« Tratábamos, no hace muchas noches, en la tertulia de la discretísima Condesa, de cómo deben ser las novelas, y la Condesa dijo: para mí no hay novelas interesantes, fuera de las que compone la vida; la vida es el gran novelista, mejor dicho, el único, y los que llamamos en el mundo buenos novelistas, son sencillamente aquéllos que han tenido la paciencia y el arte de copiar con fidelidad algo de lo mucho que nos ofrece la vida en este orden. Yo sé de una de esas novelas, compuestas por la vida, en que le tocó el papel de protagonista a la mejor amiga de mi infancia y de mi juventud, y muchas veces, lejanos ya los días en que se desarrolló, la leo a mis solas, y siempre la encuentro interesante »
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