«En la obra de Tom Stoppard “Acróbatas”, el personaje que le da título en inglés, el filósofo Sir Archibald Jumpers, les pide a sus estudiantes que expliquen por qué, en su opinión, la gente creía que el sol giraba alrededor de la Tierra. Uno de ellos contesta que supone que es porque da la impresión de que el sol gira alrededor de la Tierra.«¿Qué impresión daría», le pregunta Archibald, «si la Tierra girase alrededor del sol?». Es una hermosa broma que crece poco a poco, como lo hacen las risas a medida que el público se da cuenta de que la impresión sería exactamente la misma porque, después de todo, eso es lo que realmente sucede.
Esta es la gracia de la paradoja, y la conexión entre ésta y la poesía es tan íntima, que los críticos dicen que ambas son lo mismo [...]»
Esta es la gracia de la paradoja, y la conexión entre ésta y la poesía es tan íntima, que los críticos dicen que ambas son lo mismo [...]»
La naturaleza de la fe:
La paradoja surge en la Biblia, de ahí se ha movido a través de la fe en otras esferas como la «Paradoja de los Beatles» (que hace referencia a que eran jóvenes rebeldes que rápidamente se convirtieron en personajes importantes del sistema con Órdenes del Imperio Británico), la «Paradoja de Oprah Winfrey» (que radica en que, mientras que nos da consejos personales sobre nuestras vidas, como si fuese un familiar cercano, sigue siendo distante, misteriosa y desconocida) y la «Paradoja de Eminem» (que consiste en que es y al mismo tiempo no es el auténtico Slim Shady).
La paradoja surge en la Biblia, de ahí se ha movido a través de la fe en otras esferas como la «Paradoja de los Beatles» (que hace referencia a que eran jóvenes rebeldes que rápidamente se convirtieron en personajes importantes del sistema con Órdenes del Imperio Británico), la «Paradoja de Oprah Winfrey» (que radica en que, mientras que nos da consejos personales sobre nuestras vidas, como si fuese un familiar cercano, sigue siendo distante, misteriosa y desconocida) y la «Paradoja de Eminem» (que consiste en que es y al mismo tiempo no es el auténtico Slim Shady).
A la hora exacta:
En el relato de Borges “La muerte y la brújula“, el detective Erik Lönnrot resuelve el acertijo de una misteriosa serie de asesinatos y logra averiguar la hora y el lugar de la siguiente muerte, sólo para descubrir, demasiado tarde para salvarse a sí mismo, que él es la víctima planeada y que los demás crímenes tenían como objetivo llevarle hasta el lugar del asesinato.
En el relato de Borges “La muerte y la brújula“, el detective Erik Lönnrot resuelve el acertijo de una misteriosa serie de asesinatos y logra averiguar la hora y el lugar de la siguiente muerte, sólo para descubrir, demasiado tarde para salvarse a sí mismo, que él es la víctima planeada y que los demás crímenes tenían como objetivo llevarle hasta el lugar del asesinato.
Oscar Wilde, que dijo que podía resistir cualquier cosa excepto la tentación, encarna las paradojas del hedonismo.
Y en la novela de Joseph Heller “Tan bueno como el oro“, el personaje del ayudante presidencial Ralph Newsome, la encarnación de las deshonestidades de la política, habla exclusivamente con frases que son oxímoron y cuyos finales contradicen sus principios: «Este presidente les respaldará siempre hasta que tenga que hacerlo». «Queremos avanzar en este asunto tan rápido como sea posible, aunque tendremos que ir despacio» «Este presidente no quiere hombres que digan que sí a todo. Lo que queremos son hombres íntegros e independientes que estén de acuerdo con todas nuestras decisiones una vez que las tomemos»
Y en la novela de Joseph Heller “Tan bueno como el oro“, el personaje del ayudante presidencial Ralph Newsome, la encarnación de las deshonestidades de la política, habla exclusivamente con frases que son oxímoron y cuyos finales contradicen sus principios: «Este presidente les respaldará siempre hasta que tenga que hacerlo». «Queremos avanzar en este asunto tan rápido como sea posible, aunque tendremos que ir despacio» «Este presidente no quiere hombres que digan que sí a todo. Lo que queremos son hombres íntegros e independientes que estén de acuerdo con todas nuestras decisiones una vez que las tomemos»
Una de las más hermosas paradojas es la famosa frase que aparece hacia el final del “Canto a mí mismo“de Whitman: “¿Me estoy contradiciendo? Muy bien, pues me contradigo. (Soy grande, contengo multitudes)”.
