Prudencia, la tortuga
« -Hola, pequeña ¿Quién eres tú?
-Me llamo Prudencia y te he venido persiguiendo desde el capítulo 14.
-¿Desde el capítulo 14?
-Así es, y ahí estaba yo cuando estaban comiendo fresas. A unos metros de distancia, traté de alcanzar a la princesa, pero se subió al blanco corcel y se echó a correr. Después traté de alcanzarla en el castillo pero de pronto pasaron dos meses, cuando ya me estaba acercando pasó una semana ¡y ya se estaban casando!, intenté seguir el ritmo acelerado del cuento, ¡pero por Dios! Dos meses, una semana, diez años, ¡quince años! ¿De qué se trata esto? ¿Y cuándo entro yo, la Prudencia?
-¿Qué quieres decir?
-¿Qué quiero decir? Que tú y yo, princesa, debimos tener una plática hace ¡25 años! –Prudencia estaba un poco alterada.
-¡Uy! Pues se te hizo un poco tarde.
-Nunca es tarde para la Prudencia.
-¿Y qué me tenías que decir Prudencia?
-Que no fueras precipitada, que esperaras un poco, que te dieras cuenta si ése en verdad era tu príncipe Azul, ¿sabes cuántos príncipes Azules hay tan sólo en este reino?
-¿Más de dos?
-Con el título de príncipe como tal, hay muy pocos, ero a los que puedes tú convertir en príncipes; ¡todos!
-¿Todos los hombres son príncipes?
-Claro que no, por favor, no me malentiendas. –digo Prudencia. –No todos los hombres son príncipes, pero cualquiera de ellos puedes convertirlo tú en un príncipe Azul, ése es tu poder por ser una princesa.
-¿Y cómo podía saber yo, si el príncipe con el que me iba a casar era mi Príncipe Azul?
-Para eso estoy yo, la Prudencia, pero querías vivir tan rápido, y tenías tantas ganas de ser feliz que te fuiste con el primer príncipe que viste. Y te fuiste tan rápido que nunca te alcancé.
-¿Qué quieres decir que me apresuré?
-¿Dos meses? ¿Una semana? ¿Diez años? ¿Quince años? ¡Noooo! ¿Por qué piensas que te apresuraste, princesa?
-No te di tiempo de alcanzarme Prudencia.
-Pero como lo dije –dijo Prudencia, nunca es tarde. Desde ahora, yo tengo que ir contigo a donde vayas, como el dragón del miedo, soy un regalo que la vida te da. Y siempre es muy bueno hacerme caso.
La princesa sonrió ».
Odin Dupeyron
No hay comentarios:
Publicar un comentario