martes, septiembre 11

Creación de la Pedagogía nacional

« Hay dos fuerzas que la historia ha puesto en América una en frente de otra: el blanco puro y el indio puro. Han chocado las dos sangres, y entonces se ha visto el fenómeno más extraño que registra la historia de las razas. La superioridad del blanco se hizo patente en seguida; pero era una superioridad entendida y convencional. Lo que sobre todo habilitaba al blanco era una herencia secular de cálculo y de experiencia humana. El indio sabía más por viejo que por sabio, y prevalía más por astuto que por fuerte. En tanto el indio poseía, como posee, la fuerza primitiva, material, y estofa de toda cultura posible; y entonces como ahora la ecuación se concreta: el indio, por su parte, poseyendo y conservando la fuerza real y fundial de la historia; el blanco, de su lado, armado y sirviéndose de expedientes históricos y tradicionales que le dan una inmediata superioridad y que lo convierten de invasor en conquistador. Pero en este punto se manifiesta la crisis. Una raza no puede vivir indefinidamente de medios y de expedientes; se vive de real energía. Y en la lucha por la vida, cuando la propia no basta, la ajena acaba siempre por prevalecer. Este es nuestro caso. El hecho es que, históricamente hablando, el blanco no se basta en nuestro continente. De raza a raza la lucha es demasiado desigual. La energía no está de su lado; la verdadera fuerza creadora de vida no está con él, y entonces la historia le ofrece un dilema sin salida: para continuar evoluyendo étnicamente y para continuar guardando algo de su primitiva hegemonía racial —en América— le es fuerza renunciar a su personalidad de raza y aceptar en sus venas la energía extraña, ausente de ellas. Para el blanco, cruzarse o perecer: tal es el dilema. Estas son las revanchas —subterráneas, diríase— de la historia ».
 



Franz Tamayo