lunes, octubre 26

Donde el corazón te lleve

"Para mis adentros me decía que quien pasa indemne la adolescencia nunca se convertirá de verdad en una persona mayor. Pero , por la mañana, cuando me dabas el primer portazo en plena cara, ¡qué depresión, qué ganas de llorar! No conseguía encontrar en ningún lado la energía necesaria para mantenerte a raya. Si alguna vez llegas a los ochenta años, comprenderás que a esta edad nos sentimos como hojas a finales de septiembre. La luz del día dura menos y el árbol, poco a poco, empieza a acaparar para sí las sustancias nutritivas. Nitrógeno, clorofila y proteínas son reabsorbidas por el tronco y con ellos se van también la verdor y la elasticidad. Estamos todavía suspendidos en lo alto, pero sabemos que es cuestión de poco tiempo. Una tras otra van cayendo las hojas vecinas: las ves caer y vives en el terror de que se levante el viento. Para mí el viento eras tú, la vitalidad pendenciera de tu adolescencia. ¿Nunca te diste cuenta, tesoro? Hemos vivido sobre el mismo árbol, pero en estaciones diferentes..."



Susanna Tamaro

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