Monstruo suelto y holgado:
La naturaleza humana es contradictoria y el ego humano es algo multiforme y amplio, un «monstruo suelto y holgado», Podemos ser, somos, muchos «yos» al mismo tiempo; podemos ser tiernos con nuestros hijos, pero implacables con nuestros empleados; podemos amar a Dios, pero odiar a los seres humanos; podemos preocuparnos por el medio ambiente y, aun así, dejar las luces encendidas cuando salimos de casa; podemos ser almas pacíficas que llegan, movidas por su pasión por un equipo de fútbol, a extremos agresivos e incluso vándalos.
Y da igual la convicción con que queramos defender la soberanía del yo individual. Ninguno de nosotros llega al mundo con las manos vacías. Llevamos con nosotros el bagaje de nuestra herencia, tanto biológica como cultural, y esa herencia nos limita a la vez que nos capacita, nos paraliza y nos libera. Puede que nos creamos libres para elegir, y moralmente responsables de nuestras decisiones, y está bien que nos concibamos así, pero el modo en que enmarcamos esas decisiones, y concretamente las decisiones particulares que sentimos que tenemos que tomar, no es algo que decidamos únicamente nosotros.
La naturaleza humana es contradictoria y el ego humano es algo multiforme y amplio, un «monstruo suelto y holgado», Podemos ser, somos, muchos «yos» al mismo tiempo; podemos ser tiernos con nuestros hijos, pero implacables con nuestros empleados; podemos amar a Dios, pero odiar a los seres humanos; podemos preocuparnos por el medio ambiente y, aun así, dejar las luces encendidas cuando salimos de casa; podemos ser almas pacíficas que llegan, movidas por su pasión por un equipo de fútbol, a extremos agresivos e incluso vándalos.
Y da igual la convicción con que queramos defender la soberanía del yo individual. Ninguno de nosotros llega al mundo con las manos vacías. Llevamos con nosotros el bagaje de nuestra herencia, tanto biológica como cultural, y esa herencia nos limita a la vez que nos capacita, nos paraliza y nos libera. Puede que nos creamos libres para elegir, y moralmente responsables de nuestras decisiones, y está bien que nos concibamos así, pero el modo en que enmarcamos esas decisiones, y concretamente las decisiones particulares que sentimos que tenemos que tomar, no es algo que decidamos únicamente nosotros.
Nuestra sangre vital:
Así que somos seres paradójicos, individuales y sociales a la vez, tanto de nuestro tiempo como parte del flujo de la Historia. Somos mortales pero tenemos, como la “Cleopatra” de Shakespeare, anhelos inmortales en nuestro interior; y la contradicción es nuestra sangre vital.
Así que somos seres paradójicos, individuales y sociales a la vez, tanto de nuestro tiempo como parte del flujo de la Historia. Somos mortales pero tenemos, como la “Cleopatra” de Shakespeare, anhelos inmortales en nuestro interior; y la contradicción es nuestra sangre vital.
La literatura nunca ha perdido de vista lo que nuestro pendenciero mundo trata de obligarnos a olvidar. La literatura se regocija con la contradicción, y en ella cantamos a nuestra complejidad humana, a nuestra capacidad de ser, simultáneamente, tanto el sí como el no, tanto ésto como aquello.
«Era así, no era así».
«Era así, no era así».
La paradoja subyace en el fondo de toda ficción. La ficción es precisamente ese lugar donde las cosas son así y no son así, donde existen mundos en los que podemos creer sinceramente aun sabiendo también que no existen, que nunca han existido y que nunca existirán. Y en nuestra era de simplificación excesiva, esta hermosa complicación nunca ha sido más importante »
En conclusión, una paradoja (del lat. paradoxus, y este del griego παράδοξος) es una idea extraña, y considero que la más humana y extraña de todas en que otra persona puede situarnos al adentrarnos en su vida es que: «Para poder comprender a una persona, sólamente a esa persona, tendrás que tragarte el mundo»
En conclusión, una paradoja (del lat. paradoxus, y este del griego παράδοξος) es una idea extraña, y considero que la más humana y extraña de todas en que otra persona puede situarnos al adentrarnos en su vida es que: «Para poder comprender a una persona, sólamente a esa persona, tendrás que tragarte el mundo»
Salman Rushdie. Las contradicciones de Rushdie. ABC Cultura.