miércoles, septiembre 15

El grito del ajetreo


“El  vale la pena contarlo. Voy a referirme a él brevemente nomás para no perder el hilo del relato y precisar algunos puntos que la leyenda ha borroneado. Es el que empieza con mi cabalgada nocturna y termina con Periñón en la iglesia dando lo que ahora se llama el 'Grito de Ajetreo'. 


“Dicen que yo tenía tanta prisa por avisar a mis compañeros que la Junta de Cañada había sido descubierta, que reventé cinco caballos aquella noche. Que me detuve en Muérdago nomás el tiempo que necesité para dar el mensaje y dejar que Ontananza y Aldaco montaran, desenvainaran espadas y gritaran '¡a las armas!'. Luego viene 'el abrazo'. Un pintor que quiso evocar mi llegada a Ajetreo, me representó sacando el pie de debajo de un caballo muerto, al fondo se ve la iglesia, Periñón está en el atrio y va corriendo hacia mí con los brazos abiertos. Dicen que apenas di la noticia Periñón hizo tocar a rebato, que llegaron los fieles corriendo y que cuando se llenó la iglesia, Periñón subió al púlpito y gritó: 

— ¡Viva México! ¡Viva la independencia! ¡Vamos a matar españoles! 

“Que la gente le hizo coro, que él sacó una espada, que salió de la iglesia y que todos lo seguimos. 

“Es una visión inexacta”.


Jorge Ibargüengoitia


Fragmento de Los pasos de López (Océano, Méxíco, 1981).

En la imagen, "Hidalgo", mural de José Clemente Orozco en el Palacio de Gobierno de Jalisco, en Guadalajara, sitio donde el cura abolió la esclavitud el 6 de diciembre de 1810. Pintado en 1937.



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