« Como cada 23 de abril, Carlos saltó de la cama como un resorte nada más despertarse. Era el día del año que menos pereza le daba el levantarse. Se metió en la ducha sonriente, mientras se limpiaba los sobacos cantaba (y bailaba!) el Hung up de Madonna y pensaba que para nada lo hacía mal (aunque se inventaba la mitad de las palabras de una letra que no se había aprendido aún).
Desayunó en la terraza, comprobando satisfecho como un año más el sol no faltaba a su cita con la fiesta del libro y de la rosa. Siempre había pensado que los dioses querían sumarse de esta forma al espíritu de esta festividad tan especial.
Ese año era aun más especial . Caía en domingo así que no tuvo que pedirse vacaciones en el trabajo para disfrutar de uno de sus días favoritos (el por qué el 23 de abril era laborable y en cambio la “segundapascuanoséqué-quenadiesabequeesfiestahastaeldiaanterior” no lo era, era una pregunta que se hacía cada año con más intensidad que el anterior).
Ya sabía qué libro iba a comprarse. Lo tenía decidido de hace semanas cuando lo vio en La Central del Raval. Ya entonces decidió que ese sería su libro de Sant Jordi-2006 y que, al ser un día especial, lo compraría en la pequeña librería-papelería que había frente a su casa y que cada año sacaba un modesto tenderete atestado de libros sobre una senyera a modo de mantel.
Llegó al tenderete apenas cruzar la calle y sortear a 3 vendedores de rosas.
- ¡Bon dia! – saludó al vendedor - ¿Tiene la biografía de Leonardo?
- Claro! – le contestó animado. Se notaba que para él también era un día muy e$pecial.
Apenas alargó el brazo encontró lo que buscaba y se lo entregó.
- Son 15 euros. Por cierto, es Leone,l no Leonardo –
le dijo como si le explicara a un niño que las cosas del suelo no se ponen en la boca.
Antes de que le hablara ya se había dado cuenta de que ese no era el libro que él quería, pero el comentario que le había hecho con aquella estúpida sonrisa acabó de despistarlo. No tenía idea de quien era el tal "Leonel", parecía ser un futbolista, poco agraciado, de no más de 18 años que, pese a su corta edad, era evidente que ya había aprendido a forrarse a costa de la mediocridad de las masas.
- No, ¡mire! – le dijo al vendedor – yo me refiero a Da Vinci
No a …- miró la portada del libro – ¿Messi ?
- ¿Da Vinci ... el de la Juventus?
- ¡No! . ¡Leonardo da Vinci! El pintor, el inventor, el ge… - se detuvo al ver que el vendedor no le escuchaba porque estaba cobrando a un vecino un ejemplar de Cómo vivir en pareja (8ª edición) escrita por un famoso psicólogo televisivo recientemente divorciado.
- Oiga- le dijo tras despedir al anterior cliente – ya ve que somos pequeñitos …
no tenemos espacio para cosas raras. Lo que ve expuesto es lo que hay.
Se alejó de aquel tenderete hacia la esquina para buscar un taxi que lo llevara a alguna librería donde sabía que encontraría su libro de Sant Jordi. No, no iban a amargarle su día ».