«-Ése es el problema, ¿Verdad?
- Me temo que sí- Winter se sentó a su lado.
-No puedo entrar, ¿sabe?
Pensé que podría, pensé que lo necesitaba,
ver dónde sucedió. Pero no puedo- Inspiró hondo-
¿hay manchas de sangre?
Winter negó con la cabeza.
-No, solo que está un poco desordenado. Todas las escenas del crimen lo están. Polvo por las huellas digitales en los muebles, rastro de gente entrando y saliendo. Su madre se hubiera puesto furiosa. Ella siempre tenía su casa muy limpia.- Murray sonrió-.
-Se habría sentido mortificada su hubiera sabido que moriría en desorden- La tristeza acompañó cada palabra, a pesar de la forzada sonrisa.
-Ya.
El joven suspiró lentamente.
-Es muy duro- Dijo en voz baja-.
Tienes un tipo de relación que atañe a los aspectos difíciles y cotidianos de la vida. Intentas que tu madre haga algo por su bien, aunque no quiera. Discutes con tu mujer. Después tu madre intenta suavizar las cosas enviándole regalos a su nieto.... Yo sabía que se estaba haciendo mayor, y supongo que sabía también que no le quedaba mucho tiempo. Había muchas cosas que quería decirle. Cuando mi padre murió me di cuenta. Vi lo terrible que era querer decir cosas y no tener la oportunidad de hacerlo. Así que me prometí decirle todo lo que me había guardado.
Pero primero por una cosa y luego por otra, también por culpa de mi trabajo, el tiempo pasó inexorablemente, señor Winter. El tiempo se escapa a toda prisa, no importa lo que hagas. Y luego todo se frustra porque un yonqui de mierda necesita unos dolares para chutarse o lo que sea, y cree que matando a mi madre tiene el problema resuelto...- La voz de Murray se había alzado con un turbulento río de angustia, sus palabras resonaron en el patio.
-Algún jodido yonqui, un maldito drogadicto, una escoria. Se chuta la vida de mi madre en su jodido brazo o se la fuma en su puta pipa. Espero que cuando lo atrapen me dejen arrancarle el corazón.- Hizo una pausa para tomar aliento.
-Esa bestia pagará su crimen...-Espetó.
Luego calló, como si de pronto se sintiese incómodo dejándose llevar por sus emociones a tal intensidad . Miró al frente un momento antes de volverse hacia Winter y preguntar:
-¿Usted cree que atraparán a ese bastardo?
-No lo sé, las técnicas policiales han mejorado, tal vez si.
-Pero tal vez no, ¿verdad?
-Quizá no. La mayoría de los crímenes que se resuelven son los que sabes en seguida quién los ha cometido. Un marido, un esposo, un amante, un tío, el abuelo, otro traficante, lo que sea... Pero cuando dos vidas se encuentran por azar...
-Es más difícil.
-Eso parece. Siga presionándolos- Aconsejó Winter.
-¿Qué?
-No deje de llamar por teléfono. Escriba cartas al fiscal del condado. Escriba a los condenados periódicos, a las cadenas de televisión. Siga recordándoselo. Eso ayudará. Mantendrá el caso en lo alto del montón de expedientes del despacho de alguien, en lugar de quedar sepultado como si nada hubiera pasado.
-¿Suele suceder? ¿Casos que sencillamente se traspapelan?
-Todos los detectives lo saben. Siga haciendo que piensen en su caso. Tal vez obtenga resultados.
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Ambos se quedaron en silencio unos instantes y luego Murray hizo un amplio gesto con el brazo abarcando todo lo que veía.
-Tengo 39 años y quiero irme de aquí para siempre. Quiero que el tipo de las mudanzas termine con su tarea y quiero subir a un avión y regresar a casa...-Se giró un poco hacia Winter- Así que ya puede preguntarme lo que quiera.
-El día que su madre fue asesinada vino a verme. Estaba asustada. Había visto a alguien de su pasado, en Berlin, 1943.
-¿De veras?
-¿Der Schattenmann significa algo para usted?
-No. No que yo recuerde. Der Schattenmann...No. No me suena.
-¿Su madre hablaba mucho de sus experiencias pasadas?
Murray negó con la cabeza.
-¿Sabe algo de las relaciones entre los supervivientes del holocausto y sus hijos, señor Winter?
-No.
-Son, Cómo le diría?... Problemáticas.-Se frotó la frente, como si quisiera despejar algún pensamiento difícil, antes de continuar.-. Ella no quería hablar de los campos ni de su vida antes de los campos. Tampoco de su vida antes de conocer a mi padre. Solía decir que su vida realmente empezó cuando él la trajo a Estados Unidos. ¿Sabía que ella no hablaba inglés cuando vino? No sólo aprendió el idioma, sino que se empeñó en borrar completamente cualquier rastro de su acento alemán. Mi padre contaba que se quedaba hasta altas horas de la noche practicando delante de un espejo.
-Comprendo.
-No. No lo comprende- Repuso Murray, como si se irritara- Nada de coches alemanes. Nada de productos alemanes, nada que tuviera que ver con los alemanes. Si daban algún programa en la televisión sobre Alemania, la apagaba. Sin embargo, pese a que nunca se hablaba de ello, sus experiencias durante la guerra dominaban nuestro hogar. Todo lo que hizo mi padre y todo lo que hice yo, hasta el día que fue asesinada, tenía algo que ver con lo que le había sucedido a ella. Siempre estaba allí. Siempre.- Murray movió la cabeza- Crecí entre fantasmas- añadió amargamente- Seis millones de fantasmas.
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-Pero ella no hablaba de sus experiencias.
-No a mi. Pero el año pasado comenzó una cinta de vídeo para la biblioteca del Centro del Holocausto aquí en Miami Beach. Yo no la he visto, pero ella la hizo. Ya me marcho- Vaya usted- Dijo a Winter.
-¿Qué?
-Vaya a ver la cinta y luego me comenta qué le ha parecido.
Murray se dio la vuelta y anduvo un par de pasos en el patio antes de detenerse y mirar por encima del hombro a Simon Winter.
-Hice alemán, ¿Sabe?
-¿Cómo dice?
-Estudié alemán en el instituto. Teníamos que estudiar idiomas y yo escogí alemán. Ella lo odiaba. Apenas me habló durante todo el año académico. No me permitía ni tener un diccionario de alemán en casa. Tuve que estudiarlo todo en la escuela. Obtuve un sobresaliente.
Winter no supo qué responder. Pensó que a veces el mundo parece acumular una horrible gama de dolor y sufrimiento y soltarla injustamente, de forma desigual, directamente en el corazón de los desafortunados.
Murray pareció pensar intensamente por un momento antes de añadir:
-¿Sabe usted lo que significa?
-¿El qué?- Simón Winter alzó la vista, casi sorprendido, como si todos sus pensamientos hubiesen sido succionados por un fuerte viento y sólo la voz del abogado lo hubiera traido de regreso a la tierra.
-Der Schattenmann- Dijo Murray Millstein, encogiéndose de hombros-. ¿Sabe qué significa?
Winter negó con la cabeza. No se le había ocurrido decodificar la frase.
-Significa La Sombra- Hizo una pausa y luego dijo-: El detective se preguntó qué querría decir Murray con ésto.- Sin embargo, Millstein no esperaba una respuesta.
Simón lo vio darse la vuelta y cruzar rápidamente el patio, pasando junto al querubín trompetista, cuya música, imaginó el detective, en esta ocasión era un canto fúnebre...»
John Katzenbach