« No fue al venir a vivir aquí, fue a partir de la primera visita que hicimos a la montaña cuando empezó su cambio »
Disfrutamos muchísimo aquel día, solos entre robles melojos de espesas copas que nos protegían de un sol radiante. Corrimos, reímos y nos quisimos mucho entre altos matorrales sobrevolados por vencejos. Vimos zorros, comadrejas, una enorme cabra montés…
Por ella hubiéramos vuelto al día siguiente. Conseguí convencerla de que no tenía sentido hacer diariamente el trayecto hasta la falda de la montaña. Estuvo todas las semanas inquieta, parecía que los días no terminaban nunca para ella, en su cabeza no había otra cosa más que la montaña y volver a ella "lo más pronto posible".
En la segunda ocasión que la visitamos ya era evidente el distanciamiento …
Volvimos a visitarla todos los sábados y domingos, más tarde incluso entre semana, dormimos allí varias veces; en alguna ocasión se fue individualmente al ser yo incapaz de mantener el ritmo de las visitas. Su rostro cambiaba. A medida que su vida parecía iluminarse, intensificarse, la mía se oscureció y cayó en un aparente vacío difícil de explicar.
Y es que no iba a visitar la montaña, iba a entregarse a ella. Su "Yo" ya pertenecía a aquella montaña aparentemente vulgar. Cualquier intento por mi parte de acercarme, de reencontrarnos, de encarar su sinrazón, terminaba en cuanto me devolvía una mirada abierta, luminosa, radiante … pero absolutamente distante y desconocida para mi...
Traté de informarme, buscar a expertos conocedores de la mente humana para intentar descubrir qué le había sucedido. Alguno me habló de topofilia, o topolatría, no recuerdo … ¿qué importa? No me ha servido de algo etiquetarlo.
Una noche despertó de madrugada, emocionada como nunca la había visto hasta ahora y … ¿cómo explicarlo? Su belleza me poseyó a mí. (su risa, su carcajada casi animal al verme tan desconcertado). A veces, me sentí tan solo un instrumento, un símbolo que necesitó para no explotar al no estar cerca de la montaña… porque no me vio, no me sintió realmente en algún momento… ha sido algo … inhumano … y maravilloso al mismo tiempo. Llegué a disfrutarlo tanto como me asustó.
Ya no sueño con recuperarla para mí, no creo que eso sea ya posible … sólo pretendo que se recupere así misma para la sociedad, para su gente, su trabajo, su vida ‘humana’.
Pasa el tiempo, o uno lo pasa a él.
He sentido deseos de desistir, de dejarle ahí junto a su montaña, feliz. Ha pasado, como dije, el tiempo & es momento de decidir. Tengo que arrostrar la situación. Lo haré esta noche. Siento que ha de ser por la noche cuando lo haga. Si, si, si. Esta noche iré a la montaña y negociaré mi indiferencia y mi despedida ».
Por España,no es mi vida.