« El conocido modelo de las etapas de Elisabeth Kübler-Ross, según el cual uno progresa de la negación a la ira y luego pasa de la negociación y la depresión hasta la bendición final de la "aceptación", no se ha aplicado mucho en mi caso por el momento. En cierto modo, supongo, he estado "negando" durante un tiempo, quemando a sabiendas la vela por sus dos extremos y descubriendo que a menudo produce una luz preciosa. Pero, precisamente por esa razón, no me veo golpeándomela frente conmocionado ni me oigo gimotear sobre lo injusto que es todo: he retado a la Parca a que alargue libremente su guadaña hacia mí y ahora he sucumbido a algo tan previsible y banal que me resulta incluso aburrido. La ira estaría fuera de lugar por la misma razón. En cambio, me oprime terriblemente la persistente sensación de desperdicio. Tenía auténticos planes para mi próximo decenio y me parecía que había trabajado lo bastante como para ganármelo. ¿Realmente no viviré lo suficiente para ver cómo se casan mis hijos? ¿Para ver cómo el World Trade Center se alza de nuevo? ¿Para leer -si no escribir- las necrologías de viejos villanos como Henry Kissinger y Joseph Ratzinger? Pero entiendo esta clase de no pensamiento como lo que es: sentimentalismo y autocompasión. Por supuesto, mi libro entró en la lista de los más vendidos el día que recibí el más sombrío de los boletines informativos, y el último vuelo que hice como persona que se siente sana (para dirigirme a un público numeroso y estupendo en la Feria del Libro de Chicago) fue el que me convirtió en un million miler de United Airlines, lo que me ofrecía la perspectiva ilusionante de toda una vida de ascensos de categoría gratuitos. Pero la ironía es mi oficio y aquí no veo ninguna ironía: ¿habría sido menos patético tener cáncer el día que mis memorias se hubieran saldado por ser un fracaso de ventas, o cuando me hubieran echado de un asiento de clase turista y me hubiesen abandonado en la pista de despegue? A la pregunta estúpida de "¿Por qué yo?" el cosmos apenas se molesta en responder "¿Por qué no?".
Y ahora llega la etapa de la negociación. Quizá ahí haya alguna laguna. La negociación oncológica es que, a cambio de al menso la oportunidad de unos cuantos años útiles más, aceptas someterte a la quimioterapia y luego, si tienes suerte con eso, a la radiación e incluso la cirugía. Así que ahí va la apuesta: te quedas por aquí un tiempo, pero a cambio vamos a necesitar unas cosas tuyas. Esas cosas pueden incluir tus papilas gustativas, tu capacidad de concentración, tu capacidad de digerir y el pelo de tu cabeza. Sin duda, parece un intercambio razonable. Desgraciadamente, también entraña afrontar uno de los clichés más atractivos de nuestro idioma. Lo has oído. La gente no tiene cáncer: se informa de que luchan contra el cáncer. Ninguna persona que te comunique sus buenos deseos omite la imagen combativa: puedes vencerlo ».
Christopher Hitchens
No hay comentarios:
Publicar un comentario