"En psicoanálisis, el término "fantasma" no se refiere a una figura transparente que evoca la imagen de una persona fallecida o referente a una situación del carácter de lo paranormal. Ni tampoco toma la definición de una idea que quedó plasmada en la memoria por haber sido aterradora para el sujeto. Empero, hemos de tomar prestado algo de tales definiciones para aclarar a lo que nos referimos con el concepto de "fantasma".
Sabemos que las pulsiones son buscadoras de objetos, según las ideas de Hanna Segal y la escuela kleiniana. Estas, una vez activadas en el cuerpo (zona erógena), ingresan al psiquísmo a manera de dos representantes: un representante representativo y un representante afectivo. Tal representante representativo de la pulsión es una idea, una impronta, una imagen que se reactiva una y otra vez. Su objetivo es claro: la descarga total hacia una satisfacción completa que, por su contenido (incestuoso) tuvieron que ser frenadas por las pulsiones yoicas - a cargo de la represión-. Algunas de estas representaciones pulsionales fueron regresadas al sistema inconsciente; otras tuvieron una suerte de sublimación; unas más se trastornaron en su contrario o fueron vueltas contra sí mismo. Pero hubo otras tantas que tuvieron el destino llamado "fantasma".
¿Qué es un fantasma en psicoanálisis? Es un objeto que ha sido incorporado en el psiquísmo de acuerdo al arquetipo de un objeto real, externo. Es una imagen opaca, borrosa, pero que ha tomado las características del objeto real.
Las pulsiones sexuales son tal vez las más enérgicas y las menos domeñables. Debido a esto, el Yo infantil, todavía endeble y poco estructurado, tuvo que encontrar la forma de más o menos controlarlas: se hizo él mismo objeto de las pulsiones sexuales (narcisismo). De esta forma, las pulsiones no llegaron a obtener la satisfacción total que se hubiera logrado con el objeto real, sino que son atajadas por el Yo <<Ven, tómame. Soy igual al objeto (incestuoso) de tu deseo>>. Así, el Yo mismo se hizo fantasma. Es decir, incorporó la imagen del objeto incestuoso externo. Ahora, dicho objeto devenido fantasma -imagen transparente del objeto real - quedó como base para los futuros procesos de fantasmatización.
Una persona que nos atrae, por ejemplo, será incorporada progresivamente en el Yo . Una vez en el interior, será una representación fantasmática de aquel objeto externo, y desde ese momento actuará como un destino pulsional. El término "fantasma" hace referencia justamente a que no es el objeto real al que se dirigen las pulsiones, sino a la imagen de él que se ha formado en el psiquísmo. Así, podemos decir que el destino "fantasma", se trata de un "cambio de objeto" (de un objeto real a un objeto interno, fantasmatizado). Pero de acuerdo a su origen - la base narcisista -, detrás de todo fantasma podemos encontrar la imagen del Yo mismo que en el pasado se convirtió en objeto sexual de las pulsiones <<Amar a otros, es amarse a sí mismo>>.
Otros objetos que devienen fantasmas en la infancia son el pulgar o el pecho materno (fase oral); las heces (fase anal); el pene-falo (fase fálica); la madre, el padre, el analista, la pareja amorosa, etcétera. Todos estos subyacen a las formaciones del inconsciente (actos involuntarios, sueños, síntomas, formas de relación con los otros, etcétera). Es decir, el fantasma así creado sería también una representación escénica inconsciente (fantasía inconsciente) que actúa como productor de elementos inconscientes - disfrazados - que logran pasar a la consciencia. Por ejemplo, el deseo incestuoso hacia la madre queda abolido, reprimido, así que el Yo recurre a la fantasía para procurar un placer parcial. Crea un objeto que le permita tal placer, pues el placer nunca lo encontrará en el objeto real. Por ende, las pulsiones se reactivan una y otra vez, dirigiéndose a uno u otro de los destinos que le tiene preparado el Yo.
Lacan vendrá a decir que el fantasma es una denfesa en tanto el goce del Otro. Es decir, tal fantasma se posiciona como una barrera que impide el acercamiento al Otro. Siguiendo nuestras palabras, tal "defensa" se colocaría entre las pulsiones sexuales y el objeto (prohibido) real. Por cierto que a su imagen y características para engañar a las pulsiones".
Bibliografía:
Nasio, J. (1999). El placer de leer a Freud. Barcelona: Gedisa.
Segal, H. (2003). Introducción a la obra de Melanie Klein. Buenos Aires: PAIDÓS.
Nasio, J. (1998). Cinco Lecciones sobre la teoría de Jacques Lacan. Barcelona: Gedisa.
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