"Camino, confío, con los ojos abiertos;
he recorrido la mitad del terrenal desierto;
detrás de mis pasos se esconde
mucha vanidad y algo de remordimiento;
he vivido para sentir el orgullo de los espíritus,
anclados entre sí como la mano al guante;
me he sonrojado por el castillo del amor,
jamás descreí de él, aún sin mi corazón,
jamás negué al amor, la única cosa mortal
cuyo valor es eterno, inmortal;
nunca tuve en cuenta los errores,
residuos que cantan los horrores,
indignos de una grave canción;
y el Amor es mi recompensa, por ahora,
cuando la mayoría de los espectros se quejan,
el mirto florece sobre mi frente,
y su aroma echa raíces en mi mente".
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