« En la antiguedad, hubo un sabio estudioso de la biblia que decía no creer en Dios »
«Un día, mientras leía un versículo del libro sagrado tratando de interpretarlo, un hombre del pueblo entró en la biblioteca.
- Gran maestro- le dijo- ¡Qué gusto encontrarlo! Hace mucho que deseaba conocerlo , porque yo soy ateo, como usted.
-Ahh... qué bien- dijo el maestro. Quizá puedas ayudarme en el análisis de este texto bíblico...
Y le extendió el libro en su dirección.
El hombre se apartó, diciendo:
-¿Yo...? No, yo no sé algo de la Biblia.
-¿Leerás entonces el Corán?- preguntó el anciano.
-¿El Corán? No.
-Te dedicarás por entero al Talmud, entonces...
-No, yo no tengo tiempo para esas cosas. Además, soy ateo.
- No te equivoques- dijo el sabio. Tú no eres ateo, tú eres simplemente ignorante ».