hay un quinto personaje que sólo aparece en una fotografía colgada de la pared. Cuando vean la imagen de éste sonriente caballero, sírvanse recordar que es nuestro padre, que nos abandonó hace mucho tiempo. Era un telefonista que se enamoró de la larga distancia: de modo que renunció a su empleo en la compañía telefónica y huyó de la ciudad…La última noticia que tuvimos de él fue una postal de la costa mexicana del Pacífico, con un mensaje de dos palabras: ”Hola, adiós”, y sin dirección. Creo que el resto de la comedia se explicará por sí mismo.


[...]


Yo no fui a la luna. Fui mucho más lejos. Porque el tiempo es la distancia más larga entre dos lugares…Me marché de Saint Louis. Bajé por última vez esos peldaños de la escalera de emergencia y seguí, desde entonces, los pasos de mi padre, tratando de hallar en el movimiento lo perdido en el espacio…Viajé mucho por todas partes. Las ciudades pasaban rápidamente ante mí como hojas secas, de brillantes colores pero arrancadas de la rama. Me habría detenido, pero algo me perseguía. Aquello acudía siempre de improviso tomándome de sorpresa. Quizá fuese un pasaje musical familiar. Quizá solo un fragmento de transparente cristal…Quizá me esté paseando por una calle de noche, en alguna ciudad extraña, antes de haber encontrado compañeros y pase junto a la ventana iluminada de una perfumería. La ventana está llena de piezas de cristal de color, de frasquitos transparentes de delicados tonos, que parecen fragmentos de un arco iris roto. Entonces, repentinamente, mi hermano me toca el hombro. Me vuelvo y miro sus ojos… ¡Oh Carlos, Carlos!… ¡Traté de dejarte atrás, pero soy más fiel de lo que pensaba ser! Tiendo la mano hacia un cigarrillo, cruzo la calle, entro corriendo en un cine o un bar. Pido una copa, hablo con el desconocido más próximo-¡cualquier cosa capaz de apagar tus velas!-¡porque hoy el mundo está iluminado por el relámpago! Apaga de un soplo tus velas, Carlos. Y ahí termina mi memoria y comienza tu imaginación. ¡De modo que Adiós!… »

Tennesse