« Perdí las piernas y me entristecí durante meses,
pensando en los caminos que podria recorrer,
hasta que perdí mis brazos...
Entonces, me entristecí pensando
en todas las caricias que podría dar,
hasta que perdí mis ojos...
Entonces me entristecí pensando
en todos los amaneceres que podría contemplar,
hasta que empecé a perder la lucidez de mi mente...
Entonces me entristecí pensando en todos los libros
que podría escribir,
hasta que empecé a sentir dolor
en todo lo que quedaba de mi...
Entonces me entristecí pensando
en todos los placeres que podría vivir sin ese dolor,
hasta que me olvidé de que era piernas,
de que era brazos, de que era ojos, de que era mente,
de que era dolor,
y comencé a sentirme como alma y a pensarme como alma...
Entonces la tristeza dejó de molestarme,
porque había algo en mi que no podía perderse,
y mi vida dejó de convertirse en una constante pérdida
para transformarse en un permanente encuentro:
el encuentro con mi propia alma »
pensando en los caminos que podria recorrer,
hasta que perdí mis brazos...
Entonces, me entristecí pensando
en todas las caricias que podría dar,
hasta que perdí mis ojos...
Entonces me entristecí pensando
en todos los amaneceres que podría contemplar,
hasta que empecé a perder la lucidez de mi mente...
Entonces me entristecí pensando en todos los libros
que podría escribir,
hasta que empecé a sentir dolor
en todo lo que quedaba de mi...
Entonces me entristecí pensando
en todos los placeres que podría vivir sin ese dolor,
hasta que me olvidé de que era piernas,
de que era brazos, de que era ojos, de que era mente,
de que era dolor,
y comencé a sentirme como alma y a pensarme como alma...
Entonces la tristeza dejó de molestarme,
porque había algo en mi que no podía perderse,
y mi vida dejó de convertirse en una constante pérdida
para transformarse en un permanente encuentro:
el encuentro con mi propia alma »
Fagondo