martes, agosto 14

Un cuento, por favor

« Ya acostado te pido que me leas el cuento, no un cuento. El cuento no me duerme, me invita a seguir soñando, esta vez con los ojos cerrados, tampoco me cansa, ni me aburre, si eso quisiera te pediría que me cuentes: si te pusiste la corbata de siempre, cuántas sonrisas regalaste camino al trabajo, que me expliques cómo saludaste a tus compañeros hoy, que me comentes cómo es tu jefe, que me digas a qué hora saliste y qué hiciste luego. Pero no, prefiero el cuento. Ese relato que interrumpo con parpadeos que sintonizan el nuevo rumbo que tomara en mis sueños. Ese cuento que nunca te va a despertar y que te duerme para luego despertarte y ponerte la corbata entre crujidos de huesos y alarmas. Probaste con ponerte la alarma en el costado derecho del cerebro… ¿Se despertará así tu lado artístico? ¿O invernará más aún esperando la primaveral jubilación? ¿Por dónde andarán tus musas?

No debe ser fácil ser tú, pero ser yo que soy más tú que tú mismo va a ser menos alegre a este paso. Confío en que el cuento un día te despierte, o tal vez los míos cuando saques ese juguete que te aproxima la oreja al hombro. O acaso en esa pantalla llena de colores y movimientos buscas nuevos cuentos ¡Si! Así debe ser… Junto a esos colores y movimientos te mantienes despierto, ahí hay cuentos.

Ahora me doy cuenta porque te despiertas con ella, comes con ella y sonríes con ella. De veras deben ser entretenidos esos cuentos porque cuando la miras pareces estatua, por momentos te tironeo el pantalón para comprobar que no te has convertido en estatua.

Cuando sea como tú, también invitaré amigos a ver los cuentos, a reír con ellos y el cuento. Dejaremos de lado nuestras travesuras, comidas, juegos y veremos juntos los cuentos.

Eres mi ídolo, voy a seguir tus pasos para ser como tú. Espero que pronto me pongas la pantalla de cuentos para tener más que compartir contigo  ».


Juancho Montenegro