domingo, febrero 12

No te suicidarás

« Uno de los diez mandamientos dice “No matarás”. Aunque algunos son cuestionables, como el que dice “No desearas a la esposa de tu prójimo”, el mandamiento “No matarás”, por supuesto, me parece correcto.

El problema no radica en los mandamientos bíblicos, sino en los que olvidó promulgar Dios. Le faltaron, entre otros, “No serás político” y “Serás amante en casa”; acoto antes de que se me acuse de misógino, que está última idea incluye “siempre y cuando el marido se lo merezca”. Olvidó otro: “No te suicidarás”. Esta última omisión probablemente significa que Dios, en un principio, consideraba que el ser humano tenía derecho a ser autónomo (aunque en esas épocas nadie había oído hablar de Immanuel Kant).

Desde tiempo inmemorial la situación es clara: los religiosos han repetido ad nauseam que las personas no tienen derecho a suicidarse. Por ejemplo, en la religión judía, quienes se quitan la vida son enterrados, como castigo, cerca de las bardas, lo que implica, me imagino, que las reuniones más interesantes de los cementerios se llevan en el centro y no en la periferia, es decir, como sucede en las grandes urbes.

Aunque intento comprenderlo, no entiendo por qué Dios o sus escribanos no incluyeron un mandamiento que prohibiese el suicidio. Las cosas serían más claras y los religiosos tendrían menos motivos para hablar. Y no lo entiendo porque sé que Él mismo fue modificando su forma de ser mientras creaba el mundo. Cuando Dios se percató de que el agua cambiaba de destino y las aves de parajes, seguramente pensó que también Él debería mutar para no quedarse rezagado ante la fuerza de la naturaleza –y eso que en sus épocas no se hablaba de modernidad. Entonces, ¿por qué prohibir el suicidio?, ¿por qué negarle al ser humano la autonomía? Las diatribas previas tienen muchos tópicos no sólo interesantes sino filosóficos y prácticos. Comento uno.

En 2008 una agencia noticiosa explicó que el puente Golden Gate, en la Ciudad de San Francisco, sería dotado de redes de seguridad para evitar que la gente se tire al mar. Las redes, continúa la información, tendrán seis metros de ancho y serán de acero forradas de plástico –pienso que el plástico es para impedir que se fracture o sufra dolor el posible suicida. Como los estadunidenses suelen ser inteligentes, han considerado poner las redes en ambos lados del puente, con lo que la filiación política del probable suicida no se relacionará ni con la izquierda ni con la derecha.

Asunto no menor en relación al puente es su dualidad: ofrece alegría y es frecuentado por suicidas. Así como recibe más de 10 millones de turistas cada año, es tristemente celebre por ser lugar predilecto para los suicidas; desde 1937 al menos mil 250 personas se han arrojado a las aguas, que además de ser gélidas están repletas de tiburones –por eso decía que los estadunidenses no son tontos. No en balde la Isla de Alcatraz se convirtió en una de las prisiones más famosas del orbe.


No entiendo por qué Dios olvidó escribir el undécimo mandamiento: “No te suicidarás. Habrá tendido sus razones. Sin embargo, si lo hubiese hecho, habría evitado algunas muertes innecesarias. Por suerte, aunque hay quienes construyen puentes, existen fieles devotos que además de seguir los mandamientos tejen redes forradas de plástico ».

Arnoldo Kraus