"Con este término (Transferencia) Freud y luego Lacan designan el vínculo que un analizante, paciente, establece con su analista, el cual es condición para que un análisis sea posible. Este vínculo se define en términos del afecto, del amor, si bien no queda de ello excluida la posibilidad del odio y la hostilidad. Un amor que no deja de enlazarse a un deseo de saber que puede producirse a raíz de dicho afecto. Se trata de un vínculo social inédito que el dispositivo analítico tiene la posibilidad de generar, y que es además sobre el cual se soporta la experiencia de análisis.
Es sabido que la experiencia de análisis tiene como uno de sus propósitos que el sujeto pueda acceder a su deseo inconsciente y a un saber sobre él. Esta relación que pudiese tener un sujeto con su propio deseo, en el cual el saber tiene lugar, se produce por la vía del amor, en el marco de la transferencia. Así, en la experiencia analítica, el amor es paso obligado para la emergencia del deseo, vía la transferencia.
Dicho vínculo entonces define el lugar del analizante y el del analista. El analizante: es el lugar del que está en falta, del deseante, ese sujeto que Lacan llamó dividido, cuyo deseo tiene en su causa un objeto. Y el analista, del cual se espera sepa ocupar el lugar que conviene para alojar ese objeto que causa el deseo del analizante, tal que dicho deseo se oriente en dirección de un saber sobre el inconsciente.
Es importante indicar que este objeto, el del deseo, recibe por parte de Lacan el nombre de objeto a, hacia 1957, es decir, antes del Seminario 8, antes de ampliar su concepto del mismo con el trabajo que desarrolla sobre el ágalma.
Ahora bien, no hay que olvidar que, a nivel del fenómeno, y de manera general, se puede decir que aquel que viene al analista lo hace por un sufrimiento que padece, del cual no sabe cómo liberarse; incluso puede no saber qué lo genera, al menos no de la manera suficiente para poder tratarlo por sí mismo.
No saber de su sufrimiento no significa necesariamente que quiera saber de ello; es el encuentro con el analista y el vínculo que allí se establezca, el que podrá hacer emerger esta posibilidad de desear saber de ello. Es decir, el lugar de analizante, en tanto sujeto deseante, y el del analista, como aquel que se ofrece para causar dicho deseo, no se dan solamente porque una persona visite a un analista, son pues dos lugares a producirse."
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