"En Bierce, la evocación del horror se vuelve por primera vez no tanto la prescripción o la perversión de Poe y de Maupassant, como una atmósfera definida e inusitadamente precisa. Las palabras, tan sencillas que nos sentimos inclinados a atribuirlas a las limitaciones de un trabajo de encargo, adquieren un horror limpio, sin tour de force; en Maupassant, un compromiso nervioso del climax flagelado. Para Bierce, sencilla y sinceramente, el demonismo contiene en su atormentada muerte un medio legítimo y seguro para el final. Sin embargo, insiste constantemente en una táctica adecuación con la Naturaleza.
En La muerte del Halpin Frayser, las flores, el verdor, las ramas y hojas de los árboles, son elementos magníficamente colocados en contraste con la malignidad antinatural. El mundo de Bierce no es el mundo dorado de lo cotidiano, sino un mundo impregnado de misterio, de azul y de intensa obstinación de sueños. Sin embargo, curiosamente, la inhumanidad no está completamente ausente".
H.P. Lovecraft
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