"Lacan termina de leer “El arrebato de Lol V. Stein”, recuerda la frase de Duras: “un libro abierto también es la noche”; siente una suerte de entusiasmo. No, no es ese el término exacto para describir la impresión que le causó el libro.
Al comenzar a leerlo asistimos a esa escena en el salón de baile en la que el prometido es flechado por una mujer de más edad, él la ve y se olvida de Lol, que se queda mirando como ese hombre, que le ha sido arrebatado, baila con otra. Los mira sin sufrimiento alguno, mientras ellos, abrazados, arrebatados, giran en la danza. Cuando esa mujer, con el que es ahora su ex prometido se van, Lol cae desvanecida, su cuerpo ha sido arrebatado.
Lacan sonríe, Margarite Duras, ya en su título, plantea lo que puede sucederle a los lectores desprevenidos. Se trata de esa palabra que se tornó enigma. Margarite Duras es la arrebatadora, y nosotros los arrebatados. Ese dialéctica entre los cuerpos y una mirada que atrapa resulta convincente. Él lo sabe mejor que nadie, pero le encanta comprobarlo: “La práctica de la letra converge con el uso del inconsciente”.
Duras corrió un riesgo al escribir este libro, cambió su estilo, quizás eso no le gustaría a sus seguidores, dio un salto y estaba sola. Sin embargo recibió un llamado. Del otro lado de la línea la voz de otro solitario le proponía una cita, esa noche, tarde, en Les Deux Magots.
Ella acepta, llega primero. Al poco tiempo ve cómo se le acerca Lacan, esquivando mesas, y la saluda cálidamente. Recordaría siempre sus primeras palabras:
- Querida, usted no sabe lo que dice."
Luis Darío Salamone
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