"Quienes crean malas proyecciones sobre otros tienen un efecto muy malo sobre ellos. Los envenenan o es como si les lanzaran proyectiles. La razón por la que la gente siempre ha hablado de brujería es que existe algo así como la proyección psicológica; si nuestro inconsciente nos lleva a proyectarnos en otros, introducimos tal atmósfera que, al final, podemos hacer que se comporten conforme a ella y después pueden quejarse con razón de estar embrujados. Naturalmente, no están embrujados y quien crea la proyección al final siempre se queja: yo vi al asno, yo vi al diablo. El diablo en el primero provocaba el diablo en el segundo, de modo que todo está mal en todas partes. Por ello, si algo está mal, lo quitamos de su lugar y lo ponemos en el recipiente que hay entre nuestro prójimo y nosotros. Pues el amor a nuestro prójimo, así como el amor propio, no lo introyectamos ni proyectamos. Creamos por amor a la humanidad un recipiente donde podemos capturar todo ese maldito veneno. Pues debe estar en alguna parte -siempre está en alguna parte- y no capturarlo, decir que no existe, da ocasión a cualquier tipo de germen. Afirmar que no existe algo así como el cólera sería el mejor medio para provocar una epidemia mundial".
Carl Gustav Jung, El Zaratustra de Nietzsche, Volumen II, Trimestre de Primavera, Sesión VII, 22de Junio de 1938, Pág. 542
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