viernes, septiembre 21

El poema ciego

« Yo siempre pude ver. Pero la verdad, era otra. La realidad, era otra. Yo siempre estuve ciego. Y no lo sabía. Hasta el día que escribí, que escribí el poema (hasta que pude sentir mi piel). Nunca entendí cómo lo hice. Nunca lo voy a hacer. Pero un día, en la oscuridad (casi como en este momento), lo escribí. Sin saber qué hacía, escribí mi poema. Yo siempre había estado ciego. El poema me reveló la verdad. Abrió mi mente y sonreí al poder entender, al poder abrir mis ojos y ver, por primera vez en mi vida. El poema me reveló la verdad. Mis ojos habían sido ciegos. Toda mi vida. Mi vista nunca había sido real.

Y por eso, después de escribir mi poema, después de ver la realidad por primera vez en mi vida, después de abrir mis ojos, de dejar de ser ciego, me dirigí al baño y miré al espejo, no miré mi rostro, sólo miré la realidad. Y por eso cerré mi puño y con mi mano izquierda rompí el espejo. Y por eso tomé uno de los fragmentos del espejo. Y por eso hundí el fragmento en mis ojos, hasta arrancar mi vista, mi mirada, hasta destruir mis propios ojos, sintiendo un dolor terrible, pero qué era capaz de soportar, para volver a ser ciego otra vez....Y sólo hubo una razón: Lo que vi al abrir mis ojos, lo que vi al poder ver lo que antes no veía, lo que vi, no me gustó. Lo que vi, el mundo, la realidad, no me gustó. Y por eso decidí apagar mi mirada; Para Volver a ser ciego, feliz e inocente ».



Facundo Nazareno Saxe